CAPÍTULO 60

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William

Maldita hija de puta, como me la vuelva a atravesar en el camino me va a conocer verdaderamente cuando la mate.

Edward tenía tanta razón.

Soy un imbécil.

No hay nada que deteste más que a los traicioneros y ella contó con la suerte de que no le rompí el cuello a la primera que me enteré de su traición.

Si la encuentro, la mato. La mato, joder. Estrello el vaso de whisky contra la pared mientras la maldigo una vez más. Maldita traicionera.

Me sirvo otro vaso de whisky y el teléfono de línea empieza a sonar. Ni siquiera quiero cogerlo, pero lo hago.

—¿Qué?

Señor Haste, soy yo.

Mi investigador privado.

—¿Qué quieres? No tengo tiempo.

Ya tengo la información que me pidió.

—Muy tarde —digo—. Ya no la necesito.

Se la enviaré por correo electrónico...

Cuelgo la llamada. Me importa una mierda. De repente, la puerta de mi oficina se abre abruptamente y ni siquiera puedo hablar cuando Kimberly da un portazo y me voltea el rostro de una bofetada limpia.

—¡¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando?! —me grita—. ¡Despediste a Eveline! ¡La hiciste llorar!

—¡No te metas!

—¡Me meto todo lo que quiero! —Me apunta con el dedo índice en el pecho—. ¡Eres un troglodita, un desalmado de mierda! ¿Cómo te atreves a tratar así a la única persona que te hace sentir como un ser humano por primera vez en años?

—¿Y quién eres tú para asumir eso?

Me mira, más furiosa que nunca.

—Soy tu hermana, yo te conozco —dice—. Y tu actitud me decepciona muchísimo.

Me bebo el trago de whisky de un solo sorbo.

—¡Es una traidora, Kimberly! ¡¿Qué esperabas que hiciera, que la diera un beso en la mejilla y la felicitara por vender información de mi empresa?!

—¡Ella no es una traidora!

—¡Ella es una traidora y punto! —grito—. ¡Es la mujer de Jackson Bogdánov y si tú no quieres aceptarlo es tu jodido problema, no el mío! 

—¿De qué estás hablando?

—Jackson Bogdánov me dijo la verdad; es una espía.

Niega con la cabeza.

—No te creo.

—Me importa una mierda —espeto—. Yo solo me encargo de decirte la verdad y acabo de hacerlo. 

—¿Cómo estás tan seguro de que es la mujer de Bogdánov?

—Me lo dijo el propio Jackson.

Me mira, decepcionada y sacude la cabeza.

—Pues yo no lo creo.

Dejo el vaso de whisky a un lado y me acerco a ella.

—Eres una obstinada.

—Y tú un idiota por no haber hablado con ella primero como una persona racional —dice—. William, una mala experiencia no mete a todos en la misma bolsa. Te estás dejando llevar.

Todo Por Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora