Desde que comenzaron a juntarse con ese grupo de chicas, las reuniones comenzaron a ser un poco más variadas: casa de Sídney, casa de Amy, casa de Abril, en el cine, en una heladería o en el parque. Pasaban muchas horas juntas después de clases los viernes en las que bailaban, hacían tarea, comían la deliciosa comida que hacía la mamá de Abril, salían por ahí, contaban chismes o solo oían música mientras disfrutaban de la calma. Lo que más hacían Amy y Leah junto a Abril era bailar, definitivamente; las demás no se aprendían las coreografías o eran demasiado perezosas para participar.
Leah recuerda muy bien que fue Dope la primera coreografía que se aprendió con algo de ayuda de Amy (fue solo en un paso, pero todo cuenta) y, desde ahí, comenzó con otras canciones del mismo grupo. La segunda fue Blood, Sweat & Tears, la cual se convirtió en una de sus favoritas por demasiadas razones: la visualidad de los integrantes, el vídeo musical, los pasos, ver a su amiga interpretando tan bien a JungKook y bailándola con tanto sentimiento y emoción, el que ella misma cambiara de posiciones al hacer el papel de Jin y HoSeok... Sí, definitivamente era de las mejores piezas.
Cuando llegó la época de festividades mexicanas, Leah, Amy y Alexis se organizaron para poder realizar una obra centrada en la Revolución Mexicana. Los tres eran un muy buen equipo para ese tipo de participaciones, aunque se desesperaran mucho en algunos momentos porque sus compañeros no les hacían caso. Ese suceso fue muy agradable porque pasaron mucho tiempo los tres y, para Leah, pasar tiempo con Amy era suficiente para estar muy feliz.
—Debes de olvidarte de Fran, en serio. De acuerdo a lo que me has contado, ni siquiera se conecta y, como te he dicho siempre, ¡es mayor! ¿Qué oportunidad tendrías con él? Digo, no lo sé, piénsalo. —Era el mensaje que siempre le entendía a Alexis cuando hablaban del otro chico. Era esa diminuta chance que tenía con él la que le hacía creer a Leah que sería rechazada al instante y, así, podría olvidarse de esa fea mentira.
Eso no le impidió que llorara varias veces en las llamadas con Amy por las palabras de su amigo. Se sentía demasiado culpable como para seguir con ese juego, pues el implicado no tenía nada que ver con sus problemas existenciales. Tenía un conjunto de emociones que se apoderaban de ella siempre que el tema salía a la luz: desesperación, impotencia, hipocresía, frustración, tristeza. ¿Por qué no podía creerse su mentira? ¿Por qué no podía dejar a un lado lo que sentía por su mejor amiga? Era imposible luchar con la necesidad de estar cerca de ella y brindarle muchos mimos; era imposible que su corazón dejara de latir tan malditamente rápido.
. . . . .
El chiste de los intercambios era el ahorrar dinero, ¿no? Bueno, la Familia Kim no parecía interesada en seguir esas normas en aquellas fechas navideñas: darían regalos pequeños para todas, y uno grande a quien les tocara en la actividad. Durante la posada de ese año, todo el grupo de amigas se reuniría después en casa de Sídney para realizar una alegre fiesta de pijamas en donde la única que no se quedaría a dormir era Diana. Leah llevó un pino pequeño, luces de colores y esferas para decorarlo y sombreros navideños; el resto de las jóvenes llevaron solo regalos.
Cuando se realizó la entrega de papeles para saber a quién se regalaría, Leah sonrió con gran emoción cuando le tocó Amy en él. No sabía bien qué podría regalarle y, honestamente, le daba algo de miedo que no le gustara; pero en verdad quería ser ella quien le obsequiara. En efecto fue un trabajo muy difícil de hacer pero, al final, encontró regalos perfectos para todas cuando fue a una tienda con temática de Disney.
—Bueno, quien me tocó en el intercambio fue Amy. —Dijo, fingiendo estar calmada. Esa noche ambas llevaban vestidos combinados y, en pocas palabras, la azabache lucía demasiado preciosa con ese vestido color vino. Era imposible no verla.
—¿En serio te toqué? —Preguntó ella, incrédula pese a tener la gran bolsa roja entre sus manos.
—Sí.
—¿¡Me mentiste!?
—Sí. —Dijo, alzando los hombros y con una sonrisilla en el rostro. Le había dicho que le regalaría a otra niña porque no quería arruinar la sorpresa.
