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Le mando un mensaje a James con la cantidad de dinero que se necesita para terminar la construcción de la editorial. No es tanto, pero si lo suficiente como para decírselo en persona sin que me dé vergüenza. También le escribo que en cuanto tenga el dinero, se lo devolveré. Incluso si me lleva cinco años juntar el total.

Miro hacia el pasillo del restaurante mientras mi mejor amiga hace su camino hacia mi mesa. Sabía que, apenas Cassie se enterara que había vuelto, no podría escaparme de ella. Todavía no le dije nada a mi hermano, lo llamé mientras estaba en Las Vegas para saber cómo estaba, pero jamás le mencioné dónde estaba y qué estaba haciendo. Realmente espero que James no meta su nariz en esto, de nuevo. Porque si es así, puede meterse sus miles de dólares en el bolsillo.

—Siento que cada vez que venimos aquí, tienes algo nuevo que contarme.—dice mi amiga mientras toma lugar al lado mío.—Espero que la próxima vez que almorcemos aquí no me digas que estás embarazada.

Me río, porque no, eso jamás sucederá. Al menos no mientras James este en mi vida.—Lo siento.—es lo primero que digo. Porque realmente lo hago. Cuando acepté en ayudar a James, jamás pensé en mi amistad con ella o en mi relación con mi hermano. ¿Cómo hubiera reaccionado yo si Cassie me dijera que se comprometió en secreto con un tipo que conoce hace unos meses y que después se fueron a casarse a Las Vegas? No muy bien, la verdad.

—Si, le mencionaste... Un par de veces. ¿Quieres pedir?—Asiento, y ambas llamamos a la camarera para que tome nuestro pedido.—Así que, ¿cómo estuvo? Ya sabes, "la boda".

Suspiro.—Bien. Nada fuera de lo normal, obviamente.—me encojo de hombros.—El cura parecía borracho, pero después de eso, no estuvo tan malo. Fue una experiencia, la verdad. Nos dieron un disco con un par de fotografías, las tengo en el departamento de James, pero otro día te las puedo mostrar.

—¿Y qué se siente estar casada?

Lo pienso por un momento y le digo la verdad, o una parte de ella.—Raro. Pero no tanto como creí que sería.—al ver el ceño fruncido de Cassie me corrijo.—Quiero decir, no me acostumbro todavía cuando la gente me dice señora Miller. Es extraño. Pero el matrimonio en general, se siente bien. James es un gran compañero.

Viene la camarera con nuestros pedidos y cuando se marcha, Cassie me dice:—Eso es lo que importa, ¿cierto?—me mira y sonríe.—Mientras que él te haga feliz, Claire.

—Lo hace.—le digo sonriendo.

***

Es increíble lo rápido que uno puede acostumbrarse a ciertos cambios importantes en la vida.

O tal vez solo me ocurre a mí, y me sorprende lo fácil que se volvió vivir con James. Tampoco es que había mucha diferencia, en realidad seguía haciendo lo mismo que solía hacer antes de conocer a James; me despertaba, iba al trabajo y volvía a casa para cenar. La única diferencia es el entorno que me rodea cada día, y que ahora tengo un marido, que llega a casa y se pone a cocinar.

Excepto que la casa todavía no se siente completamente mía, ha pasado un mes desde que me mudé aquí y aún así se siente como cuando era pequeña y me quedaba a dormir en la casa de mis amigas. Me sentía cómoda, pero no lo suficiente porque no era mi hogar. Por suerte jamás he vivido sola, siempre viví con mis padres y luego me mudé con mi hermano. Sé lo que es tener falta de privacidad, o el no ser capaz de caminar alrededor de las habitaciones en ropa interior o sin nada. Y ahora que la hermana de James se encontraba en la casa, tenía que dormir en la misma habitación que él, perdiendo mi único momento de privacidad en el día.

—Ten cuidado,—le digo mientras camino hacia la cocina.—podría acostumbrarme.—no menciono que ya me acostumbré y en lo doloroso que será para mí cuando esto termine y tenga que volver a cocinar en mi departamento para sobrevivir.

Hasta que el contrato nos separe. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora