One Shots, historias cortas del universo Marvel y sus personajes.
No suelo escribir situaciones de angustia y cuando las hay suelen terminar bien. Para sufrir ya tenemos Endgame.
Considero que tengo un estilo de escritura más bien parecido a los One...
No era ninguna sorpresa que me costara tanto dormir.
Es decir, con todo lo que sucedía diario en la torre, era completamente comprensible.
Pero ahora, con una habitación nueva y carente de mi amada decoración se me hacía mucho más difícil conciliar el sueño.
Mi habitación anterior había sido destruida por un torpe y enojado Hulk. Culpa de papá a quien le gustaba demasiado molestarlo.
Gire por quinceava vez en la cama, realmente odiaba esto. Retiré las sábanas de mi cuerpo y me levanté para caminar hacia la puerta y dirigirme a la cocina.
Quizás un te me ayude a dormirme.
O un sillazo en la cabeza.
Sirviendome un poco de té helado de la heladera oí un leve movimiento que venía del balcón del living el cual conectaba con la cocina. Dejé el té sobre la mesa e intentando no hacer ningún ruido me asome al balcón donde, al instante en que lo oí reconocí que era el.
– El aire es azul, agudo y frío. Con nieve los caminos y los campos son blancos. Pero aquí el bosque está cubierto de luz. Y en una envoltura reluc...– La puerta corrediza en la cual me había estado apoyando terminó de deslizarse cuando me deje caer más de lo debido en ella, causando que, Loki se sobresaltara y por consiguiente, se detuviera.
– Yo...–Susurré cerrando los ojos avergonzada, había sido descubierta espiando, genial.– Realmente lo siento no quería interrumpirte solo oí una voz y pensé que...– Fuí interrumpida.
–Esta bien–Murmuro sonriendo levemente– Supongo que el balcón no es de mi territorio usual.–
Asentí levanté con una pequeña mueca disgustada, hace unas semanas que Thor lo había traído con el diciendo que no confiaba en el lo suficiente como para dejarlo solo en el nuevo Asgard. Desde entonces prácticamente lo tenían encarcelado en una habitación casi desmantelada un piso arriba de la mía, a metros de la de Thor. Sabía que todo lo que hacían lo hacían con debidas razones y qué, seguramente, aún no se podía confiar en el, sin embargo, el no me caía tan mal como debía hacerlo. Siempre lo veía o incluso oía leyendo alguno de los viejos libros de la biblioteca, podía pasar horas oyéndolo leer. Noté que tenía preferencia por la poesía, más bien antigua y comencé a dejar libros de este género en su habitación cuando me aseguraba que estuviera comiendo o incluso en el baño. Si, me metía cuando se bañaba, sé cómo suena eso, pero por suerte nunca se descubrió.
–Lamento eso – Dije caminando lentamente hacia el mirando el libro que yacía en sus manos–Crystal Forest – Murmuré señalándolo y sonriendo levemente.
El, claramente sorprendido, levanto sus cejas y sonrió de lado, si bien el parecía haber cambiado, siempre parecía tranquilo al hablar, al menos que seas Thor, claro está. Todo en el, irónicamente, me inspiraba tranquilidad.
–Pensé que era el único que leía en esta torre– Murmuró soltando una leve carcajada volviendo a su lugar y acomodándose nuevamente.
–He leído cada libro de esa biblioteca– Respondí sentándome en el sofá de exterior frente a él.– ¿No podías dormir?–.
–¿No se supone que me temas?– Pregunto con los ojos pegados al libro –¿O que me mandes de nuevo a la habitación? Porque, técnicamente no tengo derecho de estar aquí–
–Bueno –Suspire recostando mi espalda sobre el sofá – Estás en mi balcón leyendo un poema de William Sharp , no te ves precisamente amenazador y de hecho, no te tengo miedo.–
El suspiró para luego, al fin, colocar sus fríos, pero hermosos ojos sobre los míos.
No le digan a papá que les dije "hermosos".
Antes de que él pudiera hablar lo interrumpí.
–¿Podrias seguir?–
–¿Disculpa?–Preguntó alzando sus cejas.
–Que si podrías seguir leyendo.– Pedí nuevamente– No puedo dormir allá adentro de todas maneras– Giré mi cabeza hacia el otra vez – Si mi presencia no te molesta, claramente .–
El pareció dudar un segundo pero, luego de esconder una pequeña sonrisa asintió y se acomodó nuevamente en el respaldo de su pequeño sillón para luego renaudar su lectura. Yo por mi lado me acomodé mirando hacia arriba.
– Porque aún en tal solemne silencio se oye en el susurro de cada cosa dormida– Hizo una breve pausa provocando que volteara a verlo y subió sus ojos a mi, dios, su voz era probablemente la cosa más relajante que habia oido jamás, y supe que podía pasar todo mis días oyendolo– Mírame, ven a despertarme– Paso su lengua por su labio superior antes de continuar– Sigo aquí todavia.–
Sin poder romper la conexión de nuestros ojos gire mi cuerpo acostado en el sillón hacia el, acobachandome y colocando mis manos como almohadas.
–Me gusta tu voz– Confesé sin saber bien de donde salía toda esa valentía.
–Me gustas tú.–
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No reconozco a este ser cursi en el espejo.
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