Amy la miró en silencio durante un muy breve periodo de tiempo, antes de girar su cabeza hacia la televisión en donde se debería estar reproduciendo un video musical.
—Ya pon la canción. —Replicó.
—Sí, pon la canción. —Coreó Diana, quien grababa todo desde una esquina de la habitación. La referida abrió un poco más de lo normal los ojos y rió un poco, nerviosa; era ella quien tenía el control.
—Lo siento. Música, maestro. —Con una pequeña sonrisa, Leah le picó a play y se reprodujo el vídeo. Tal vez era por la simple locura de estar todas juntas haciendo desorden o los nervios de abrir los regalos, pero tras aquel comentario rieron la mayoría de las presentes.
El cover de JiMin y JungKook para la canción We Don't Talk Anymore comenzó a sonar a través de las bocinas mientras que una animada Amy fue abriendo el regalo con el ritmo de la música, riendo.
—We Don't Talk Anymore —canturreó, antes de sacar al peluche que Leah le había comprado: Ángel, la pareja rosada de Stitch. Con una sonrisa en sus labios, se ocultó tras el hombro de Abril mientras abrazaba al suave presente—. Hasta tiene chocolates...
—¡Si tiene más de cinco son míos! —Berenice dijo al instante, pues de su regalo se habían caído cuatro y nunca supieron en dónde quedaron.
—No te preocupes, yo solo tengo cuatro.
—Ay, no mames. Yo tengo uno.
—SO FAAAAAR AWAYYY —chilló Sídney segundos después, cuando cambiaron de canción. Para ese momento Amy ya se había guardado los chocolates por ahí y seguía abriendo los regalos extras del resto.
Entre risas, bromas pervertidas y mucho papel para envolver, las amigas continuaron abriendo los regalos hasta que llegó el turno de Leah, quien era la última. Ella ya sabía que su regalo era un hermoso Jin tamaño real por parte de Abril, pero estaba muy emocionada con abrir los demás... Como una niña pequeña, sí. Más o menos.
—¡Eh, güey! ¡Aventó mi regalo! —Se quejó Sídney desde su lugar, cuando Berenice lanzó el empaque por ahí. Sin hacer mucho caso, la joven abrió primero la pequeña bolsa de Amy; era el más cercano y el que más le importaba, en realidad.
—Es la fresa que querías en la convención hace un tiempo. —Habló la azabache cuando el regalo estaba afuera. La contraria soltó una gran risa, nerviosa y feliz de que se haya acordado de lo que quería; en realidad, ni ella se acordaba que le había gustado en ese entonces.
—Mariel me la quitará cuando la vea. Le gustan esos monitos —comenta ella, aún riendo—. ¿Huele a algo? —Preguntó, tentándose en pegar su nariz al peluche.
—No huele.
—Huele a canela. —Responde, sonriendo.
—¿Sí? —Una vez la olió, soltó una pequeña exclamación de sorpresa; ella no le había echado nada. Leah le agradeció, completamente satisfecha y alegre, con la única forma en la que pudo abrazarla debido a la posición de ambas.
—¡El amor! —Exclamó Berenice, pero nadie en ese momento se había dado cuenta.
El resto de la noche transcurrió como cualquier otra fiesta de pijamas de jóvenes de 14 años. Mucho después de que Diana se fue a su casa, las chicas fueron a dormir unas horas para no parecer muertos vivientes cuando sus padres llegaran por ellas a la mañana siguiente. Esa vez Leah había ocultado sus ganas de dormir abrazada a Amy, aún teniendo la posibilidad; se veía sumamente adorable y solo quería llenarle de besos sus mejillas.
«Mi sangre, sudor y lágrimas, mi último baile.
Tómalo todo. (2)Te deseo mucho (4)
Te deseo mucho (6)
Te deseo mucho (4)
Te deseo mucho (6)No importa si duele,
Hazlo más fuerte,
Así no podré escapar
Abrázame fuerte y sacúdeme,
Así estaré inconsciente.
Bésame en los labios, labios,
Este es un secreto entre los dos.
Soy un adicto a la prisión llamada tú.
No puede rendirme a nadie más que a ti,
Sabiéndolo bebí del cáliz envenenado.Blood, Sweat & Tears
-BTS.»
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ENTRE SECRETOS Y ANHELOS
Teen FictionSiendo compañeras desde el jardín de niños y separando sus caminos en primaria, Amy había llegado a la vida de Leah sin siquiera una complicación. Únicamente se veían en encuentros casuales en aquel pueblo aburrido. Un día, cuando todo iba prácticam...