Capítulo 6.

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— ¿Cartas? — Guido miró el montón de cartas que había sobre la mesa, y después la miró a ella sorprendido.—  ¿Qué tienen que ver estas cartas?

— Son de Víctor.

— ¿Y quién es Víctor?

— Víctor es mí no... El hombre que se robó mis pinturas. — Se corrigió.

— Sigo sin saber que tienen que ver las cartas.

— Dicen que Víctor tiene varios clientes para mis pinturas, y dice que todas las pintó él. — Dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo. Pero Guido no dijo nada, se la quedó mirando como si no pudiera creer lo que estaba viendo.—  ¿Por qué me miras a sí?

— ¿Leíste estas cartas?

— Sí, pensé que podrían ser de ayuda.

— ¿Y queres usarlas como evidencia?

— Sí. — Contesto muy segura.

— Para lo único que te van a servir estas cartas es para que el tal Víctor te levante una acusación por invadir su privacidad. Leer la correspondencia de otras personas es un delito, Lara.

De repente Lara se enfureció.—  También robarse las pinturas de alguien más es un delito. ¿Por qué nadie hace nada? — Y salió enojada del cuarto.

Guido la miró alejarse. Suspiro. Después y con toda la tranquilidad del mundo fue tras ella. Lara estaba en la sala, sentada en uno de los sillones, rodeándose con sus brazos. A Guido le dieron ganas de ser él quien la rodeara con sus brazos, pero no se movió. Solo la miró, sin decir nada. Lara lo miraba, tenía la vista clavada en un punto fijo, pero no veía nada en particular.

— Lara, yo... —Empezó a decir Guido.

— No es justo, ¿sabes? — Lo interrumpió.— Las pinturas ni siquiera son buenas, pero lo que me molesta es que ese pelotudo se quede con los frutos de mi trabajo, y vos en lugar de ayudarme, lo ayudas a él.

— Te quiero ayudar, pero esto — Le mostró las cartas.— no te va a ayudar de nada. — Fue a sentarse al sillón junto a ella.—  ¿Tus cuadros no deberían estar firmados?

— Deberían pero no lo están.

— ¿Tenes alguna manera de comprobar que las pinturas son tuyas?

— Solo tengo bocetos, nada más.

— Bueno, vamos empezar por esos bocetos, y luego saber a quién les vendió las pinturas el tal Víctor. No vamos a meter ninguna demanda hasta que tengamos pruebas contundentes de que te robó las pinturas.

— Gracias. — Dijo Lara en un murmullo con toda sinceridad.

— De nada. — Contestó Guido, de la misma forma casi inaudible.

Entonces el silencio reinó. No dijeron algo, sólo se miraron a los ojos. No había tensión en la habitación, era un momento agradable.

Pero Lara quería hacer caso del consejo de Melissa: primero acercarse a Guido antes de cualquier cosa. Estaba pensando en un tema con el que el uno pudiera saber del otro, pero antes de que pudiera decir una palabra, los labios de Guido ya estaban sobre los de ella.

¿Por qué la besaba? Guido no lo sabía, y tampoco le importaba. Lo único que sabía era que deseaba hacerlo desde la primera vez que la vio, y pensó que en ese momento en que los dos estaban en armonía y estaban solos, era el momento perfecto.

Fue un beso tímido y tierno, para reconocerse. Tranquilo, no había prisa, tenían todo el tiempo del mundo.

Guido le acunó el rostro entre sus manos y la acercó más a él. Lara se dejo llevar, fue besada y lo besó. Pasó sus manos por el cabello de Guido despeinándolo, pero ¿qué importaba eso en ese momento? Nada.

Opuestos | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora