CAPÍTULO 15

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Samantha

Reaccioné mal, deje que me toreará hasta el punto de hacerme daño físico y es que en el emocional ya me dejó la cicatriz, y sí, sé quién es y sé la basura que es.

Pero quién le da lecciones al hijo de la persona que podría joderte por cualquier lado. No le debo respeto y el que se haya atrevido a ponerme una mano encima, solo hace que me enfurezca más y que desate la ira golpeando el mueble de mi lado.

—Te vas a hacer más daño —me llamó la atención Julieth y volví a darle otro golpe. —¡Para!

—De alguna forma me tendré que bajar las ganas de querer volver y ahorcarlo yo.

—Es un idiota, cómo todos, pero cuidado porque estás metida en un charco lleno de lodo —me recuesta sobre la cama. —Sabes perfectamente lo que te podría pasar si dañas la imagen de él.

—No me hace falta dañar nada, casi todo el mundo sabe que me acuesto con cualquier imbécil delante de su cara y por mucho que borré opiniones, eso no cambiará.

—Sí se ha puesto así es por algo.

—Ya han sido muchas veces como para que está sea tan drástica.

—Sam, ¿Conoce a Nathaniel?

Me quedé pensando en el sitio y recordé que sí se conocen. ¿Cuál será el odio de ellos dos? Tal vez eso es lo que arrebato a que me agarrase así. No lo justificó, pero quiero entenderlo.

—Sam... Sí ellos se conocen, tal vez eso fue el detonante.

—No creo que se conozcan —mentí no quería darle más vueltas. —Y tampoco tiene por qué importar cuando Nathaniel es solo mi juego.

La puerta se abrió y giramos la cabeza hacia ella, llegó Nathaniel.

—Os dejo —se encaminó hacia la puerta. —Apágalo cuando estés cansada —bromeó en un susurro antes de marcharse.

Él se acercó a mí y me miró el brazo.

—¿Vuelves a colarte en mi casa? Menudo cleptómano —bromeé.

—Si fuese a robar no seguirías aquí.

—¿Qué haces aquí?

—He venido a terminar nuestra tarea, siempre hay algo que nos interrumpe.

Sonreí.

—Así que vienes por sexo.

—Llámalo como quieras.

Se acercó a mis labios y sin querer me lastimó con el brazo, con lo que hice una mueca de dolor.

—Mierda —se apartó.

—Pues va a ser que hoy tampoco.

—Soy paciente, pero no tanto —bromeó. —Todo esto es culpa de esa basura, aún tengo cuentas que arreglar con él.

—¿De qué os conocéis? —dije en un tono de curiosidad.

—No sabría cómo explicártelo, y creo que no es el momento, pero digamos que temas familiares.

—¿Sois primos? —me reí.

—Esa escoria se arrodillaría con tal de tener mi apellido —dijo en un tono arrogante. —Pero no, él pertenece a la basura.

—No sabía que eras tan importante —dije sarcásticamente.

—No de momento, solo que no he reclamado lo que por derecho es mío.

—¿A qué te refieres?

—Empezando por aquí —pasea su dedo por mis labios dejándolos entre abiertos. —Por aquí —sigue con mi pecho pasando por el corazón. —Y por aquí —deja sus dedos en mi tanga rozando con mi vagina.

Amar hasta quemarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora