Supermercado.

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Lucifer estaba cansado de estar encerrado, y aunque Cas le había dicho que era peligroso salir, un mes era demasiado para el arcángel. Le recordaba a los tiempos en la jaula y se ponía de malhumor. Salieron sin destino fijado y Luci se decidió por parar en un supermercado.

- ¿Para qué quieres ir a un supermercado? – Interrogo Cas, ya estacionados.

- Para comprar dulces.

- Chasquea los dedos. – Se quejó.

- Me gustan las cosas difíciles. – Abrió la puerta de su lado. - ¿Por qué crees que salgo contigo?

El ángel lo siguió, sabiendo que no podría detener sus caprichos, y viendolo por el lado positivo, estaría entretenido un rato. Pero justo antes de entrar, notó el Impala estacionado. La esferita había crecido un poco más en un mes, y cada vez era más sensible a los sentimientos del ángel; así que se retorció inquieta por las preocupaciones de su madre.

Lucifer también sabía que estaban los Winchester aquí, pero no por el auto, sino que había sentido a su primogénito andar por allí.

- Tal vez deberíamos irnos.

- Tal vez deberíamos tomar un carrito.

Dijo, yendo directo a por uno de ellos. Cas se guardó la pregunta de para qué iban a necesitar un carrito tan grande para dulces.

Pero pasaron por las cosas para el hogar, y Castiel recordó que había roto dos boles de vidrio, así que tomó un set que venía con dos más pequeños. Mientras al otro lado del carrito, Luci dejaba caer todos los chocolates que había elegido.

- ¿Crees que son suficientes? – Pregunto irónico el morocho.

- No, esos apenas son las barras de chocolate, me faltan los demás tipos de dulces.

- Aún sigo buscando la diferencia en estar en pareja contigo que estarlo con Gabriel. – Dijo.

Luci estaba muy entretenido escogiendo gomitas, pero lo escuchó. Volvió para dejar sus elecciones y miro al ángel directo a los ojos, riéndose por la comparación.

- Porque yo no soy un enano.

En algún punto, Castiel se separó de su novio, y Satán empezó a recorrer los postres con su carrito casi lleno. Un carrito choco con el suyo, y la sonrisa divertida de Jack le saludo, con Sam siguiéndole.

- Sabía que estaban por aquí. Cada vez notó con más facilidad al bebé. – Dijo orgulloso a su padre. - ¿Dónde está Cas? –

Lucifer no había tenido tiempo de saludar al nephilim antes de que la pregunta esperada apareciese.

- Está buscando un portarretrato o algo así.

Y antes de que pudiese agregar más, Jack salió corriendo en busca del ángel, guiado un poco por la señal de su hermano. Luci se quedó en un incómodo silencio con Sam, así que lo ignoro, volviendo a elegir postres.

- Tengo una pregunta. – Interrumpió el Winchester menor.

- Bien por ti. –

- ¿Qué hiciste para que Castiel te perdonara? – Pero la pregunta no era del todo apropiada, así que repregunto. - ¿Qué hiciste para que te amara?

Lucifer dejó en su carrito cinco postres distintos y levantó su mirada al menor.

- Supongo que... le mostré un Lucifer que él no conocía. Raro, ¿No? – Pronuncio dudoso, revisando si los cupcakes traían chocolate. – No nací siendo el villano, Sammy.

Sonrió y se retiró en la misma dirección en la que había corrido su hijo. Sam le siguió.

Justamente se cruzaron con el ángel y el nephilim en la sección de bebés.

- ¿Podemos comprar esto? –

Pidió Luci, sosteniendo frente a la cara de Cas una pequeña camiseta que rezaba "Little Satán"

- No, la ropa de bebé de Jack esta sin usar. – Declaro. – Además, hay una similar entre las de él.

- Apuesto a que dice...

- "Little Ángel" – Completo Jack, recordando esa bonita prenda que le gustaría haber usado.

Entonces, Luci comenzó su berrinche. Cruzado de brazos y con la expresión más enfadada que podía hacer, dejo la camiseta en el carrito.

- Lucifer... - Le reto Cas, pero él no se movió. – Cuando nazca le compraremos una. – Suspiro cansado, devolviendo la prenda a su lugar. – Hasta no saber con qué edad nacerá no podemos.

Bueno, no tenía todo lo que quería, pero eso significaba que podría comprar una exactamente igual al tamaño de su segundo hijo. Pasó su brazo por los hombros de Jack y sonrió satisfecho.

- También te comprare una a ti.

De pronto, apareció Dean, dejando en su propio carrito lo que había elegido para él. De nuevo, la guerra de miradas empezó. Los otros tres no estaban demasiado seguros de cuando esto terminaría en una pelea real, así que debían detenerlo.

Pero antes de que intentara algo, la esferita en el vientre de Cas percibió el nerviosismo de su padre. Las luces del lugar parpadearon hasta distraer al cazador y el arcángel.

- ¿Qué demonios? – Interrogo Dean.

- Ya vámonos. –

Castiel tiró de su novio, apresurándose a pagar y salir de ahí. Incluso olvido saludar a Jack.

- ¿Viste eso? – Pregunto Sam a su hermano.

- Sus ojos.

Solo los Winchester habían notado como los ojos de Castiel se encendieron mientras las luces parpadeaban, como si él lo provocara. Pero no era el ángel quien tenía el control. 

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora