CAPÍTULO 23

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Samantha

S[Sí, quiero comunicarme con el preso Alexander Borris]

—¿Qué mierda estás haciendo?

[Disculpe pero no tenemos ningún preso con el nombre que usted ha formulado, debe de haberse equivocado]

—Samantha, ¡Cuelga!

S[Es urgente, por favor necesito comunicarme con él]

—Escúchame joder —se intentó acercar a mí pero me alejé aún haciéndome daño.

[El nombre que usted está indicando no consta como preso en esta cárcel, estoy buscándolo en el ordenador pero no hay nada]

S[Alexander Mickel Borris, pruebe ese nombre]

—¡Alexander no está en la cárcel!

[El nombre que me indica es de un preso que salió en libertad condicional ¿Desea saber algo más?]

El teléfono cayó al suelo.

[¿Hola?]

Alexander

—La perra no sabe lo que le espera —observé el teléfono que grababa distintas partes de la casa de Samantha.

—Me entristece que el cristal no le hubiera cortado el cuello.

—Solamente es un susto y una venganza a esos dos mierdas, no te excedas de más.

Me miró dándome una sonrisa oscura y siniestra.

—Pasemos a la siguiente fase.

Dentro de nada tendré nuevamente a mí puta de rodillas, como debe de estar y no con quien no le conviene. Y si no le gusta, se jode y sufre a mí pesar.

Samantha
Mi cuerpo temblaba y se tambaleaba por la sangre que estaba perdiendo. Nathaniel se acercó nuevamente y sin pensarlo dos veces se rompió un trozo de camisa para arrancarme el cristal más grande que habia en mi muslo y rodear el muslo con la tela mientras hacía presión.

—No te muevas.

Le hice caso temblando presa de la impotencia con los ojos llorosos.

No aguantaba más estas basuras, no aguanto más estas estupideces, quiero acabar con él con mis propias manos. Me arrepiento una y otra vez de no haberme defendido como pude de ese tremendo cabrón.

Me llevó con cuidado al coche, acelerando lo más rápido posible hasta bajarme del coche llegando al hospital donde trataron mis heridas.

—Su acompañante pregunta por usted, ¿Lo dejo pasar?

Asentí y abrió la puerta dándole paso a Nathaniel que me miraba serio.

—Le hemos vendado las heridas, solamente eran cortes superficiales no ha ido a más, la única que podría haber sido grave es la de la pierna y le hemos puesto un par de puntos.

—Levántate que nos vamos.

—La señorita necesita reposo.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora