Caramelo.

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Lucifer balanceaba un trozo de hotcake atrapado en su tenedor con caramelo chorreando, tentando al ángel.

- ¿Seguro que no quieres un poco?

- Estamos bien. – Dijo, refiriéndose al bebé. – Ya comimos suficientes hamburguesas por hoy.

- Pero debes probar algo más.

- Las moléculas saben siempre igual. – Objetó.

Entonces, Luci tuvo una idea. De imprevisto, se acercó al ángel besándolo. Uso su lengua para embadurnar la boca ajena de caramelo. Sorpresivamente, Cas no solo correspondió el beso, sino que lo profundizo aferrándose a la ropa de su pareja. Cuando el sabor dulce se acabó, el beso también lo hizo.

- ¡Uff! – Profirió Luci, estupefacto por una reacción que no esperaba. – Eso fue... caliente.

- Dame más. –

- Te daré toda la noche, baby.

Lucifer apresó al ángel por la cintura, dispuesto a usurpar su boca nuevamente. Pero Cas lo apartó, desconcertándolo todavía más.

- No, quiero más caramelo. – Dijo, tomando la botella de la mesa, y bebiendo directamente. – Creo que empiezo a saborear algo.

- Yo ya me había ilusionado... - se lamentó Satán.



Luego de dos horas, este era el tercer recipiente de caramelo que Castiel se terminaba. Lucifer se cansaba de observarlo allí sentado en el sofá viendo series.

- Cassie, me aburro.

- Es la décima vez que dices lo mismo. – Se quejó. – Me duele la cabeza, Lucifer.

El rubio pico el vientre de su pareja, haciendo que la esferita de tres meses dentro se inquietara.

- Ser padre presente no es tan divertido como parecía. – Suspiro. – Tú y el bebé son aburridos.

- Por favor, solo guarda silencio un momento.

El ángel comenzó a molestarse y el ser en su interior lo percibió enseguida. Luci también había notado como su hijo reaccionaba a los sentimientos de su madre, y como curioso que era, decidió experimentar.

- No quiero. – Chilló. – Verte comer es aburrido, Castiel.

- ¡Solo déjame en paz cinco minutos!

Y Lucifer desapareció.

Cas parpadeo un par de veces, sorprendido.

- No de nuevo. – Rogó a su padre. – Si se va cada vez que peleamos, se ira cada vez que el bebé llore.



Cinco minutos después, Lucifer regresó con su mejor cara de desconcierto delante de Cas que comía Nutella.

- ¿Cómo hiciste eso?

- ¿Hacer qué? – Pronuncio el ángel, sin darle mucha importancia.

- Aparecí enfrente del edificio y no pude volver hasta que pasaron los cinco minutos.

- Tú te fuiste. – Ahora le prestaba atención, y también estaba confundido.

- No fui yo, Cas.

Sus miradas se dirigieron instintivamente a la residencia del bebé. Al parecer, con cada mes, las habilidades del niño eran más controlados sobre su entorno. Había logrado enviar a su padre a otra parte con solo una orden de su madre, ¿Qué más podría hacer? ¿Qué sería capaz de aprender en los seis meses de gestación que le quedaban? 

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