24. PARQUE

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Unos días después y tras haberlo platicado, Leah y Amy citaron al resto de la Familia Kim para poder hablar con claridad de todo lo que sucedió meses atrás en su amistad, queriendo buscar la posibilidad de arreglar las cosas. La castaña no estaba del todo convencida, pero sabía que su amiga echaba de menos al resto y que ella fue la que más tuvo lazos con el resto; incluso había visto su cara llena de emoción y esperanza cuando le dijo que estaba de acuerdo. Era como una niña pequeña a veces.

—¿Te dejaron ir a mi casa este fin para que te quedes a dormir? —Preguntó Leah, sonriendo. Habían decidido juntarse una hora antes para pasar tiempo juntas.

—Sí. Pero, ¿ahora será en tu casa? Pensé que sería en la de tus bisabuelos, como las otras veces.

—A mi mamá le queda mejor que sea en mi casa.

Mientras caminaban por ahí, se la pasaron haciendo cualquier cosa para pasar el rato: oyeron música, bailaron, observaron a un hormiguero, deshicieron al hormiguero un poco, charlaron de Bosque Mágico y sobre lo que dirían a sus amigas... Parecían haberse organizado bien pues, al rato llegaron todas juntas. Apenas se sentaron, Leah fue quien tomó las palabras tras saludarse.

—Bueno, la verdad es que queríamos juntarnos para dejar en claro cómo no sentimos después de la separación. Ya saben, por la cosa esa de Sídney y todo eso... —De hecho, ella era la única a la que no invitaron para evitar problemas innecesarios. Así pues, comenzó.

—Yo ya no quiero nada que ver con ella. Es muy tóxico de su parte lo de los amigos —concluyó Abril por su parte, tras haber terminado de escuchar a la castaña, la cual tuvo ciertos tartamudeos y momentos de silencio tras descubrir a Diana acariciando el cabello de Amy alegremente, mientras ella sonreía, nerviosa. Tuvo que centrarse en otras cosas para no actuar como una celosa, otra vez; pero era muy difícil.

Terminaron diciendo que, hasta notar un verdadero cambio en la actitud de Sídney, volverían a ser sus amigas y decidieron pasar la tarde entre juegos y correr demasiado. Amy cargó de nuevo a Leah sobre su espalda, transmitiéndole la misma paz interna que la primera vez, la misma felicidad; sin mencionar que, antes de eso, casi habían tenido otro beso.

—¡Vayamos a los juegos! —Gritó alguna, haciendo que todas se dirigieran hacia ellos.

Fue entonces que Fanny soltó un comentario:

—Lo bueno de cuando las buscamos y están las dos juntas las podemos distinguir porque Leah siempre usa rosa y Amy negro. Entonces, si vemos una mancha rosa junto a una negra a lo lejos, son ustedes.

Siendo columpiada por Amy, Leah pensó en aquellas palabras mientras oía las canciones que se reproducían en la pequeña bocina de su amiga. Era cierto. Muchas veces traían lo contrario y eso les hacía encajar; pero, cuando usaban cosas iguales, terminaba siendo lo mejor del mundo. Al menos para ella.

En cierto momento de la tarde y pese a las réplicas nerviosas o quizá molestas de Amy, la castaña le abrazó por detrás mientras descansaba en uno de los columpios a su lado y, posteriormente, se sentó sobre sus piernas durante un rato. Creyendo que solo eso recibiría de su parte, deseó no apartarse de su lado y se quedó así en silencio.

Al día siguiente, tuvieron la charla que Leah nunca quiso tener.

Amy: Te debo de decir algo.

Ella sabía qué era, pero no quería confirmarlo.

Leah: Claro, ¿qué ocurre?

Tal vez estaba la mínima posibilidad de que se le confesaría a ella, pero no fue así.

Amy: Estoy muy nerviosa, ah.

Leah: ¿Te gusta Diana?

Amy: Sí.

No supo bien qué hizo después de ese mensaje, si trató de convencerse de que no era cierto, si lloró, si se durmió, si intentó calmar a Amy. Tal vez hizo todas a la vez; pero era cierto algo: sintió cómo algo en su pecho se había encogido o, quizá, roto un poco. Eso se ganaba por ocultar lo que sentía, pero en verdad se negaba a dejarla ir, sabía que todo lo que les sucedía, más allá de que algunas eran coincidencia, sacudían y llenaban sus corazones. No tenía idea de cómo era eso posible, pero lo sentía en su pecho.

Aquél presentimiento era lo único que le permitía el no caer por totalidad en depresión.

«Cuando dices que me amas,
Camino entre las nubes.
Di que es para siempre, solo una vez más.
Cuando dices que me amas,
Solo necesito que digas eso.
Que nada cambiará, solo una vez más.

Eres como el mundo entero para mí.
Abrázame fuerte, hasta que duela.
Entre nosotros hay algo,
Y no puedes hacer nada.
Di que no lo olvidarás.
Tú y yo.

Día a día.
Verano, invierno.
Incluso si no lo sabes.

Tienes lo mejor de mí.
Tienes lo mejor de mí.
Así que, por favor, no me dejes.
Tienes lo mejor de mí.

Best Of Me
-BTS.»

ENTRE SECRETOS Y ANHELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora