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—No estaba tan mal.

—No tienes por qué hacerme sentir mejor.—le digo entrando a la cocina con nuestra cena. Dejo una caja que contiene bollos de primavera frente a James, y otra para mí.

—Lo digo en serio.—me contesta, a lo que simplemente le doy una mirada para que no diga nada más. No porque me haya salido horrible la comida, el problema no fue principalmente el sabor. Después de terminar de preparar todo, recibí una llamada de mi asistente, diciéndome que la portada del libro de Abby ya estaba lista, solo necesitábamos enviarle el original a ella para que lo reciba y de el buen visto antes de anunciarlo en los sitios webs para que sus lectores puedan recibir la buena noticia. Así que sí, olvidé que la carne estaba en el horno junto a las verduras. No fue hasta que James apareció en el balcón con una mirada de preocupación que recordé que hoy yo era la que estaba cocinando. Todavía me estaba acostumbrando. Suerte que estaba él para darse cuenta porque sino, estoy segura de que hubiera quemado la cocina, literalmente. Tampoco estaba tan quemado, James lo sacó justo a tiempo. Pero, de igual manera, no iba a permitir que él comiera eso. Así que, me tragué mi orgullo, y pedí comida. —¿Pudiste resolver el problema en la editorial?

Levanto la mirada hacia él, frunciendo el ceño.—¿Qué problema?—¿No le había dicho yo que ya habíamos comenzado con la construcción de nuevo?

—¿No regresaste a San Francisco porque ocurrió algo y necesitabas volver?

Mierda. Es cierto, o al menos, eso es lo que le dije.—Oh, sí.—asiento con la cabeza.—Encargué hace unas semanas algunos muebles, y necesitaban mi firma para comprobar la compra y para algunas cosas más.—le digo, pero la realidad es que hice todo eso antes de viajar a París para poder pasar unos días junto a él y demostrarle a su padre que lo que teníamos era "real". Pero no le puedo decir a James que la verdadera razón fue porque necesitaba un tiempo lejos de él para aclarar mis pensamientos.

—¿Tu socio no puede hacer eso?—dice, y se levanta para tomar algo de la nevera. Levanta una botella de agua y asiento en su dirección. Cuando regresa, la deja frente de mi.

—No. Después del problema con el presupuesto, decidí encargarme de todas las compras y del dinero que se está manejando en la construcción. No porque no confiara en Hardin, simplemente porque no quiero que ser mal utilice.—le admito. Sé que Hardin jamás haría algo para perjudicarme a mi, o a la empresa. Más allá de la corta historia que tuvimos, ambos amamos nuestros trabajos.—Gracias de nuevo....

Niega con la cabeza y me interrumpe.—¿Mi padre te dijo algo?

Frunzo el ceño y, sin poder evitarlo, me alerto un poco. Porque, de la misma manera en la que se lo dije a Cassie, no está en mis planes decirle sobre la conversación que tuve con Andrew.—¿Por qué?

—Te conozco.—dice dándome la misma mirada que le doy todo el tiempo, mientras que aleja su plato ya vacío.—No quise mencionar nada antes, pero te veías furiosa cuando entré en la cocina.

—No estaba furiosa.

Levanta la mano, acercando su dedo índice al pulgar, dejando un diminuto espacio entre ambos.—Un poquito.—dice y sonríe. Y yo también lo hago, porque ese pequeño gesto en él se ve tan tierno.

—No ocurrió nada. Te lo diría si así lo fuera.—le aseguro, después de todo, no fue tan grave lo que dijo. Si su padre llega a decir algo que pueda dañar, ya sea a mí empresa, mí familia o el acuerdo que tengo con James, entonces ahí se lo diré. Levanto las cosas que usamos y los llevo al lavabo. James me sigue, y me hace a un lado, diciéndome que como yo cociné, él se encarga de lavar lo que usamos. Así que tomo un paño para poder secarlos.—¿Tú padre te dijo algo sobre cuando te dará la empresa?

Hasta que el contrato nos separe. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora