—¿Te reconciliaste con Lucas? — preguntó Lara apenas las dos entraron en la habitación de esta última.
—No, la verdad no.
—¿Entonces por qué estaban juntos?
—Estábamos preocupados por vos, no sabíamos dónde te habías metido. Y se sentía muy mal, pensó que te habían secuestrado porque él no estaba acá. ¿Dónde pásate la noche?
—Eso es precisamente de lo que te quiero hablar, de dónde pasé la noche.
—¿Y bien? —Preguntó Micaela sentándose en la cama, mientras Lara empezaba a recorrer el cuarto.
—Pasé la noche con Guido.
—¿Qué Guido?
—Guido, mi abogado. —Mica no dijo nada.— Me acosté con él. —Su amiga siguió sin hablar.— ¿Qué? ¿No me vas a decir nada?
Mica juiciosamente se quedó callada unos momentos bajo la penetrante mirada de Lara, quien no dejaba de caminar por la habitación pero tampoco le quitaba los ojos de encima esperando que le dijera algo.
—Bien —Dijo en tono neutro.—, ya conseguiste lo que querías.
—No... Sí... Bueno, no... No sé cómo sentirme. —Dijo con un suspiro y se sentó a un lado de su amiga.
—¿Por qué? ¿Pasó algo malo?
—Llegó su hermano y socio, quiso saber con quién estaba, pero no le dijo. No sé si sentirme bien de que no me va a difamar, o sentirme mal porque me está ocultando.
—Yo me sentiría bien, hay cada pajero... digo hombre que grita a los cuatro vientos cuando se ha acostado con una mujer, sabes eso de verdad puede llegar a ser humillante.
—Pero hay algo más. —Mica se quedó en silencio nuevamente esperando a que su amiga siguiera.— , hablaron de una mujer, Pilar. No puedo evitar pensar que tal vez solo me quiera para olvidarse de ella. —Su amiga siguió callada.— ¡Micaela, decime algo!
—Mira, no podes esperar que el hombre haya sido un monje antes de conocerte, así que da por seguro que hubo mujeres antes que vos y que cuando termine su aventura habrá mujeres después. —Lara arrugó la frente ante la mención de Guido con otras mujeres.— ¿Querés saber qué haría yo? —Lara asintió.— Dale una buena razón para que se olvide de las demás mientras está con vos.
[...]
Horas más tarde, en el despacho de abogados. Guido estaba en su oficina meditando la situación. Lo que quería hacer y lo que debía hacer.
Lo que quería hacer era estar con Lara. Como le hubiera gustado poder terminar lo que Pato interrumpió. Como le gustaría poder tenerla en su oficina en ese momento, sentada en su regazo y besándola. Eso es lo que le gustaría.
Pero lo que debía hacer era un poco más complicado. Sabía que Pato jamás iba a aceptar una relación con una clienta. Claro podía terminar con el caso de una vez y olvidarse de todo, pero no podía arriesgarse a que Lara ya no lo quisiera ver una vez que ya no tuvieran ese vinculo.
Y siendo honestos, la verdad es que también le incomodaba tratar a Lara como si fuera su amante, ocultándola. No sabía qué camino tomar, si el del deber o el del querer. Pero de algo estaba seguro, necesitaba ver a Lara otra vez, y hablar con ella, y cuanto más pronto fuera, mejor.
Unos golpes en la puerta cortaron de golpe sus pensamientos, y él regresó a la realidad.
—Adelante. —Dijo. Patricio entró, su hermano que en los últimos momentos se estaba convirtiendo en una persona desagradablemente oportuna.
—¿Y cómo te la pasaste el resto de la mañana? Esperó que bien. —Dijo sonriéndole con complicidad.
—No me quejo. —Respondió encogiéndose de hombros.
—¿No te quejas? Bue, entonces debe de ser malísima en la cama.
Guido no contestó el comentario.
—¿Querías decirme algo?
—Ah, sí. Bueno, como nuestro queridísimo hermano Gastón sigue de vacaciones, tengo un caso que capaz te interese. ¿Ya terminaste con la pintora?
—No, creo que su caso va a tomar más tiempo del que pensaba.
—Bueno, este nuevo cliente es hombre, si querés yo me hago cargo de la pintora y vos podes empezar con él. Como dijiste que no querías ver mujeres, supuse que este caso si te podría interesar.
—No, te podes quedar con él. Yo me quedo con la pintora. —Dijo con determinación. Aunque muy en su interior sabía que lo que había querido decir era: Me quedo con Lara.
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Opuestos | Guido Sardelli
FanficPara todos Guido Sardelli tenía una vida perfecta, no le hacía falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increíble, un carro último modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día...