27

13.8K 852 50
                                    

27.

Hoy es el gran día.

El día de la publicación del libro.

No solo es especial porque es un gran negocio para la editorial, o porque mi escritora favorita de todos los tiempos esté lanzando un libro junto a mi empresa, sino por la gran magnitud que este evento tendrá. Y tal vez un poco por lo último.

Abby es una escritora súper reconocida. No nos sorprendió que, al llegar al lugar, cientos de jóvenes estuvieran esperando desde temprano para ser los primeros en comprar el libro y en ganarse un autógrafo de ella. Era obvio que no todos iban a poder pasar, como era la pre-venta teníamos un límite de libros en el lugar, y Abby solo tenía dos horas para firmar y conocer a todas las personas posibles.

Miro a Hardin, quien está dando un par de instrucciones para poder colocar la mesa, en donde nuestra escritora va a estar sentada, en el lugar correcto. Lilly, mi asistente se encuentra a mi lado con una sonrisa reluciente. No ha dejado de sonreír en toda la mañana y me pregunto si secretamente también es fanática de ella, al menos tendré a alguien para compartir mi emoción. Tengo a Hardin, pero él lo ve más por el lado de los negocios.

—Se ve muy bonito, ¿cierto?

Lilly sonríe y parpadea hacia mi.—Se ve increíble. Me encanta que hayan puesto las fotografías de las pinturas que aparecen en el libro.—observa. Así que miro rápidamente a ese lugar. Por más que me hubiera gustado llevarme el crédito, fue idea de nuestro diseñador de portadas. Es un genio, y sus ideas son las mejores, por eso trabaja con nosotros.—Aunque los lectores no lo entenderán.

—Eso no importa ahora. Imagínate sus rostros cuando estén observando las pinturas en las páginas y recuerden que son exactamente iguales a las que están aquí por todos lados. A veces uno tiene que dejar pistas sueltas.—justo en ese momento Hardin se acerca y sonríe en nuestra dirección.—Oye, nos estás cegando con esa sonrisa.

Eso causa que se ría.—Cállate. Tú estás intentando comportarte.

Me encojo de hombros, aunque es cierto. Si fuera por mí, estaría dando vueltas por todo el lugar. Y Hardin sabe eso.—Se llama ser profesional.

Rueda los ojos.—Saca el palo de tu trasero, Claire Evans.—dice bromeando antes de marcharse.

No lo corrijo cuando me dice Evans y tampoco le digo nada en respuesta. Porque, por más que este bromeando, Hardin me conoce. Hemos trabajado juntos por mucho tiempo y, después de la pequeña aventura que tuvimos, nos volvimos amigos. Solemos pasar mucho tiempo en la oficina, y a veces nos quedábamos hasta tarde trabajando o simplemente hablando. Así que si, me conoce. Y estoy segura que la única razón por la cual no me preguntó nada, fue porque estaba Lilly junto a mi.

La semana pasada le mencioné a James sobre este día. Estábamos hablando de nuestros trabajos, él comenzó a preguntar y simplemente se lo dije. Y, como idiota que soy, lo invité. Y él, como idiota que es, aceptó. No había querido admitirselo, pero la idea de él viniendo me había puesto nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Creí que al estar casados y ser amigos, compartir momentos importantes para el otro, era algo fundamental. Pero no fue hasta esta mañana que mi humor cambió. Mientras preparaba café, le dije que lo esperaba esta tarde a las cinco. Su mirada de incertidumbre tenía que haberme dicho todo, pero estaba tan decepcionada que no pude decirle nada más que:—¿Lo olvidaste, cierto?. Después de hacerle recordar lo que hoy ocurría, me dijo que lo sentía, pero que había surgido algo con los planos del nuevo hotel en París. No sé porque me había dolido tanto su rechazo a mi invitación, sentí un horrible dolor en mi estomago, como si alguien me hubiera golpeado una piña justo allí. Pero, ¿qué iba a hacer? Al parecer, para él no éramos amigos. Y no teníamos por qué ser vistos en público si no estaban nuestras familias allí. Simplemente nos unía un contrato. Así que asentí con la cabeza y le reste importancia, como si no significara nada para mí el evento de hoy. Y, antes de que se pudieran ver mis verdaderos colores, me excusé y le dije que tenía que irme a trabajar. Así fue cómo llegué una hora antes a la oficina. Pero, honestamente, prefería eso antes que quedarme haciendo un mohín con mi labio inferior hasta que James acepte venir conmigo por lastima.

Hasta que el contrato nos separe. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora