CAPÍTULO 20

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—Señorita Morrison. —La voz del señor Haste hace que me levante de mi lugar.

Es otra de las pocas veces en las que entra en mi oficina y me pregunto qué necesitará ahora.

—¿Si?

—Vámonos.

¡Cierto!,¡lo olvidé! La reunión. Hoy nos reuniremos con el señor Baker.

—Claro.

Salimos de la oficina, tomamos el ascensor y abandonamos el edificio. Caminamos hasta llegar a la limusina que nos espera y Matthew nos abre la puerta, invitándonos a entrar. Cuando nos metemos dentro, el vehículo arranca a los pocos segundos y el silencio se hace presente de nuevo.

De repente, noto que su teléfono empieza a vibrar, advirtiendo de una llamada entrante a la que el señor Haste le echa un vistazo antes de rechazar. Es extraño verlo rechazar llamadas porque generalmente las acepta.

¿Estará escapando de alguien?

Por alguna extraña razón, Camille se me viene a la cabeza. Es rubia, alta, esbelta y voluptuosa. Si lo empiezo a considerar, cumple con el estereotipo de la típica mujer que estaría con un hombre como William Haste. Dejo los pensamientos a un lado y me permito cerrar los ojos durante un instante. Todavía estoy cansada. Después de la reunión, me puse a trabajar y no paré ni un solo segundo.

Abro los ojos cuando la limusina se detiene, Matthew y otro chofer nos abren las puertas del vehículo. Les agradezco a ambos mientras que el señor Haste se queda en silencio e ingresamos dentro del lujoso edificio perteneciente al señor Baker. Pasamos por la recepción, tomamos el ascensor y finalmente, llegamos a la sala de reuniones que se encuentra ubicada en la última planta del edificio.

Saludamos al señor Baker de manera formal, nos sentamos y empiezan las conversaciones de dinero, terrenos, negocios y muchas cosas más. Esta vez, le pongo atención a todo, oigo de los asuntos que hablan, hago lo que el señor Haste me indica y aporto un poco cuando es necesario. En el proceso, admiro la facilidad del señor Haste a la hora de desenvolverse en este tipo de negocios frente a tantas personas. Su inteligencia cuando se trata de su trabajo a veces me da sin palabras, es hábil. Tiene el carácter perfecto para todo esto. Es como si él estuviera destinado a ser esto, el mismísimo William Haste reconocido por su exitoso trabajo y su persona.

Después de un par de horas, la reunión finaliza y nos despedimos del señor Baker.
Cuando salimos del edificio nos quedamos en la acera, esperando a que la limusina regrese para recogernos. El señor Haste hace una corta llamada y volvemos a quedarnos en silencio. Escondo mis manos en mis bolsillos cuando el frío reaparece e inspecciono un poco el ambiente con la mirada para matar el tiempo.

La tarde pasó más rápido de lo normal y está empezando a oscurecerse.

—¿Trajo todas sus cosas? —interroga.

—No. Olvidé mi bolso, pero...

—Recoja sus cosas y la llevo a casa.

No es una sugerencia, es una orden.

—Ya le dije que tengo un co...

—Cuidado —dice, de repente.

Frunzo el ceño. ¿Qué le pasa? ¿De qué habla?

—¿Disculpe?

Entonces, todo sucede muy rápido cuando un coche, específicamente, una berlina negra pasa por nuestro lado a toda velocidad. No logro ver muy bien, ya que el señor Haste se me abalanza encima, pero oigo algo que me deja paralizada...

Dos disparos.

Disparos...

Cierro los ojos con fuerza y los abro. La berlina negra sigue su curso y se aleja hasta que la pierdo de vista. Un escalofrío me recorre el cuerpo. ¿Qué mierda fue eso? En mi cabeza, solo se repite un solo nombre y temo lo peor.

Todo Por Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora