Cita.

303 37 11
                                    

La misma cafetería en el que se encontraron aquella vez que desemboco en una difícil relación. La misma que empezó con esta historia oculta que termino desbordando como un volcán. Malteada y café frente a frente.

- ¿Cómo te convenció de esto? – Hablo primero el ángel.

- Dime tu primero. –

- Dijo que iba a disculparse con Jack por haberlo golpeado.

- Manipulador.

- Lucifer. – Reprendió el menor.

El arcángel se concentró en beber su malteada, evitando la pregunta que ahora le correspondía responder. Castiel le observo por un rato.

- Responde. –

- Dijo que... Crowley podía reemplazarme perfectamente.

No, no le sorprendió ni un poco al ángel. Por más que el demonio fuese amigo o enemigo de Lucifer, él seguiría comportándose como un celoso por el simple hecho de que otro hombre este cerca de Cas. Siempre era así.

- Pero no vinimos a hablar de Nathan. – Objeto el mayor. –

- ¿No? Entonces no hay nada de qué hablar.

- ¿Y lo de nosotros?

- No hay un "nosotros", Lucifer.

Debia admitir que eso dolía en los más profundo de su corazón de Satán. Cas podía ser la más dulce creatura o la más cruel si se lo proponía. Lucifer alargó su mano hasta atrapar la del ángel, sintiendo el estremecer del tan deseado tacto.

- Las cosas se han ido muy a la mierda, pero sé que aún me amas. – Suspiro, tratando se expresarse de formas que no acostumbraba. – Me diste una oportunidad cuando estabas seguro de que yo era ruin, ¿Por qué no darme una oportunidad ahora que me conoces bien?

- Porque lastimaste a mi hijo. – El rencor se reflejaba en el mar de sus ojos, y alejó su mano del rubio para remarcarlo. – No solo lo intentaste físicamente, sino que heriste sus sentimientos tratando tan despectivamente.

- Tu no viste lo que yo... -

- Si, lo sé. Pero solo intentaba protegerme, y si es sanguinario, ¿A quién crees que se parece?

- Ese es un pasado del que no me enorgullezco, y yo no nací siendo así, Castiel. – Replicó.

- ¿Me amas?

La pregunta le tomó por sorpresa pero solo existía una respuesta.

- Por supuesto.

- Nathan y Jack son parte de mí, y si me amas, debes aceptarlos también. – Sentenció.

- Nadie dijo que no quería a Nathan. – Confesó.

Los ojos de Castiel le miraron en confusión absoluta.

- No tenía opción. Eras tú o él, y no iba a elegir al monstruo que se disfrazaba de bebé inocente para manipularte. Solo quería protegerte.

De todas formas, Castiel dejó su café ya frio a un lado y se levantó para marcharse. Lucifer observó por la ventana la gabardina flamear hasta la camioneta y las luces desaparecer de su vista. No tenía ánimos de gritar, ni siquiera de destruir o matar... dentro suyo ya sabía que esto iba a pasar.



Jack y Nathan habían tenido un buen primer encuentro, y aún seguían jugando cuando Cas volvió de su "cita". Aunque su madre sonrió al llegar, Nat podía ver que no había ido como lo imaginaba, que mamá no era ni un poco más feliz que antes.

Recostó su cabeza sobre el regazo del ángel, mirándolo durante un rato. Se veía incluso peor que cuando se había marchado, como si las cosas solo hubiesen empeorado. Su madre acaricio el cabello carbón y el gesto se sintió frío incluso.

- ¿Mamá?

- Si, cariño.

- ¿Sabes que fue lo primero que hice cuando fui consciente de mí mismo por primera vez?

Cas lo pensó por unos segundos, pero realmente no se le ocurría que pensaría un ser de su clase en un caso así.

- No fue qué era yo o por qué. – Rememoro, cerrando los ojos, recreando en su mente las sensaciones de nuevo. – Sentí tu amor y la forma en la que me proteges, y pensé... ¿Cuál es mi misión aquí? Eras tú, y no tarde mucho en darme cuenta. – Abrió sus azules, sonriendo. – Siempre tuve claro que mi misión era cuidar de ti y hacerte feliz.

- Eso es muy lindo, cariño. –

- Creó ser bueno para protegerte, pero no para hacerte feliz. Eso es algo que aún no logro. – Se lamentó.

- La forma en la que estas comportándote con tu hermano me hace feliz. – Apartó los mechones sobre la frente del menor. – Hijo, las cosas con tu padre son asuntos que no deben preocuparnos más que a él y a mí.

- ¿Crees que entre en razón algún día?

- Es difícil saberlo

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora