CAPÍTULO 16

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Samantha

Entreabrí los ojos viendo el rostro del hombre que me desata las ansias de querer estar arriba de él en este preciso momento, pero me acomodé y volví a cerrar los ojos, mientras mis párpados comenzaban a pesar y mi mente se volvía en negro.

A la mañana, me desperté y ya no estaba a mi lado. Ni él, ni mi teléfono, me levanté enfurecida buscándolo por toda la casa. El maldito se ha debido de llevar el teléfono.

No estaba aquí así que decidí darme una ducha y ponerme un body negro con un pantalón vaquero azul acompañándolo de una chaqueta vaquera. Me ajusté las deportivas y cogí mi moto marchando hacía el instituto.

Me crucé con Julieth que estaba hablando con el amigo de este.

—¿Dónde está? —dije embravecida.

—¿Nathaniel? No ha venido hoy —me confirma su amigo.

Cuando lo veo se va a enterar, necesitó tener el teléfono, no sé en qué momento llamará mi madre para decirme por qué la he cagado con el maldito de Alexander.

Me llamaron en el altavoz pidiendo que fuera al despacho del director.

Respiré hondo y caminé hasta la sala en la cual se encontraba, entrando no sin antes haber tocado a la puerta.

—Pase.

—Dígame —dije ya sabiendo lo que pasaría.

—Su pareja ha dado testimonio de que buscabas influencias de él para avanzar de curso.

—No buscaba ninguna influencia, estoy esforzándome por este curso.

Le dije la verdad, a pesar de que él me iba a ayudar no quería depender por si pasaba esto.

—Se me hace raro sabiendo que en toda su educación escolar no lo ha hecho.

—Tengo mis razones propias y nunca es tarde para intentarlo.

—Muy buena frase, pero me deberá hacer un examen final y un par de cosas más para ver si sus capacidades son buenas para sacarse el título o de lo contrario será expulsada de la docencia.

—De acuerdo.

—Tu tutor hablará contigo y te lo explicará en profundidad —asentí—. Ya puede marcharse.

Me levanté y me fui a secretaría, Alexander es un hijo de puta, pero podré hacerlo. No lo necesito, nunca lo he necesitado y aunque no crean en mí, lo lograré.

—¿Está mi tutor? —pregunté al anciano que tecleaba lentamente.

—¿Su apellido?

Mierda, no me acuerdo.

—Esto...

—Samantha —dijo una voz a mi espalda.

Me giré agradeciendo al universo porque me encontré de frente con mi tutor.

—Te estaba buscando.

—Yo también, acabo de salir del despacho del director —le informé.

—Ven.

Le seguí hasta su aula la cual estaba desocupada.

—Sé que te ha dicho, debes de hacer un examen final con preguntas de todos los cursos.

—¿Todos los cursos?

—Sí, logré convencerles de que te dieran una oportunidad. Estaban revisando tu expediente y las correlaciones con Alexander.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora