CAPÍTULO 18

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Nathaniel

Después de salir de aquel despacho lleno de papeles fraudelentos sabía cuál era mi siguiente paso, destruir a los Borris. Se mofan de la fama que obtenían gracias a mí ya que no me decidí en recoger el puesto que me pertenece en herencia de mis difuntos padres.

Pero es algo que estará en mi poder, no el de ellos, por lo que será exclusivamente para mí y para quien se me plazca.

Salí en búsqueda de una persona, mi torturadora mental más placentera, viendo cómo subía las escaleras aproximándose al que era el cuarto de Alexander.

Entré disimuladamente detrás de ella y cerré las puertas.

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Verla medio desnuda solo hacia estragos en mi garganta y calentaba mi polla engrosandola con solo su mirada sobre la mía.

—Maldita torturadora —me subí encima de ella quitándome la ropa quedando en bóxer. —Me enloqueces y lo que te ganas es que te folle aquí mismo de una vez.

Pasé los labios por su cuello dejándole pequeños chupetones, subiéndole los brazos arriba y sujetandolos solamente con una mano mientras iba por su boca dándole un beso profundo para morderle sus labios tentadores.

—Maldita delicia —bajé hasta sus pechos magreandolos con una mano y chupeteandolos. —Toda mía, Samantha Browner, Mía.

Su respiración se aceleraba mientras deslizaba su mano hasta mi bóxer sacando la polla de ellos.

—Todo mío, Nathaniel Lorrer'l —deslizó la mano sobre mi polla.

Su mero tacto hacía que se me fuera la cabeza a otro lugar, no estábamos en la casa del alcalde, estábamos en en el maldito infierno y lo disfrutábamos como buenos demonios.

Dejé sus pechos subiendo a su rostro, viendo cómo me miraban esos ojos felinos color verde, que pedían que la abriera de piernas y como acto de devoción aparté la tela del tanga con una mano, mientras que con la otra me sostenía el tallo enterrandola en ella sin ningún miramiento.

Entró con facilidad al estar tan mojada, dándome paso al abrir más las piernas necesitada del deseo que nos abarcaba.

Me deslizaba en ella explorandola en sus adentros, mientras apretaba con fuerza su tanga a cada estocada que hacia que el ritmo acelerará.

—Nathaniel —gimió mi nombre mientras arqueaba la cabeza presa del placer que la abarcaba.

Viendo su reacción hacía que le diera aún más duro, quería escucharla gemir hasta no poder más, sin importarme quién estuviera detrás de aquella puerta. Seguía con su tanga en mi mano el cuál de la fuerza que desprendía se rompió en mis manos.

Así que me agarré a sus nalgas con embestidas certeras, que soltaban mis gruñidos y sus gemidos en una ola de calor que arrasaba mis sentidos con tal de romperla en esta puta cama. En la cama de su novio Alexander.

El morbo de con quién me estoy acostando me ponía enfermo, queriendo más y más mientras estaba en su interior.

Sentía el calor que envolvia mi miembro mientras más entraba en ella,parecía estar hecha para mí. Su interior era tan placentero que esté me experimentaba una llama en mí, que me recorría del pecho al miembro, logrando hacer que estuviera a punto de la eyaculación con tan solo ver como se la enterraba y como disfrutaba en medio de gimoteos.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora