CAPÍTULO 15

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—¡Mamiiii!

La voz de Lucas me saca de mis pensamientos cuando ingreso a mi apartamento. De inmediato, una sonrisa culmina mis labios y antes de recibir su abrazo, me apresuro y me desinfecto con el alcohol en gel que llevo en mi bolso. Después de pasar casi tres semanas en observación en el hospital, le dieron el alta y después de todo, ya puede estar aquí, en casa conmigo y Carla.

—¡Cariño! —Le beso ambas mejillas—. ¿Cómo estás?, ¿te sientes bien?

—Sí, mami.

—Me alegra mucho oír eso. —Recobro mi postura—. ¿La tía Carla está en la cocina?

—¡Sí! Está preparando la cena.

—Bien. Dame un segundo, iré a darme una ducha y cambiarme de ropa, ¿si?

Asiente con la cabeza y me dirijo a mi habitación. Me meto dentro del cuarto de baño, abro el grifo de agua de la ducha, despojo mi ropa y me meto debajo del chorro de agua caliente que me relaja el cuerpo. Enjuago mi pelo, enjabono mi cuerpo y cuando termino, me pongo mi ropa de dormir. Al estar en casa, solo me conformo con cepillar mi cabello y dejarla húmeda para que se seque al natural.

Me dirijo a la cocina, en donde veo a Carla preparando la cena.

—Hey —me saluda mientras corta las verduras y me uno a la acción. Cojo un cuchillo y la ayudo con la tarea—. No es necesario...

—Solo quiero ayudarte. —Esbozo una sonrisa. Noto que se me queda mirando, estupefacta—. ¿Qué?

—Nada... —Niega con la cabeza—. Es que... llevaba mucho tiempo sin verte sonreír de forma genuina. Me alegra que te encuentres mejor.

—Gracias —murmuro.

La ayudo con la cena, pongo la mesa, Lucas se aparece y lo acompaño a desinfectarse las manos. Regresamos a la cocina, Carla ya sirvió la cena y procedemos a cenar. En medio del proceso, hablamos con Lucas. Se ve feliz. Me hace feliz verlo así.

Su felicidad es la mía y tenerlo en casa se siente como un ápice de tranquilidad y normalidad. Se siente bien, distinto y normal.

Sin embargo, no dejo de pensar en Jackson, en su llegada y la forma en la que me tocó. Si el señor Haste no hubiera llegado a tiempo... tal vez no hubiese regresado a casa, tal vez él me hubiera... El pensamiento me deja asqueada y me produce repulsión. Solo quiero que me deje en paz. ¿Qué tan complicado es entender que solo quiero vivir mi vida con tranquilidad después de tanto sufrimiento? Jackson hizo lo que quiso conmigo, me utilizó, se rio y se burló de mí de la forma más cruel posible. Yo confié en él.

Después de cenar, acompaño a Lucas a su habitación que, cabe destacar, me encargué muy bien de desinfectarla con mucho cuidado. Me desinfecto las manos antes de tocar cualquier cosa que esté en la habitación.

—Ve a cepillarte los dientes —le digo—. Te esperaré aquí.

Asiente con la cabeza y se mete dentro del cuarto de baño. Mientras tanto, recorro la habitación con la mirada. Llevaba tanto tiempo sin entrar aquí, después de que lo internaran en el hospital no tuve el valor suficiente como para entrar a la habitación, las veces que traté de hacerlo rompí en llanto porque su ausencia era un constante martirio.
Lucas regresa al cabo de unos segundos y le ayudo a despejar el edredón. Se recuesta sobre la cama y lo cubro con las cobijas. En su mirada veo los ojos de Jackson, se asimila mucho a él, pero estoy conforme con saber que no son la misma persona.

—Mamá.

—¿Si?

Me inclino un poco hacia él.

—¿Ya no tendré que regresar al hospital? Quiero quedarme aquí.

Todo Por Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora