Moonchild (Jack Frost x Elizabeth)

Cap 48: "Una semana después"

Una semana después de la gran batalla, los ánimos de todos eran positivos ahora ya que todas las amenazas no existían. No más perturbaciones de Pitch Black o sus pesadillas, no más peligro para los niños y sobre todo, mi vida no corría más peligro. Todos habían retomado su ritmo normal con felicidad, los guardianes aceptaron a los nuevos aliados que se presentaron, yo día a día era espectadora de la magia que ellos despertaban en el mundo. Estaban planificando nuevos proyectos para que los niños pudieran creer haciéndolos felices y protegiéndolos.

Junto a Jack estábamos felizmente disfrutando de nuestro tiempo. Cada tarde lo acompañaba, cuando se encargaba de sus tareas cambiando las estaciones en los rincones del mundo. En muchos lugares reparaba las copas de los árboles, tiñendo sus hojas con distintas gamas de amarillo, como un aviso de que pronto el paisaje sería puramente blanco. En otros lugares, era tiempo de que ese mágico dorado cayera al suelo y volábamos a gran velocidad para lograrlo, dejando evidencia en el suelo de nuestro paso. Finalmente mi parte favorita era cuando el paisaje se teñía de color blanco, las nubes cubrían el cielo y de estas caían lentamente los copos de nieve. A veces cuando a él los niños en la nieve lo reconocían, nos deteníamos a jugar con ellos por largas horas. Hasta que el frío hacía que sus pequeñas mejillas se sonrojaran y el llamado de sus madres los hacían regresar a sus hogares.

Nos tomábamos unos minutos para apreciar los paisajes de la ciudad que nos rodeaban, o caminar por los bosques encontrando que animales se acercaban. Algo que yo desconocía y pude apreciar hasta esos días, era la fuerte e importante conexión de sus poderes con la naturaleza, manteniendo en funcionamiento siempre el cambio de estaciones. Su poder era increíble.

Esos días solo había podido ser testigo de cómo todos tenían un indispensable lugar y un papel que cumplir. Cosas que yo carecía y me hacía sentir muy ajena. Hasta que una tarde decidí discutirlo con Norte, tras un rato de explicación lo único que él me dijo fue: "- No te preocupes por esas cosas, apresurarlas no es lo mejor. Te mereces un descanso después de todo lo que te sucedió y más de aquella batalla. Te aconsejó utilizar aquel tiempo que tienes sabiamente ¿qué te parece conocer y pensar?-". Decidida a seguir su consejo, me hacía pasar parte de mi tiempo libre en soledad meditando por cual sería mi futuro allí, recordando mi antigua vida y a la vez extrañando a mi familia. Contaba los días para el nacimiento de mi futuro hermanito, deseaba conocerlo, después de ser una de las razones por la que decidí este camino. Deseaba protegerlo.

Norte había dicho que faltaba para permitirme hacer el juramento del guardián. Pero yo era tan ansiosa que los pensamientos me llevaba prematuramente a preocuparme por la remota posibilidad de vagar en la tierra sin creyentes, como Jack tantos años atrás, condenada a encontrar un propósito. Me infundía temor por mí misma, celos de él, y finalmente que me distanciara un poco.

Una de esas tardes muy cerca del anochecer, el cielo estaba tomando un hermoso color rojo anaranjado tiñendo las nubes. Había preferido quedarme en mi habitación para meditar y alejar los malos sentimientos. Había tenido la oportunidad de explorar con Jack los alrededores nevados, encontrando que una de las montañas tenía una increíble vista, se convirtió en una especie de refugio para estos momentos y era al sitio donde planeaba dirigirme. Me abrigué lo suficiente con una prenda de piel especial para el clima y tomando mi arco salimos volando con las luces de luna. En la saliente cerca de la punta, aquellos días improvisé un asiento el cual hacía uso para descansar y hasta me permitía dibujar hasta que el frío me hacía tiritar. Pero en esta ocasión solo miré el cambio de los colores del cielo, dando paso a la oscuridad y la aparición de las estrellas cada vez más nítidas. Las luces de Luna que siempre me acompañaban, se permitían bailar a mí alrededor en alegre y bello ritmo. Aun con ellas no conseguía concentrarme en otra cosa más que la interrogante: ¿Qué sigue para mí ahora?