—Y no interpusiste demanda por vía penal.
Luna recordó las súplicas de Simón.
—Su madre estaba mal del corazón.
—Por supuesto, seguirá viva —aventuró Matteo.
—¿Cómo lo has adivinado?—sonrió Luna.
—Y, mientras, su hijo sigue amenazándote si te casas con otro hombre.
—Más o menos.
—¿Eso es todo?
Luna asintió, se puso en pie y se acercó al fregadero para lavar su taza.
Matteo la siguió cuando Luna se giró, le tomó el rostro entre manos y la besó suavemente.
—Vete a la cama e intenta dormir un poco, ¿De acuerdo?
Luna asintió y, tras subir juntos la escalera Matteo enfiló hacia su habitación y Luna se fue hacia su suite. Como debía ser.
Entonces, ¿Por qué justo antes de quedarse dormida no podía parar de pensar en él?
Luna se despertó al oír su teléfono móvil.
—¿Estás bien, cariño?
Su madre. ¿Qué hora era? ¿Las nueve?
—Acabo de leer el periódico —le explicó Mónica—. Menos mal que Matteo me ha llamado para explicarme que lo de que te quedaras ingresada en el hospital fue preventivo.
—Mamá, siento mucho no haberte llamado yo —se disculpó Luna.
—No pasa nada cariño, Matteo me lo ha explicado todo.
—¿De verdad?
Lo último que Luna quería era que su madre se enterara de lo de su compromiso por la prensa.
—Me alegro mucho por ti, hija. Matteo es un hombre maravilloso.
Oh, no. No podía soportar engañar a su madre, así que procuró que la conversación fuera breve.
Tras asegurarle que estaba bien, se duchó y se vistió y bajó a la cocina, donde encontró a Matteo sirviéndose un café mientras Judith le servía los huevos revueltos. La llamada de su madre no había sido más que la primera de una larga ristra de personas que querían darle la enhorabuena por su compromiso con Matteo.
A mitad de mañana, Luna se fue a trabajar con el ordenador a la terraza, donde daba el sol. Estaba tan a gusto allí, que no paró de trabajar hasta pasadas las cinco de la tarde. Para entonces, le dolían la espalda y el hombro, y le molestaba bastante la cabeza, así que decidió darse una buena ducha caliente, lavarse el pelo, vestirse y bajar a la cocina a preparar pan de ajo y ensalada para acompañar a la carne que Matteo quería hacer en la barbacoa.
Estaba saliendo del baño cuando oyó que sonaba el teléfono. Descolgó y nadie contestó. Silencio y respiraciones entrecortadas, jadeos. Luna sintió que el estómago se le cerraba. No hacía falta ser muy lista para deducir que era Simón, que había leído sobre su compromiso en la prensa. ¿Cuánto tardaría en volver a atacar? Luna no quería vivir así, teniendo que mirar siempre atrás, esperando que ocurriera algo. Aquello tenía que terminar.
Tras vestirse, bajó a la cocina. Al cabo de unos minutos, llegó Matteo, que se acercó y la besó en la mejilla.
—¿Por qué haces eso? —le preguntó Luna, enarcando las cejas.
—Para practicar. Mañana por la noche será nuestro estreno en público.
—Así que tendré que agarrarte del brazo y mirarte con adoración —bromeó Luna—. ¿Adónde vamos?
—Nos han invitado unos amigos a cenar en su yate.
Muy bien, no había problema, pero tenía que pasar por su casa a por ropa. El único problema era que no tenía medio de transporte y necesitaba ir también al taller.
—Gastón te llevará al trabajo y donde necesites —le dijo Matteo.
¿Acaso leer el pensamiento de los demás era otro de sus talentos? Evidentemente, aquel hombre conocía bien a las mujeres. Seguro que en la cama era pura dinamita.
«¡No debo pensar en eso!», se dijo Luna.
Cenaron amigablemente en la terraza y, después de haber recogido juntos, Luna decidió irse a dormir.
—Tengo una cosa para ti —anunció Matteo.
Una cosa resultó ser un precioso solitario de diamantes, un anillo muy caro.
—No, no puedo... —se lamentó Luna. Matteo se lo puso en el dedo de todas maneras.
—Es lo menos que se merece mi prometida.
—Pero yo no soy tu prometida.
—De momento, sí lo eres.
Luna miró el anillo y asintió.
—¿Gracias?, es muy bonito. Lo cuidaré bien y te lo devolveré en cuanto todo esto acabe.
—Considéralo esencial para nuestra obra de teatro.
—Es espectacular.
—¿No me vas a dar las gracias?
Luna lo miró inquieta y Matteo le puso las manos en los hombros y la besó en la boca. Luna no se podía ni mover.
Aquel hombre amenazaba con poner todo su mundo patas arriba y, además, la afectaba de una manera como ningún otro hombre lo había hecho jamás. Pero nada iba a suceder entre ellos porque Luna no podría soportar otro fracaso emocional.
—Deja de darle vueltas a la cabeza —le dijo Matteo acariciándole el labio inferior con el dedo.
Luna murmuró algo incoherente y salió de la cocina a toda velocidad.
ESTÁS LEYENDO
Amor Protector [Adaptación/Lutteo]
أدب الهواةNo quería casarse con él... pero necesitaba su ayuda. ღ Fecha de publicación: 28.03.19 ღ Fecha de finalización: 20.05.19 ღ Editada: 07.04.22 ღ Aclaración: Está historia ya había sido publicada en mi antigua cuenta @ruggarolbebos, la cual fue cerrada...