Eveline
Sorprendentemente, después del plantón de William, no he vuelto a verlo por dos semanas. Me ha parecido extraño y no quise hacer muchas preguntas al respecto, pero he oído que tuvo que viajar a Italia a ultimo momento.
Me pregunto si esa ha sido la razón por la cual nunca llegó al restaurante. Al menos podría haberme dado una explicación.
—Te noto ida —dice Gillian, quien se encuentra en mi oficina haciéndome compañía.
—Sólo pensaba. Tengo muchas cosas en mente.
—Se nota —ríe—. ¿Piensas en el señor Haste y su ausencia? Todo ha estado más tranquilo desde que se fue.
Excepto para mí. ¡El maldito se fue de un momento a otro y me dejó una desastrosa oleada de trabajo! No he dejado de recibir llamadas desde la mañana hasta ahora.
—¡Gillian! —protesto ante lo que dice—. No. No pienso en él.
Se cruza de brazos, sonriente.
—Oh, vamos... Eso explicaría tu mal humor.
—No estoy de mal humor.
—Por favor, Eveline, tienes cara de perro rabioso desde que pusiste un pie aquí. Puedes ser franca conmigo.
Aparto la mirada del ordenador para poder verle. Tal vez si tenga humor de perros, creo que hoy no ha sido mi día. Jackson ha ocupado gran parte de mis pensamientos, aún recuerdo el miedo que sentí cuando ese coche me persiguió.
—Tengo mucho trabajo ahora mismo, William se ha ido sin explicación alguna y además, me ha dejado plantada.
Arquea una ceja al oír lo que digo.
—¿Te ha dejado plantada?
Asiento.
—Fui una idiota al invitarlo a cenar y... Me quedé sentada como una idiota esperando a que viniera, pero eso eso nunca pasó.
—¡¿Aceptó ir a cenar contigo?!
Se lleva las manos a la car, sorprendida.
—Ajá.
—¿Ajá? ¿Eso es todo? El William Haste aceptó ir a cenar contigo...
—Y me dejó plantada —agrego, sonriendo irónicamente.
—¡Pero él nunca acepta ir a cenar con nadie!
—¿Cómo sabes eso? —interrogo y me guiña un ojo.
—Querida, llevo más tiempo de lo que crees en este edificio.
Mis latidos se aceleran y me repito que no debo crearme ilusiones. Es solo sexo.
—Aún así, eso no significa nada.
Vuelvo a enfocar la mirada en el ordenador y ella ríe.
—Tratas de evadir los sentimientos. Chica astuta, me gusta —dice—. Mierda, ya es tarde. Debo irme y tú también.
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Todo Por Mi Hijo
RomanceDUOLOGÍA TORMENTO - LIBRO I El dolor, la pena y la pérdida fueron inminentes protagonistas en la vida de Eveline Morrison durante años en los que sufrió al ser repudiada por las personas que más amó; su familia. Sin embargo, siguió adelante con su v...