7. GRADUACIÓN

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Claramente todos se presentaron en la entrega de papeles que se realizaría a la mañana siguiente del último día de clases, a excepción de una chica que, desesperada por salir de vacaciones, ya no se encontraba en la ciudad. Con el uniforme de gala perteneciente a los lunes, todos lucían muy guapos; las niñas con el cabello bien recogido y los niños con la corbata que debieron haber llevado todos los lunes y que no lo hacían. María José, Edgar, Leah, Paco, Rodrigo y Manuel dieron juntos el último posible recorrido como escolta, entregando la bandera al grupo que ocuparía su puesto; todas las chicas, a causa de la entrega de papeles, no pudieron asistir a la última presentación del baile que habían hecho para el día de las madres; Laura leyó el discurso de despedida; todos recibieron sus papeles y pequeños trofeos hechos por la maestra.

Fue una ceremonia linda.

Muchos seguirían juntos durante la secundaria, pues la mayoría se inscribieron a la que estaba aliada a la primaria en la que estaban; sin embargo sabían que era su último día como un solo grupo. Todos tomarían caminos distintos a partir de simples sucesos, como el que los separen en la secundaria para formar al grupo "A" y al grupo "B." A unos les pegó más fuerte que a otros, pues algunos apenas se habían unido ese ciclo escolar; en cambio otros se conocían desde jardín de niños o primer año y la idea de crecer separados era rara. También estaban los que se irían a otras escuelas, separándose de los amigos que los acompañaron durante seis largos años.

Esa noche, todos volvieron al salón donde la entrega de papeles y trofeos se realizó con la mejor ropa que habían conseguido para esa noche. Las niñas llevaban vestidos de colores muy lindos (aunque quedó prohibido utilizar negro, por alguna razón tonta) y los niños... Bueno, parecían llevar el mismo traje aburrido. Varios familiares estaban presentes desde temprano para estar en la última noche de sus niños, pensando en que, posiblemente, en la secundaria no sería así.

Leah llevó un vestido que era de su tía; era horrible, pero su madre no quiso comprar uno nuevo. Le hacía ver flaca y más plana de lo que ya estaba; sin mencionar que sus hombros eran sumamente escuálidos y daba pena ajena verlos.

Amy se había puesto un vestido que, pese a haber sido muy lindo, no le gustaba demasiado. Se había enamorado de uno negro en el centro comercial, pero la regla de no ir con vestido negro se lo prohibió; ese fue el único, de tantos vestidos, en el que le había gustado cómo se veía. Aun así eso no le quitaba el hecho de que se veía meramente hermosa.

A inicio de la noche todos estaban aprovechando para tomarse fotografías antes de que apagaran las luces y comenzara la fiesta como tal, algunos ex alumnos hablaban con los maestros o entre ellos, otros niños solamente estaban sentados hablando con sus amigos...

Nerviosa y siendo de las únicas niñas que había en ese momento de la noche, Leah se acercó a la pequeña sala donde estaba sentada Amy para tomar asiento junto a ella; no alcanzó a decir nada, al menos no algo importante, pues fueron llegando el resto de alumnas. No se supo cuál madre tuvo la iniciativa, pero decidieron tomar una foto a todas las niñas presentes. Esa fue una de las primeras fotografías que tuvieron las dos juntas.

Muchos no recuerdan algo que sucediera importante en esa noche, posiblemente fue la última reunión tranquila que tuvieron antes de entrar a la secundaria.

Durante aquella fiesta Leah perdió la pena a bailar ese tipo de canciones estúpidas que todo el mundo baila, como "payaso del rodeo"; pero, en efecto, las seguía odiando por lo repetitivo de su música. En cierto momento, María José junto al resto de las niñas, se acercaron la mesa de Amy, ofreciéndole bailar con ellas; Leah quería que bailara con ellas.

—No, gracias. —Fue su respuesta, en cambio—. No me gusta.

—Ándale, mijita. Te están invitando... —Dijo su papá, pero volvió a negar en todas las insistencias.

—Gracias, pero no. —Fue entonces cuando el grupo se dio por vencido y decidió seguir bailando. En cada vuelta que daban por todo el lugar, Leah solo miraba a la aburrida Amy entre su familia; aunque, tal vez, a ella sí le gustaba e interpretaba mal la imagen que sus ojos veían.

A la hora en la que se mostró el vídeo de despedida, muchos de los presentes lloraron. María José se había ofendido porque Leah no lloró ni un poco; pero era porque no le gustaba llorar frente a las personas. Se sentía muy estúpida, aunque después, sola en su habitación, solo quisiera un abrazo.

Al día siguiente recibió un regalo por parte de su abuela: uno de los peores libros que tiene actualmente en su librero. No le gustó en lo más mínimo, ni siquiera el protagonista o el amigo de la protagonista; ambos eran tan estúpidamente machistas que, pese a no entenderlo a esa edad, simplemente se le hacía algo insoportable.

«¿Puedes verme ahora, uh?
Vestido negro,
Negro.
Adivina:
Ni siquiera me conozco hoy.
Es un día para volverse loco.
Oh, no quiero dejarme llevar,
Por el mal humor.
Siempre y cuando puedas sentirlo,
Baila con mi vestido.

Me pondré el maquillaje,
Que preparé para ti.
Es más un brillante que un diamante,
Joyería ostentosa en mi cuerpo.

Black Dress
-CLC.»


ENTRE SECRETOS Y ANHELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora