Falsa alarma.

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De vuelta en "casa", Cas ya se había terminado sus hamburguesas e iba por la mitad del pote de helado. El pequeño parecía bastante tranquilo después de toda la acción de hace un rato. Sentado sobre la mesada de la pequeña cocina, el ángel se percató de la mirada del demonio sobre su vientre.

- ¿Qué pasa?

- Tu hijo me cae bien. – Sonrió recordando como hizo enfurecer a Satán, sin que pudiese hacer nada al respecto.

- Se portó bien, ¿Cierto?

- Nathan no dañaría ni a una mosca si no se lo pides.

Puede que el bebé fuese sobreprotector, pero respetaba la decisión de su madre de no hacerle daño a nadie.

- Ese tipo te debe amar demasiado. – Sopesó. – Digo, Lucifer.

- ¿Por qué lo dices?

- Pues debe estar muy preocupado por ti como para atentar contra la vida de su propio hijo. – Rio. – Con lo orgulloso de sus bebes destructivos que es...-

El ángel se enderezo repentinamente, dejando a un lado el pote de helado, y expresando todo el dolor que su cara podía.

- ¿Qué pasa? – Se levantó Crowley de su lugar. - ¿Va a nacer?

Castiel respiro un par de veces profundamente, y el dolor se dispersó.

- Falsa alarma.



Lucifer había vuelto al departamento, ardiendo en furia, temiendo lastimar a alguien. Puede que no quisiera que el niño naciera, puede que pusiera a Castiel antes que al bebé, pero seguía siendo su hijo. Su hijo tenía un maldito vínculo con ese demonio de cuarta. Su hijo lo veía como un ser inferior y protegía a esa inmundicia llamada Crowley. Le había avergonzado enfrente de ese Don Nadie.

Estaba frustrado, enojado y celoso. Su ángel estaba en manos de ese idiota, que seguro le había metidos ideas en la cabeza en su contra. Su hijo nacería en manos sucias de un demonio al que aborrecía, y el niño estaba feliz de que fuese así.

La foto de Castiel y Lucifer, sobre la mesita a un lado del sofá, voló con solo un pensamiento del arcángel. Los cristales reventaron contra el muro. Luci pasó sobre ellos hasta el balcón, apoyándose en el barandal. Contenía en gruñidos un grito de ira que le quemaba por dentro.

Esa maldita garrapata siempre estaba metido en medio de su vida, intentando joderlo. Ahora lo había logrado, y se rio en su cara.



Castiel se había dormido sobre el hombro de Crowley, sentados contra el respaldar de la cama. Despertando minutos después exaltado por una patada fuerte de su bebé.

- ¿Qué paso? – Pregunto Crowley ante el sobresalto, sin quitar la vista de su lectura.

- Lucifer. –

- ¿Qué pasa con el chico malo de tus sueños?

- Está enojado, molesta al bebé.

El demonio pasó su brazo izquierdo por los hombros del más alto, acostumbrado a estos problemas. Con mejor acceso a la pancita, posó su mano derecha sobre ella. Cas tenía razón, el bebé estaba repentinamente inquieto.

- Oye, Nat. – Pronuncio. – Tu padre es un jodido psicópata compulsivo y demasiado agresivo, como un volcán activo. Solo ignóralo, céntrate en tu mami y duerme.

El bebé se retorció una vez más contra el tacto del demonio, y se tranquilizó. Castiel miró con sorpresa su estómago.

- ¿Gracias? – Elevo una ceja hacia Crowley.

- De nada, duérmete.



Jack entró a la cocina en medio de la madrugada buscando un poco de leche y cereal. Dean estaba allí para su sorpresa, supuso que se harían compañía mutua.

- ¿No puedes dormir? – Interrogo el cazador primero.

- He estado dándole vueltas al tema del Cas y el bebé.

- También yo. – Sorbió un trago de su cerveza. – Temó como termine parado Cas después de esto.

- Es muy difícil saberlo.

- Tu padre siempre se mete en estos líos. – Suspiro cansado, habiendo pasado por esto muchas veces. – Tiene demasiado corazón, me dijo alguien hace tiempo. – Rio. – Nunca estuve más de acuerdo.

- No estaría aquí de no ser por ese corazón. – Dijo Jack, sonriendo a su tazón de cereales.

- Ninguno de nosotros lo estaría. –

- Aun así... - Jack elevó su mirada hacia Dean, esperando que comprendiera. – Creo que esta es la primera vez que está pensando solo en él... y su bebé. 

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora