Eveline
Me quedo en blanco, trato de procesar lo que se me acaba de decir, pero en mi cabeza suena como algo imposible.
«Estás embarazada».
No, no lo estoy. No puedo estarlo. Además, he tomado los anticonceptivos. No puede estar pasando.
—¿Qué...? —murmuro.
—Así es, Eveline. Tienes dos semanas de embarazo.
Paso saliva.
—No puede ser. Yo... Tomé las pastillas, debe ser un error.
Tiene que ser un error.
—¿Te gustaría ver los resultados? —interroga el doctor.
Asiento. La enfermera me tiende los papeles y ahí lo leo, plasmado en una hoja de papel.
Embarazo: Positivo.
No es un maldito error. Está en mis narices. Estoy embarazada. Suelto los papeles y miro al doctor.
—¿Se pueden hacer intervenciones?
El doctor y la enfermera comparten una mirada.
—¿Quieres interrumpir el embarazo? —interroga el doctor.
Cierro los ojos durante un segundo. Esto es una maldita pesadilla, no puede ser real.
—Yo... Debo pensarlo.
—Como quiera. La dejamos a solas.
Salen de la habitación.
Me quedo a solas en la habitación, con el silencio que reina entre mis propios pensamientos y yo.
Estoy embarazada.
Lo repito en mi cabeza una y otra vez hasta que los ojos se me llenan de lágrimas. No pude haber cometido este error, no ahora cuando Jackson me pisa los talones y William y yo ni siquiera somos algo.
Las lágrimas me recorren las mejillas. Me siento como una idiota. Estoy embarazada de un hombre cuya única relación que mantiene conmigo es sexo. Me pregunto cómo reaccionaría si se lo dijera. Me llevo las manos a la cara. Lo mejor sería interrumpir el embarazo. Pero antes, debería decírselo al padre, hablar con él acerca de esto.
Me limpio las lágrimas y me reincorporo sobre la cama. Llamo a la enfermera, hablo un poco con ella acerca del proceso de interrupción del embarazo y luego me dan de alta.
Una vez me visto, salgo de la habitación, observo la sala de espera y... Mi corazón se acelera al ver a Matthew sentado. ¡No puede ser! ¿Y si le dijeron de mi estado?
—Señorita Morrison.
Se pone de pie al verme.
—Matthew... ¿Qué haces aquí?
—El señor Haste me ordenó quedarme —dice—. ¿Se encuentra bien? ¿Qué le dijo el doctor?
Parece que a él no le informaron de nada.
—Es un leve cuadro de anemia. Me recetaron suplementos de vitamina B.
—Me alegro que se encuentre bien —dice y me hace un gesto con la mano—. Vamos, la llevaré a casa.
Lo sigo a la salida del hospital, me abre la puerta de la limusina y el vehículo arranca a los pocos segundos. Afortunadamente, mis pertenencias están aquí en la limusina, por lo que, no tengo ir a Haste Corporation por ellas.
En el trayecto del viaje, la cabeza no me deja de dar vueltas con respecto a lo que acabo de enterarme. Estoy embarazada. Me atrevo a lentamente llevarme una mano al vientre.
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Todo Por Mi Hijo
RomansaDUOLOGÍA TORMENTO - LIBRO I El dolor, la pena y la pérdida fueron inminentes protagonistas en la vida de Eveline Morrison durante años en los que sufrió al ser repudiada por las personas que más amó; su familia. Sin embargo, siguió adelante con su v...