Se acabó, Lucifer.

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- Buena elección. – Dijo la voz profunda de Nathan ya en medio del galpón en el que se escondían.

Jack quiso correr hacia su madre, pero su hermano no se lo permitió, apresándolo contra el muro.

- Aún no veo a mi madre, así que tú no vas a tocar a la tuya. – Sentenció. - ¿Dónde está?

Sam señalo a una puerta que tenía un símbolo para apresar ángeles. Nathan estuvo a punto de tomar a su madre y salir de allí sin más, pero recordó su promesa. "La próxima vez que atentes con los deseos de mi madre...no tendré piedad de ti y de tu primogénito." Sí, eso mismo le había advertido a su padre tiempo atrás. No iba a matarlo, porque mamá se enfadaría, pero un par de heridas no le molestarían. Mucho menos si el daño era interno.

Nathan elevó su mano hacia su padre y la retorció en un puño bien apretado. Lucifer grito y cayó de rodillas, con una mano en su pecho. Su interior se sentía como si miles de agujas se clavaran desde adentro hacia afuera y retrocedieran, solo para tomar impulso y clavarse más profundo en la carne. El hijo prodigio deshizo la tortura, dejando en claro que podía hacer lo que quisiera con el arcángel. Dejando también libre a su hermano.

Otra mano se elevó, pero trazó un movimiento más suave hacia el lugar donde su madre estaba prisionero. La puerta se abrió lentamente, las esposas cayeron y la cinta desapareció, tal como Castiel lo había estado deseando.

En medio de su asombro, el ángel se levantó, caminando a la salida. En cuanto los ojos del mismo azul profundo se encontraron, Cas camino a paso firme para sentir nuevamente a su hijo entre sus brazos. Entonces se dio cuenta de que Nathan temblaba.

Bajo la protección de su madre, Nathan volvía a ser el niño asustado y vulnerable. Se aferró a la camisa sucia de su madre, ansiando que jamás nunca volviese a dejarlo solo. Una actuación envidiable para su padre y los Winchester, una verdad demasiado dolorosa para el ángel.

- Aléjate... de él... - Pronunció Lucifer, con una cascada de sangre goteando por su boca. – Aléjate de ese monstruo.

Las miradas azules le escudriñaron. Un gesto simple hacia Crowley del ángel, hizo que el demonio apartara al joven de allí. Nathan se dejó guiar por la mano de Crowley, pero estaba listo para retorcerle el cuello al arcángel si se atrevía a tocar a su madre.

- Es suficiente, Lucifer. – Sentenció Castiel. – Se acabó.

- No, lo nuestro no se va a acabar por ese niño.

- ¡Ese niño es tu hijo! ¡Merece tu maldito respeto!

- ¡¿Después de todo lo que hizo?! ¡¿Cómo es que no lo ves, Castiel?!

- ¡Después de todo lo que tú hiciste, todo lo que me hiciste, yo te amé...! – Respiró como si le doliera hacerlo. – Te amaba...

- ¡No es lo mismo!

- ¡¿Por qué?! ¡¿Porque tú eres siempre la victima?! ¡Ponte en el lugar de Nathan en vez de juzgarlo como todos te han juzgado!

Castiel dio por terminada la discusión, tomando de la mano a su hijo y saliendo de allí.

Entonces Jack se vio en un dilema. Kelly se marcharía con ellos, y ni siquiera pensaría en quedarse en el mismo lugar que Lucifer. Su madre le ofrecía su mano, para que se fueran juntos, pero Nathan... El nephilim volteó hacia los Winchester, buscando que entendieran. Si no podía convencer a Kelly de quedarse, al menos debía ir con ella para protegerla.

Cuando Jack y Kelly llegaron a la camioneta, Nathan aun escondía su rostro en un abrazo con su madre, sollozando de a ratos. Crowley les miraba a una distancia prudente, jugando con las llaves de la camioneta.

- Cariño, todo está bien. – Intento consolar. – No llores.

- No es eso lo que duele. – Dijo por fin, mirando directo a los ojos de Castiel. - ¿Por qué mi padre intenta separarnos? ¿Por qué él me odia desde antes de mi nacimiento? – Volvió a abrazarse con fuerza al cuerpo del ángel. - No es justo...

- ¿Tú... quieres a Lucifer? –

- No puedo evitarlo... - se lamentó, mientras Cas le limpiaba las lágrimas. – Me enseñaste a amarle desde el día en que fui consciente de mí mismo. – Sopesó en sus palabras, y había algo allí que no le gustaba. – Sin embargo, no voy a permitir que te haga daño, no me importa si debo matarlo por ello. 

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