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—Que recuperación tan rápida.—le digo a James cuando entra en la cocina con la corbata suelta alrededor de su cuello. Él me mira sin intender.—Ayer, no fuiste al trabajo porque estabas enfermo.—le doy un mordisco a mi tostada.—Esa pastilla milagrosa que tomaste tal vez salve la vida de muchos enfermos.

Se sirve café en su taza y me observa.—La pastilla se llama matrimonio, y dudo que salve vidas.

Ruedo los ojos.—Ha ha. Muy gracioso.

—¿Iras al trabajo hoy o la jefa no trabaja?——bromea de regreso, y no puedo evitar sonreír.

—Es un poco de ambos, ya sabes...—hago una seña con la mano, y luego me detengo.—Bueno, en realidad no lo sabes, porque no eres dueño de tu propia empresa.

—Todavía.—aclara.

—Si, todavía. ¿Hablaste con tu padre sobre el casamiento?

—Claire, llegamos ayer, ¿cómo quieres que se lo diga?

Me encojo de hombros.—Por teléfono.

—No conoces a mi padre.—se termina el café y lo enjuaga.—Tengo que ir a la oficina, ¿te veo luego?

Asiento, Cassie no mencionó nada—aunque estoy segura de que sabré sobre ella pronto.

—Oye James—le digo antes de que se vaya. Él voltea a verme, pero se queda en su lugar. Así que me acerco y tomo su corbata en mis manos para hacerle el nudo.—Primer paso, si quieres ser dueño de una empresa, siempre tienes que estar presentable.—cuando termino mi trabajo, doy un paso hacia atrás y observo sus bonitos ojos celestes.

—¿Es por eso que te pones toda esa pintura en el rostro para ir a la editorial?—bromea y se ríe, por lo que golpeo suavemente su hombro.

—Se llama maquillaje, idiota.—le digo antes de que se de media vuelta y desaparezca por el ascensor.

Suelto un suspiro y subo las escaleras camino hacia su habitación. Realmente espero que el padre de James se crea en nuestra historia y no nos haga casarnos de nuevo, solo para que todos estén presentes. Honestamente, tampoco quiero otra fiesta llena de gente que apenas conozco. ¿Es capaz de hacernos casar de nuevo?

James tiene razón, no conozco a su padre, y a simple vista se veía un hombre bastante agradable. Pero entonces recuerdo que ese mismo hombre obliga—indirectamente—a James a casarse solo para poder darle la empresa luego de su retirada, ¿qué clase de padre pone ese tipo de condiciones?

***

—Señor Grayson—digo sorprendida, cuando entro a mi oficina. Mi asesor de finanzas y Hardin se encuentran sentados, uno frente a otro, en el sofá del lugar.—¿A qué se debe la visita?—le pregunto, todavía con un ceño en mi rostro.

—Te estábamos esperando.—menciona, sin ni siquiera levantarse a saludarme.

Le doy una mirada a Hardin pero él simplemente niega con la cabeza, lo cual me preocupa. Harrison Grayson no era buenas noticias, y ¿presentarse dos veces en menos de dos meses? Es extraño. Dejo mi cartera y saco sobre mi escritorio y me acerco para sentarme al lado de mi asistente. Hardin me pasa unos papeles antes de que pudiera preguntar algo.

—¿Qué es esto?—pregunto luego de leer rápidamente el papel.

—El préstamo que pidieron.—dice Harrison.

—Sé lo que es. No entiendo por qué estás aquí, dándome esto.

Hardin interviene.—Hubo un par de complicaciones con la construcción durante el fin de semana. Tuvimos que utilizar dinero extra.

Hasta que el contrato nos separe. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora