CAPÍTULO 16

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—¿Los Ángeles? —mascullo. No escondo mi sorpresa.

Siento que palidezco por completo. Había olvidado ese detalle, ese detalle que me habían dicho. A veces hay que viajar y al ser su secretaria, me veo obligada a acompañarlo.

—¿Tiene algún inconveniente?

—Para nada, solo me tomó por sorpresa. ¿Cuándo es la fecha exacta y la duración del viaje?

—El lunes que viene, el vuelo sale a las ocho de la mañana. Mi chofer la recogerá y la llevará hasta el aeropuerto. Estaremos allí por dos o tres días como mucho. Eso es todo.

No me deja preguntar nada más, pues se da la vuelta y abandona la habitación. Me llevo las manos a la cara y reprimo las ganas de gritar del estrés. ¿Qué es lo que haré ahora?

Tengo que hacerme cargo de Lucas, él acaba de llegar a casa y yo tendré que viajar. Sé que es un viaje corto y el destino no se encuentra muy lejos, pero aún así, quería quedarme aquí en Nueva York.

¿Qué se supone que haré ahora?

Carla tiene trabajo y no podrá quedarse vigilando a Lucas... Es decir, a veces puede quedarse, pero... no creo que pueda todo el tiempo.

Mierda. Debo conseguir a alguien que me dé una mano con esto. Intento dejar mis pensamientos a un lado y me pongo a trabajar antes de que mi jefe aparezca nuevamente y me vea haciendo absolutamente nada por pensar demasiado. Podría despedirme muy fácilmente.

Mi jornada laboral se basa en eso; acompañar al señor Haste a reuniones, agendar nuevos acontecimientos, hacer llamadas y anotar. Cuando empieza a anochecer, mi jornada laboral llega a su fin. Recojo mis pertenencias y bajo a la primera planta del edificio que está un tanto deshabitada.

Camino hacia la salida, pero una voz me interrumpe.

—Señorita.

Volteo y allí la veo a Camille. Lleva un vestido ajustado y trae su cabello rubio suelto, esta vez lo tiene ondulado. Sonríe con diversión mientras me examina con la mirada. En definitiva, creo que nunca voy a lograr entender por qué esta mujer sonríe tanto al verme.

—Señorita.

Le correspondo el saludo y me marcho.

Cuando llego a casa, dejo mis pertenencias a un lado, me desinfecto las manos y me cambio de ropa antes de ir a saludar a Lucas, quien se encuentra en la sala de estar con la mirada puesta en la televisión.

Se percata de mi presencia a los pocos segundos y corre a saludarme, lo cual logra elevar mi humor notablemente.

—¡Mami! —exclama y me agacho a recibir sus besos— Te extrañé mucho.

—Yo también te extrañé, hijo.

Sonrío y le acaricio la mejilla.

—¿Carla está en la cocina?

—Sí.

—Iré a verla.

Me dirijo a la cocina, en donde hallo a mi amiga con la mirada puesta en su teléfono.

—Eveline —nota mi presencia.

—¿Qué haces?

—Hablo con Harmony.

¡Harmony! Podría pedirle su ayuda a ella. Al fin y al cabo, era ella quien solía hacerse cargo de Lucas antes.

—¿Por qué tienes esa cara? —interroga, sonriendo.

—Tengo que acompañar al señor Haste a un viaje a Los Ángeles.

—¿Los Ángeles? —asiento—. ¿Y cuál es el problema?

Todo Por Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora