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"Hoy va a ser un gran día, cariño."

Eso es lo que solía decirme mi padre todas las mañanas.
Haría el desayuno junto a mí madre, y luego nos sentábamos todos en la mesa mientras él comenzaba a hablar sobre las operaciones que tendría durante el transcurso del día, y que probablemente llegaría tarde para la cena. Nunca lo hizo. Porque mi madre terminaba de hacer la comida a las diez de la noche, sólo para que todos pudiéramos compartir ese momento juntos. Admiraba esos pequeños detalles de mi madre. Cuando era una adolescente no les prestaba atención a ellos, para mí el cenar tan tarde era una molestia, aún más sabiendo que tendría que despertarme temprano para ir al colegio. Pero ahora, comprendía a mi madre.

Mi hermano y yo íbamos al colegio a la mañana, y luego él tendría práctica de fútbol y yo clases de ballet durante las tardes. Llegábamos a casa cuando el sol ya se estaba escondiendo, y mi madre no tenía nada de tiempo con nosotros, mucho menos con mi padre. Entonces, para ella, las cenas eran importantes. Un pequeño momento en donde lograba reunirnos a todos y charlar sobre nuestro día.

Extraño eso.

Pero al menos tengo conmigo los recuerdos, y las palabras de aliento de mi padre.

Él nunca se equivoca. Y hasta el día de hoy sigue acertando con sus palabras.

Hace quince minutos salí de una reunión con un importante cliente, un contrato para una serie completa de seis libros, con un pequeño tour por Estados Unidos y firma de libros incluido.

Mi editorial es pequeña, no tanto como para pasar desapercibida pero no lo suficiente grande como para que grandes escritores la conozcan. Empecé hace tres años, cuando mis padres fallecieron y me dejaron una parte de su herencia, invertí todo en mi propia editorial. No tenía muchas expectativas, pero quería ser mi propia jefa y, tal vez, poder darle una oportunidad a aquellos escritores, no tan reconocidos, que han sido rechazados por editoriales muy importantes. Y, porque, desde que conocí una aplicación llamada Wattpad, he leído varias historias merecedoras de convertirse en un libro físico, que no pude alejar la idea de tener mi propia editorial ni siquiera dormida.

El año pasado firmé un contrato con Jennifer Matthews, una reconocida escritora de novelas de fantasía y misterio. Se suponía que iba a ser solo un libro, pero tuvo tanto éxito que se terminó convirtiendo en una trilogía. Y eso nos lleva a donde estoy ahora.

La editorial se hizo tan reconocida gracias a los libros de Jennifer que hizo que, Abby Hoover (sus libros son Best Seller en el New York Times) quisiera firmar un contrato con nosotros para su próxima serie de seis libros.

Mi papá tenía razón.

"Hoy va a ser un gran día", y lo fue.

Abro la puerta del departamento que comparto con mi hermano, y suspiro al quitarme los tacos y dejarlos a un lado de la sala. Ha pasado mucho tiempo desde que he vuelto a casa temprano. Son las cinco de la tarde, y normalmente todavía estoy en la oficina. Pero después de la alegría al firmar ese importante contrato, y ver que nadie necesitaba de mi presencia, me permití salir más temprano.

No tengo idea a qué hora llega normalmente mi hermano del trabajo, así que me acuesto en el sofá y tomo el celular para enviarle un mensaje a mi mejor amiga, avisándole que conseguí que la escritora firmara el contrato. Luego de unos minutos de esperar su respuesta y no obtenerla, dejo mi celular a un lado y cierro los ojos para poder descansar un rato antes que venga Ben, tal vez pueda contarle las buenas noticias.

Me despierto con el sonido del timbre, y mientras me levanto lentamente del sofá, insulto a mi hermano de todas las maneras posibles por olvidarse las llaves de la casa. No porque fuera algo normal, de hecho desde que compramos este departamento luego de la muerte de nuestros padres, Ben raramente olvidaba sus llaves, o cualquier cosa en realidad. Mi hermano es una persona muy ordenada, gracias a Dios, porque si no fuera así, ni siquiera estaríamos viviendo juntos en primer lugar. Aunque, por supuesto que a veces teníamos pequeñas discusiones por la limpieza del departamento, o la falta de ella en realidad.

Hasta que el contrato nos separe. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora