De aquella forma los años en el jardín de niños fueron pasando, dando lugar a los de la primaria. La mayoría de las personas que Leah conocía habían entrado con ella, siendo el único salón para primer año en su escuela; incluso una niña que conocía desde su kínder anterior.
"El juego de las Winx" pareció haber pasado de moda entre las pequeñas apenas entraron a la primaria, dando paso a una gran división entre ellas. Por un lado se encontraban las populares y por otro las divinas. Nombres muy patéticos, ¿no es así? Sin embargo era la clasificación que se tenía en ese entonces a causa de una novela juvenil famosa entre todos los niños.
El grupo de Leah, donde estaba María José y algunas otras niñas del preescolar, eran "las buenas," las populares. El grupo donde estaban las desconocidas eran "las malas," las divinas. Entre ellas no se soportaban, por alguna razón sin sentido; Leah ni siquiera podía ver a su otra amiga porque era del otro bando.
Nuevamente, la principal de aquel juego era María José, robándose a la protagonista de la serie; así pues el resto adquirió personajes secundarios. A Leah no le gustaba el suyo, pues se le hacía muy fea la actriz que la interpretaba; sin mencionar que, tras haber oído un comentario ofensivo hacia su persona por parte de María José, se mostraba muy a la defensiva en algunas ocasiones. Incluso se iba a disfrutar sus papas fritas a otra parte para no darles, cosa que hacía que se enojaran con ella; pero eran sus papas y no quería darles ni una.
—Leah tiene voz de niño. —Dijeron a sus espaldas, cuando ella se había parado de su asiento para comprar algo de comer. La castaña no supo si se referían a ella o a otra niña del grupo que se llamaba igual; pero le afectó un poco haber oído eso. Incluso se había hecho un poco más seria.
Durante esos años la metieron a clases de ballet. Leah recuerda con claridad que su maestra era la mejor, pues dejaba a todas ver esa misma novela. Por otro lado, en sus inicios, ni siquiera eso le alegraba; lloraba en las clases porque extrañaba a su mamá. Con el tiempo se tuvo que acostumbrar.
Por su parte Amy pareció ignorar la separación de sus compañeras, únicamente sentándose a comer con ellas durante los recreos; una vez más parecía no querer, o no poder, unírseles tan seguido. Leah nunca le dijo lo tanto que amaba su lonchera en forma de La Maquina Del Misterio, ni tampoco le hizo charla acerca de la caricatura de donde pertenecía la misma. Le daba tanta pena.
Desde que la única prima que Leah tenía en ese entonces tuvo la edad para jugar con ella siempre imaginaban que eran Dafne, personaje protagónico de Scooby-Doo. ¿Cómo rayos no amaría esa pequeña bolsita?
De Amy solo tenía un recuerdo, aparte de lo tierna que se le hacía y de esa increíble lonchera: las pisadas.
Leah tenía la mala costumbre de pararse atrás y muy pegada de la gente cuando todos estaban acumulados; Amy tenía la mala suerte de ser siempre esa persona que estaba frente a ella y que, al no saber que estaba ahí, la pisaba. Con nervios parecía querer huir cada vez que Leah soltaba una queja de dolor.
«—De seguro pensaba que era una quejumbrosa, una fresa.» Diría la actual castaña.
En efecto, eso era lo que Amy pensaba de ella. Que era una chica fresa, seria y algo introvertida.
—Todas las que se juntan con María José son fresas. —Se decía Amy siempre. No estaba muy lejos de la realidad, pero no todas eran así.
Respecto al resto de la historia en ese primer año de la primaria no hay mucho que recordar. Leah eras de las mejores de la clase junto a Amy, Manuel (un niño del mismo kínder) y algunos más; el mismo niño que se le había confesado a la pequeña Leah en el jardín de niños se lo recordó, diciéndole que ya no le gustaba ni un poco (a ella también le importó poco); María José controlaba todo aquel pequeño grupo de niñas. Lo normal.
Fue en ese entonces cuando los caminos de ambas protagonistas se separaron temporal y ocasionalmente, pues Amy se había cambiado de escuela. Aquellos cuatro años sin ella habían sido sumamente atareados para la pobre Leah.
«Este camino puede ser largo y arduo; pero
¿Te quedarás conmigo?
Podemos caer y, a veces, herirnos; pero
¿Te quedarás conmigo?Ay, nunca camino solo;
Si tú y yo podemos estar juntos, puedo reír.
Ay, nunca caminas solo;
Si tú y yo podemos estar juntos, puedo reír.
Si tú y yo podemos estar juntos, puedo reír.You Never Walk Alone
-BTS. »
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ENTRE SECRETOS Y ANHELOS
Novela JuvenilSiendo compañeras desde el jardín de niños y separando sus caminos en primaria, Amy había llegado a la vida de Leah sin siquiera una complicación. Únicamente se veían en encuentros casuales en aquel pueblo aburrido. Un día, cuando todo iba prácticam...