CAPÍTULO 22

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Samantha

Volví a la habitación y cuando salió le miré pensativa. No sabía si contárselo o no, pero sé que podría ayudarme.

—¿Qué te ocurre? —preguntó al verme así.

—¿Puedes rastrear un móvil?

—Yo no, pero Logan sí.

—Pues tenemos que hablar con él.

—¿Me quieres poner un GPS o algo?

—No es eso, es que... —cruzó los brazos. —Es complicado.

—Y lo será más como no te expliques.

Suspiré, sabía que debía decírselo.

—He recibido una especie de aviso en el teléfono...

—¿Te preocupa que te aparezca pantalla de carga? —me interrumpió.

—Hablo en serio, era un mensaje que hablaba en clave sobre algo relacionado conmigo o... nosotros.

—Estarás abonada a alguna revista absurda y te saldrán esos mensajes.

—Escúchame, decía “Hay veces que la presa cautiva al cazador y manipula con sus carnes, con lo que vuelve agua su boca, pero cuando la presa escapa, la búsqueda continúa, y cuando la encuentra un tiro basta para nublar su vista, A”

—Tiene pinta de que yo soy el cazador —se acercó a la cama.

—O Alexander.

Su rostro se volvió serio.

—Esa basura no sabe ni que hacer con su miserable vida como para cazarte a tí.

—¿Y si es una amenaza?

—Está en la cárcel, de ahí no es tan fácil mandar nada.

—Sí, si es que tiene algún amigo fuera.

—Lo que decía, no es él, ni que tuviera alguien que lo soportase.

—Venga ya, sé que lo odias y yo también pero tenía contactos.

—Sus contactos eran por dinero, pero ahora ya no tiene.

Me quedé callada pensando y se apegó más a mi, atrayendome a él con su brazo, mientras colocaba mi cabeza en su pecho.

—No te pongas así princesa, no dejaré ni siquiera que te rocen.

—No es por eso, puedo defenderme, pero quiero saber quién es y qué busca —levanté el rostro para verle la cara.

—Busca dañar, pero ya estábamos dañados de antes —me hace reír y vuelvo a acostar mi cabeza sobre él. —Duerme que mañana hay que madrugar.

—Dirás hoy.

—Sí eso.

Cerré los ojos mientras todo se oscurecia a mí alrededor.

~

Me encerré en el baño y saqué el teléfono para llamar a Julieth, no sabía de ella desde hace tiempo y tenía que contarle ésto. Era la única amiga que confiaba y en estos momentos me hacía falta.

—Cógelo joder —susurré.

—¿Samantha?

—¡Ya salgo!

No me respondía las malditas llamadas y no sé de qué será capaz ese hijo de la gran puta. Me eché agua en la cara y después me seque con la toalla, para luego salir y ser apresada por Nathaniel contra la puerta.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora