Descubiertos.

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- Me aburro.... –

Chillo de repente el rubio, alargando su cuerpo sobre la mesa de la cocina y haciendo puchero. Castiel revolvió su cabello como a un cachorro.

- ¿Haz notado que te aburres seguido?

- ¿Haz notado que tú no te aburres nunca? – Replicó. – Tienes esa cara de nada todo el tiempo. Me sorprende muchísimo que no la mantengas así durante el sexo.

- ¡Lucifer! – Reprendió las vulgaridades de su pareja.

Aún con la cara contra la mesa, Luci se rió.

- Sabes que así te quiero, dulzura. –

Su risa termino cuando las caricias en su cabello se convirtieron en un golpe seco.

- Te voy a denunciar por violencia infantil. – Sobó el lugar doliente.

Castiel camino hacia la puerta, colocándose su gabardina. En seguida, Luci se levantó, seguramente el ángel se había enfadado de verdad, y lo dejaría y tendría que volver a su vida delictiva de nuevo y destruir el mundo para llamar su atención... y... y... ¡BUM!

- ¿Adónde vas? – Pregunto bajito, con temor a la respuesta.

- Dijiste que estabas aburrido. – Sonrió, permitiendo que el corazón de su pareja volviera a latir. – Vamos a cenar afuera.

- Oh...

A veces, Satanás era demasiado dramático.


Ambriel camino insegura entre los juegos del parque, dudando si era correcto o no hacer esto. Pensaba en su hermano, en lo que había hecho para encontrar una ciudad libre de ángeles y demonios para vivir, en el hijo que adopto como suyo e intentaba proteger, en la vida de sufrimiento que parecía comenzar a brillar. Pensó en él y luego en ella misma.

Camino hasta el arenero, pidiendo permiso para entrar. El cielo la recibió ajeno a sus intenciones. Saludo a un par de sus amigos y se cruzó a Duma.

- ¿Puedo hablar con Naomi?

- Está ocupada ahora, pero puedes hablar conmigo. – Sonrió comprensiva.

- Pues... tengo información.

- ¿Información?

- Sobre Castiel... - De nuevo las dudas. - ...y Lucifer.



Era un bonito lugar, con buena música, incluso la gente no era molesta ni hacían que el instinto asesino de Luci resurgiera. Comía felizmente su orden, mientras la imagen de cierto ángel a su lado, observando el paisaje oscuro tras la ventana, le servía de aperitivo para sus ojos.

- No podremos ocultarnos para siempre, ¿Cierto?

Dijo de repente Cas, descolocando al mayor.

- ¿Cuál es el problema? Soy Lucifer, baby. –Resalto con altanería.

Ese no era realmente el punto. Cas sabía que estaba a salvo bajo la protección del arcángel. Pero temía que no pudiesen disfrutar de su tranquilidad, de cenas como esta, de la paz que la convivencia les había dado.

- Ese era el pequeño inconveniente que tenías que arreglar con Ambriel, ¿No?

- ¿Cómo sabias?

- Gabriel es el idiota de los cuatro hermanos, no yo, dulzura.

Descubierto, asintió resignado cuando Lucifer volvió a preguntarle.

- Hare pedazos a esa zorra cuando la vea. – Dijo como si nada.

- Ella solo intenta evitarse problemas en caso de que el rumor comience a esparcirse.

Los ojos del ángel volvieron a perderse en la noche, mientras Luci ordenaba el postre.

- Cas, de verdad que lo entiendo, pero mientras que la pandilla blanca no lo sepa, disfrutemos de arder juntos. – Relamió sus labios.

Las alarmas en Castiel se encendieron ante la cercanía, recibiendo el beso con torpeza. No fue problema para Lucifer que aprovecho la sorpresa del menor para profundizar más en su boca. Pero cuando las manos traviesas del arcángel intentaron colarse bajo la gabardina, recibió otro golpe.

- ¡Que aburrido eres!

- No te comportes como un pervertido en frente de la gente. – Reprendió.

- Si, mami. 

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora