25. HUIR

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Huir.

Definitivamente era la palabra que describía a la pobre Leah durante aquellos días. Podía hablar con su amiga sin ningún problema, despertarse temprano, bailar, hacer ejercicio, leer... Pero, apenas salía ese tema, ella comenzaba a sentir un vuelco en su estómago, le dolía el pecho y la cabeza. No quería saber nada de eso, se negaba; pero Amy, a quien se le hacía sospechosa su actitud, solo quería que se familiarizase.

Fue entonces que aquellas acciones diarias fueron perdiendo el sentido para la castaña. Ya no se despertaba temprano, ya no bailaba, ya no leía sin pensar en ella, ya no podía hacer ninguna rutina de ejercicio, se desvelaba hasta altas horas de la madrugada... Nunca tuvo depresión y nunca supo si a ese periodo se le pudo reconocer como tal, pero era claro que fueron unos malos días. Solo dejaba que listas de canciones se reprodujeran mientras "danzaba" con su hipopótamo gigante de peluche, diciéndose a sí misma que todo estaba bien y riéndose de lo patética que era. La distracción fue tal que, sin darse cuenta, dejó que su conejo la mordiera un día y otro se cayó en el patio.

Amy: No es normal que pierdas el interés en tantas cosas, ¿no crees?

Solo era parte de la adolescencia, ¿no?

Leah se encontraba en un momento de desesperación y en verdad comenzaba a dudar si el seguir callando sus sentimientos por su amiga era buena idea. ¿Sería demasiado malo si se confesaba? ¿Estaría bien el hacerlo? Después de todo, si Amy no sentía nada por ella solo la rechazaría como a las demás personas, ¿no? Era mejor tarde que nunca. Tal vez se sentiría mejor.

Leah: Te diré algo en tu casa, ¿bien?

Amy: ¿Sobre qué?

Leah: No te asustes, no es nada malo... Creo.

Para ese entonces la noche en la que Amy se había quedado en su casa para dormir ya había pasado. Tal y como pensó la castaña, fue una completa tentación el verla tan cerca. Llevaba una camisa tan linda color verde que nunca antes le había visto que solo le producían ganas de hacer cosas impropias en esos instantes y tenía una carita tan adorable mientras esperaba la cena.

—¡Deja de hacer esa cara! —Lloriqueó Leah, girándose hacia la estufa para ocultar sus posibles rojas mejillas. La había visto de reojo un par de veces y lucía demasiado hermosa.

—¿Qué cara? —Preguntó la contraria, nerviosa. ¿Estaba haciendo algo raro sin darse cuenta?

—La que estás haciendo. Luces muy pasiva, Amy. —Sí, ¿a quién negarlo? A veces lucía sumamente pasiva y, en otras ocasiones, parecía ser malditamente activa.

Esa vez maquilló a Leah basándose en un tutorial para "lucir como chico"; durante ese rato también fue una gran tentación para la otra joven. Luego se desvelaron viendo "Love Stage" en su computador, y ella no desaprovechó para acurrucarse en las piernas de su amiga mientras vestía unas orejas y guantes de gato que le prestó tiempo atrás.

Amy: Es imposible no entrar en pánico, ¿sabes? JAJA.

Cuando fue el momento en el que se suponía la chica le diría todo a su Ratoncito, terminó entrando en crisis a causa de los nervios. Únicamente se escondía en sus brazos, espalda, pecho o piernas durante largos abrazos, negándose a apartarse. No podía ni verle a la cara. Tenía miedo de perder a su mejor amiga.

Amy: Te la pasaste huyendo toda la tarde, ¿estás bien? No me dijiste nada.

Leah: Me dio muchísima vergüenza.

Decidió recurrir a su último recurso: los mensajes. Sabía que no era la forma correcta en la cual debían de ser las cosas y que tuvo que hacerlo frente a ella, cara a cara; pero le fue casi imposible. Como toda buena cobarde, comenzó a escribir un largo mensaje donde le explicaba todo con sinceridad: el cómo se sentía, el cómo los de su alrededor parecían saber que había algo especial entre ellas, el cómo se sentía mal por no haberlo hecho en persona...

—Tengo tanto miedo. —Susurró contra la pantalla fría de su celular, escondida en su escritorio mientras una sola luz iluminaba la habitación. Su corazón latía muy nervioso y las manos le sudaban, principalmente cuando la implicada le respondió.

Amy: Tú... También me gustabas.

En pocas palabras, eso era lo que decía.

Así, entre un llanto de liberación y algo de enojo por no haberse sincerado antes, ambas amigas comenzaron a hablar día tras día sobre cómo se sintieron a lo largo de esos tres años escolares, de cómo crecieron juntas y, con ello, sus sentimientos también. Contaron las experiencias que tuvieron y lo que sucedía en su interior en esos momentos, dijeron cómo se hacían sufrir a sí mismas mientras oían canciones y, principalmente, cómo quisieron ir olvidando ese interés romántico en la otra con alguien más.

Amy: Pensaba que Fran era un buen tipo para ti.

¡Claro que no lo era! Leah solamente la necesitaba a ella. No quería nada más, a nadie más... Aunque, bueno, Amy ya estaba intentándolo con alguien más.

De aquella forma pasaron esas noches, lamentándose en parte por no haber dicho la verdad tiempo atrás, por haberse mentido cuando ambas sabían que existía esa conexión especial que todos parecían notar, pensando que por algo sucedían las cosas, diciendo lo hermosas que les parecía la otra, contando lo que les gustó de la contraria, diciendo los dibujos que una hizo para regárselo y el escrito de Evan y Doomi con su mensaje oculto, el cómo Amy perdió accidentalmente aquél especial brazalete accidentalmente... Sí, algo triste. Leah le confesó en ese entonces que muchas de las canciones que oía a causa de un libro le recordaban a ella y, sin dudarlo, se las mostró en diferentes noches; mientras que Amy no se quedaba para nada atrás, haciendo lo mismo.

Amy: Pese a todo esto... ¿Quieres que vayamos a Las Abejas el viernes aún?

Leah: Sí.

¡Claro que quería! Podrían estar las dos, solas, charlando sobre cualquier cosa. Así fue, de hecho, la mayoría de la reunión, hasta que Leah recostó la cabeza sobre la mesa, buscando que Amy le acariciara el cabello; ella lo hizo sin dudarlo, generando un pequeño estremecimiento en el pecho de joven y provocándole ganas de llorar. Solo habían pasado días desde que se habían visto, pero la extrañaba.

—¿Estás bien? —Preguntó la azabache después de haber estado en esa posición, sin mentir, poco menos de una hora.

—Sí. —Sabía que las niñas que estaban detrás de ellas las estaban viendo, como toda joven sin vida social emocionante que anda de cotilla.

—¿Quieres que salgamos a las bancas? —En esa reunión, tras eso, únicamente oyeron música mientras seguían hablando sobre cualquier anécdota.

«Lo he dicho antes, y lo diré de nuevo:
Ojalá fuéramos más que amigos.
Sabes que me encanta tu forma de vestir, tu forma de ser.
Cada momento contigo, no puedo evitar sonreír.
Lo he pensado antes, y lo volveré a pensar.
¿Cuando dejaremos de fingir?
Deseando que solo se decida.
Déjame amarte y estaremos bien.

Love
-Finding Hope
Dedicada por Amy


Te amo tanto, tanto, tanto, mi niña hermosa. ♥

ENTRE SECRETOS Y ANHELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora