CAPÍTULO 29

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Samantha

Nathaniel me apartó llevándome tras él. Me interpuse antes de que ocurriese nada metiéndome en medio de los dos.

—No lo hagas —dije aferrandome a su camiseta—. Estamos en público.

—Parece ser que no estemos en público cuando caes en brazos de otro —lo desafió con la mirada—. ¡Todos, fuera de aquí!

Quiso apartarme pero me volví a interponer, haciendo que me mirase a los ojos destilando en mí odio y sentimiento. La música cesó por el espectáculo que estábamos dando, haciendo que la gente se amontone a escuchar la conversación.

—No sabía que era tu pareja —se excusa el chico.

—¿Te ha besado también para convencerte del diálogo?

Moví la cabeza en señal de negación, marchándome molesta con Scarlett viniendo tras de mí.

—Samantha, ¿Estás ahí? —entró a la habitación en la que me encerré.

No le respondí y se acercó con un vaso que me entregó. Estaba repleto hasta el borde de ron.

—Esto te hará sentir mejor.

La puerta se abrió haciendo que Scarlett se levantara pasando por su lado y mirándome una última vez con una sonrisa de medio lado. Me moví dejando el vaso en la mesilla de noche para luego volver hacia él.

—¿Vienes a restregarme lo del beso? Puedes largarte.

Se acercó a mí y me eché hacia atrás tocando con la parte de atrás de la cama.

—No, vengo a que aclaremos las cosas.

—¿Aclarar las cosas? No hay nada que aclarar.

Se apegó aún más a mí, haciendo que elevará el rostro a su nivel. Era bastante alto por lo que su sombra me tapaba.

—Nadie va a salir hasta que uno no hable.

El ambiente se cargó de calor.

—¿Y si no quiero salir? —le miré a los ojos y sentía su respiración en mi nariz

—Pues no salgas.

Lo giré, quitándole la chaqueta de cuero y bajando las manos a su abdomen, subiendo lentamente la camiseta que le terminé sacando para luego tirarla al suelo. A la vez me bajó la falda de cuero y lo empujé sobre la cama montandome encima de él.

—Hablemos —dijo dándome mordiscos en el hombro.

—Hagámoslo.

Amalia

Gracias a mi amorcito por su estancia conmigo y alcoholismo estando borracho con el pensamiento en esa zorra, hizo que me replanteara la idea de coger lo que es mío.

Lo que me debió de dar y lo que me dará, pero prefiero adelantarme a los acontecimientos. Antes de que las sucias manos de esa ingrata sean las que toquen cada centímetro de aquel brillo.

Cierro los ojos apretandolos sopesando lo que haría con ella de tocar lo que es mío. Su pelo será un trofeo que colgaré en mi habitación.

Doy pasos silenciosos, percatandome de estar en la finca en la que estuve hace años atrás y sonrio victoriosa al estar segura de ello.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora