Charlas y malteadas.

551 61 28
                                    

Ya en marcha, Lucifer bailaba en su asiento al ritmo de la música de Maroon 5. Ondeando su cabello en el viento que se colaba por la ventanilla abierta, y cantando a viva voz, con lentes oscuros sacados de la nada. Cas reía a su lado, rogando que lo próximo que el mayor hiciese no fuera sacar medio cuerpo por la ventanilla.

El sol apenas comenzaba a iluminar y la carretera daba lugar a unos pocos autos más. Las aves empezaban a despertar, y el paisaje reaparecía de la oscuridad nocturna. Y Castiel intentaba recordar si aún quedaba cereal para que Jack comiese esa mañana, dispuesto a ir a un supermercado y enviarle al chico suficiente cereal para que comiera hasta el día de su muerte.

Lucifer noto como la sonrisa desapareció del rostro del pelinegro, y eso no estaba bien. Pellizco su mano, llamando la atención del ángel.

- ¿Qué haces?

- Canta conmigo. – Se quejó, como si eso fuese su deber innegable. – ¡Vamos! Sugar? Yes, please! Won't you come and pour it down on me?

Castiel no le siguió, pero al menos volvió a reír tímidamente, lo cual era suficiente para que el mayor continuara con su performance. Sin rumbo fijo, sin destino pendiente... solo dos seres celestiales en una camioneta a ninguna parte. La peor versión de Romeo y Julieta, según Luci.

Pasaron por una cafetería y Lucifer pidió que frenaran con tanto entusiasmo que Cas clavo los frenos pensando en lo peor. Después del susto inicial, y la aclaración de los deseos del arcángel por comer hotcakes, se detuvieron.

- Tu afición por los hotcakes no es normal. – Remarco Castiel, asegurando la camioneta y caminando detrás del rubio.

- Ya te dije que es culpa de mi tiempo como humano. Entiéndeme, señor mermelada. – se burló.

Lucifer ordenó sus hotcakes a la amable mesera y Cas solo pidió un café. La chica se retiró, y el arcángel la siguió con la mirada y una mueca de asco.

- ¿Qué pasa? –

- Te estaba mirando. – Reclamó.

- Suele pasar. – Le restó importancia el menor, respondiendo los mensajes de Jack.

- Oh, discúlpame, Adonis. –

Cas sonrió. No es que se creyera guapo, pero había soportado suficientes comportamientos humanos de coqueteo o vergüenza para comenzar a ignorarlos. Por ello los reconoció de inmediato cuando Lucifer intento utilizar esos trucos en él.

Se habían encontrado en un lugar bastante similar a este, hace un par de meses atrás. Castiel solía concurrir a ese café en particular porque una de sus hermanas atendía allí. Muchas veces, cuando la clientela era baja, la chica se sentaba a conversar con él y era muy diferente a charlar con un humano. Los temas, el conocimiento e incluso sus bromas, distaban mucho de los que surgirían en una conversación con humanos.

Una de esas tardes, Lucifer simplemente entro allí, sin importarle que dos de sus hermanos menores estuviesen en la cafetería. La chica y Cas lo reconocieron de inmediato, pero debían fingir normalidad al menos hasta que diese una señal de querer lastimar a los humanos presentes. Castiel ya había sacado su espada, escondida bajo la mesa, cuando Lucifer se sentó enfrente de él.

Su hermana intentaba quedarse lo más posible a vigilarlos, pero su jefe llamaba y no podía decirle que un ángel y un arcángel estaban a punto de luchar en medio del lugar. Ella se retiró, y Cas se vio solo contra Satán, defendiendo a aproximadamente 7 personas presentes.

Otra chica se acercó a la mesa que los seres celestiales compartían, sin entender la guerra de miradas que existía.

- ¿Decidió que va a pedir? – Sonrió alegre.

Lucifer ojeo rápidamente el menú y lo devolvió a su lugar.

- Una malteada de chocolate, cariño.

Ella asintió y se retiró. Lucifer volvió su mirada al ángel, aun con la sonrisa que le había regalado a la camarera.

- A pasado mucho tiempo, hermanito. ¿Cómo va tu vida?

Los encuentros continuaron y la tensión también, pero Cas no podía permitir que Lucifer les hiciera daño a las personas del local e incluso a su hermana. Castiel hablaba poco pero al mayor le gustaban sus gestos ante lo que le platicaba, y se acostumbraron a ello.

Volviendo a la actualidad, no era muy distinto. Tal vez, un pequeño cambio era que Luci celaba abiertamente a Cas, diciendo que era de su propiedad y no permitiría que nadie más se le acercara; cosas que antes eran muy dificultosas para que admitiera.

Lucifer probaba el primer bocado de aquel delicioso manjar cuando noto la mirada de Cas sobre él.

- ¿Qué? – Pregunto con el caramelo chorreando por la comisura de sus labios.

- La chica del lugar al que solíamos ir también te miraba, y yo no dije nada. – Sonrió recordando.

- Pero no estabas enamorado de mí aun. – Replico engullendo otro pedazo.

- O no soy un celoso como tú.

Primero la cara del rubio mostro enojo y sorpresa, luego dirigió su mirada a la ventana, fingiendo estar enojado con el ángel. Pero no duro demasiado tiempo callado.

- Oye, ¿Adónde vamos a vivir ahora?

- No dormimos, no comemos. ¿Por qué necesitaríamos un lugar para vivir más que la camioneta? 

Luci blanqueo los ojos, Castiel era tan básico.

- Me gusta comer, me gusta dormir aunque no lo necesite, y además, tengo un par de ideas para sacarle provecho a la cama y el resto de cosas. – guiño un ojo al ruborizado morocho.

- Lucifer. – Reprendió sus insinuaciones.

- ¡Apresúrate! Quiero el mejor departamento que tu dinero fraudulento pueda pagar. 

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora