William
Me di cuenta del control que tengo sobre las personas desde hace tiempo. Se me da fácil. Supe que iba a ser lo que soy ahora cuando vi a ese hombre haciendo su trabajo en esta misma empresa. Sus ojos me inspeccionaban cada vez que llegaba a su despacho en compañía de su mujer y notaban mi curiosidad por todo el mundo de negocios.
Y un día me lo dijo.
«Serás grande, William Haste».
Las palabras de Edward fueron un detonante. Él siempre logró despertar mi interés. Nunca abusé de mi control, pero con el pasar del tiempo, las cosas cambiaron bastante.
—Una altura máxima de 541,3 metros sería lo correcto.
La voz del señor Owings empieza a darme jaqueca. Solo quiero mandarlos a todos a la mierda y encerrarme en mi oficina.
—Con 94 plantas y una azotea de 417 metros, no estaría mal.
—O una azotea de 426 metros —opina otro.
—Se equivocan, lo ideal sería un bulletproof glass, acero y aluminio como material. Una azotea de 417 metros sería una completa pérdida de tiempo para un proyecto tan importante. —El señor Owings se opone—. Señor Haste, insisto, una azotea de 426 metros terminaría con el espacio, sería una pérdida de tiempo.
Este tarado me cree estúpido. Ya me está comiendo los huevos con su constante interés en que yo tome la palabra. Quiero irme a la mierda. Me inclino sobre mi asiento para callar bocas, todos empiezan a fastidiarme.
—No coincido con ninguno de ustedes. Teniendo un terreno tan grande, ustedes están diciendo medidas bastante desacertadas. —Me miran como idiotas—. ¿Por qué no una altura de 427 metros y 98 plantas?
—Pero, señor... eso es imposible —dice Owings.
—¿Por qué? Que usted crea que es un fracaso no quiere decir que yo también lo sea. Consigo todo lo que quiero y no importa qué tan difícil sea, sino, pregúntele a mis socios y tendrá la respuesta. Es mi empresa, se hace lo que yo diga.
—Claro —murmura el señor Owings, pasmado.
De repente, mi mirada se traslada a la mujer que ha estado en completo silencio; la señorita Morrison. Está mirando a la nada y me pregunto qué carajos es lo que hace, ¿esperar el tren imaginario?
—Señorita Morrison, ¿hay algo que quiera añadir? ¿Está escuchándonos?
La miro fijamente y noto que trata de evadirme. Me he dado cuenta de que logro incomodarla con una sola mirada. Debería sentirme mal por ello, pero solo consigue engrandecer mi poderío.
—Sí.
Quiero que abra la puta boca y hable, sino, lo hago yo a las malas.
—¿Está de acuerdo con una altura de 472 metros? ¿Quizá quiera decir algo?
—Pienso que el señor Owings acertó al decir la idea de una azotea, pero la medida fue tomada incorrectamente —dice—. Una azotea sería una buena decisión, pero sólo si las medidas se toman bien.
—Quizá una azotea de 287,9 metros sería una decisión bastante aceptable. La altura máxima podría coincidir con 365,8 metros, esa opción sería aceptable también. Las medidas que están en este plano del señor Seinuk tampoco están desacertadas, pero podría aprovecharse de maneras diferentes.
Todos la miran como carne fresca y yo me conformo con repetir en mi cabeza lo que acaba de decir. Tiene algo de razón. No entiendo por qué no habla si lo sabe.
—O quizá una altura máxima de 219
metros y una azotea de 229 metros, también sería una buena decisión. ¿No es así, señorita Morrison? —Emprendo un desafío. Quiero debatir con ella.
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Todo Por Mi Hijo
RomansaDUOLOGÍA TORMENTO - LIBRO I El dolor, la pena y la pérdida fueron inminentes protagonistas en la vida de Eveline Morrison durante años en los que sufrió al ser repudiada por las personas que más amó; su familia. Sin embargo, siguió adelante con su v...