Samantha
Entré a clase seguida de Julieth. Teníamos puesto un orden por compañeros, eran mesas de dos. A Julieth la pusieron al frente y a mí me dejaron el final, querían separarnos para que no nos distrajéramos.
Caminé hasta mi mesa, y sentada en la silla me quedé mirando por la ventana, hasta que escuche que alguien entró, no me giré, pero escuché los murmuros de la gente.
—Tan sexy y tan guapo, quién pudiera estar con él.
—Es todo un Playboy.
No me tenía que girar para saber de qué bobo hablaban, desde que volvió ese chico es de lo único que se habla, parece ser lluvia para estar mojando a todas a cada rato.
La verdad nunca he tenido interacción con él, sabía que se juntaba a veces con los del club, pero no tenían una gran alianza, y tampoco ha pasado mucho tiempo por aquí, va de chico misterioso, pero solo por lo que oigo me parece un engreído.
—Rubia —escuché una voz a mi lado.
No puede ser verdad.
—¿Estás perdida en tu mundo de princesas? —bromeó.
—¿Perdón? —me giré hacia él mirándole a los ojos marrones color miel, el maldito goza de atractivo realmente.
—Perdonada, soy Nathaniel. —se presentó.
—¿Está es tu forma de hacer mojar a las tías? —levanté una ceja.
—¿Quién te ha dicho que te quiero hacer mojar? Creída —arrugó su rostro.
—¿Y lo dices tú? Vienes aquí con ínfulas a llamarme “princesa”.
—Dije que estás en su mundo, no que lo fueras —me guiñó un ojo.
—Imbécil —susurré con un tono que pudiera escucharlo.
La clase comenzó y a pesar de intentar prestar atención, me distraía con facilidad observándolo, él cuál se divertía viendo cómo las chicas morían cuando esté sí quiera le dedicaba una mirada.
—Eh, rubia —me llamó la atención.
—¿Qué quieres? —le respondí.
—Nada —me miró como si estuviera loca.
—No, dímelo —insistí.
—¿El qué? —se hizo el loco.
—No finjas que no lo sabes ¿Qué es lo que quieres? —volví a preguntar.
—A tí —me susurró.
—¿Qué? —me atraganté con mi saliva.
—Tu nombre, yo ya me he presentado.
—Ah, soy Samantha —fingí una sonrisa sintiendo como si estuviera volviéndome loca por lo que escuché.
—Me gusta más “princesa”.
—¿No que no lo era? —rodé los ojos.
—Si te portas bien —me insinuó.
—¿Y sí no quiero? —le provoqué siguiendo su juego.
—Te enseñaré a comportarte —aseguró con firmeza.
—¿De qué forma?
No respondió, así que le ignore mirando al frente.
—¿Qué te ocurre? —preguntó con su mirada fija en mí.
—¿Por qué lo dices?
—Mírame —ordenó.
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Amar hasta quemar
Romance~"Á𝔪𝔞𝔪𝔢 𝔥𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔮𝔲𝔢𝔪𝔞𝔯𝔫𝔬𝔰 𝔢𝔫 𝔢𝔩 𝔦𝔫𝔣𝔦𝔢𝔯𝔫𝔬". Los polos opuestos se atraen, pero los que arden y juegan en el mismo nivel se desean hasta permaneciendo en el infierno. ¿Quién dice que los que son de la misma astilla no combi...