Sueño húmedo.

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Besar su boca fue mágico. Había olvidado la sensación de los suaves labios contra los suyos, el sabor de su boca. Le besó con la lentitud de quien pide permiso, de quien da su primer beso. Sus brazos, apostados a cada lado del ángel, no se movieron de allí. Temía el más mínimo roce.

Castiel le abrazó, buscando más contacto. Las manos del más joven se escurrieron hacia abajo, hasta topar con la toalla. Un movimiento rápido y Lucifer estaba completamente desnudo, en desventaja. Se separó de los besos para mirar a los ojos del ángel. Puede que sus acciones fueran atrevidas, pero en su mirada seguía siendo tan inocente como la primera vez, lo que ponía más caliente al rubio.

Desprendió la camisa del más joven botón a botón, con la timidez de un inexperto. En la boca de Lucifer, el cuerpo de Cas se sentía como nuevo. Descendió por su cuerpo, dejando danzar sus manos por el menor. Había olvidado cada rincón de la figura del ángel, y redescubrirlo se volvió una adicción.

Tanto tiempo lejos, tanto tiempo sin sentirse. Era como la primera vez, y se sentía un pecado como entonces. Iba a morder la deliciosa carne, pero sentía lastima de romper tan pulcra superficie. Lucifer llegó a los apretados pantalones negros, quitándolos con desesperación. El ángel se retorció cuando la legua bífida acarició toda la extensión de su miembro.

- No soy el único que extrañaba, ¿Eh? – Se burló Satán.

Lucifer se reincorporó a la altura de Cas, uniendo ambos cuerpos desnudos, y estremeciéndose. Todo era tan lento y pausado por pura necesidad, necesitaban volver a encontrarse de esa forma. Se besaron en algo demasiado húmedo para ser inocente, pero lleno amor.

El mayor los guio para girar, teniendo a Castiel encima, tenía todo ese cuerpo a disposición. Las manos del rubio recorrieron cada centímetro con la destreza de un escultor. Memorizando cada musculo, cada curva, cada poro.

El ángel se arrodilló con sus piernas a cada lado de Satanás, lo que solo denotaba su desesperación por sentir al otro. Lucifer mordió el cuello del menor, mientras empujaba sus caderas, refregándose. Suave, lento, tortuoso...

Castiel gimió contra su cuello y Lucifer no pudo seguir con lo de lento. En un giro rápido, estampo al ángel contra el colchón y se aseguró de que las piernas del morocho estuviesen bien aferradas a su cintura. Penetro al ángel con toda la furia que lo caracterizaba, provocando que se arqueara y gimiera deliciosamente.

Satanás se irguió, obteniendo la perfecta imagen de Cas a su merced. Tomó su mano y la guio a través de su cuerpo, subiendo. El morocho se dejó hacer, hipnotizado por el camino recorrido por su mano. Lucifer se acercó al inocente ángel de nuevo, comenzando a mover de a poco sus caderas. Aún tenía la mano del menor sobre su pecho, así que la dirigió hasta su boca, relamiendo y chumando. Demasiado lascivo para un ángel tan puro.

Cas logró ver esa mirada de nuevo, aquella que le enfrento la primera vez que sus vidas se cruzaron. Debió haberse dado cuenta de que no podría evitar enamorarse.

Una estocada en el punto justo lo tomó desprevenido, cerrando los ojos y pidiendo más de eso. Luci enlazó sus manos con las del morocho, aprisionándolas contra el colchón. Quería guardar esa imagen para siempre en su mente. La imagen de Castiel siendo todo suyo. No se sentía poderoso con eso, se sentía completo. Necesitaba aferrarse a ello, porque le había quedado claro que nada estaba seguro.

- Te amo. – pronunció el rubio contra los labios del otro.

- Te amo. – Repitió el ángel, justo antes de venirse.



Cuando Lucifer despertó, pensó que solo había tenido uno de esos sueños húmedos. Pero, justamente estaba demasiado húmedo para que fuese solo un sueño. Giró creyendo que había más cama a su derecha, pero no existía tal cosa. El suelo dolía, arcángel o no.

Se desperezó aun en el suelo y completamente desnudo. Su cuerpo olía a jabón y sexo. Se enderezó con pereza, tenía hambre aunque eso era imposible. Entonces, notó el post it pegado en la pantalla de televisión.

Pensó en levantarse, pero para eso era un arcángel. Chasqueó los dedos y el papel apareció en sus dedos. Celeste Castiel, y pequeño también como él.

"Tengo que ayudar a Kelly a preparar el desayuno... Lo siento, cariño... Te amo! Cas ♥"

¡Wow! Que sueño húmedo más realista.

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