Capítulo 19

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La fiebre le provocaba alucinaciones. Le dolía todo el cuerpo y no era capaz de orientarse. La primera vez que despertó se encontró a aquel ser que había salvado su vida sentado frente a su cama. Estaba limpiándole las gotas de sudor de la frente. El paño húmedo le provocaba terribles escalofríos, pero parecía que el frío obligaba a que el mundo dejase de dar vueltas por un segundo.

- La hija del bosque alcanzó el este. - dijo cuando vio que estaba despierta. - También el hijo de las nubes. El oeste tiene respuestas.

- ¿Qué...? - intento preguntar.

Sin embargo, estaba cansada y se volvió a quedar dormida. La segunda vez que despertó el hombre no estaba. Pero alrededor suyo estaban las pequeñas criaturas que le acompañaban en el bosque.

Cuando por fin recobró la consciencia totalmente, la fiebre había bajado. Estaba acostada en una cama con dosel, las cortinas estaban echadas, así que no veía más allá. Sentada en la almohada había una criatura que salió corriendo en cuanto se dio cuenta de que Nora estaba despierta. Momentos después el misterioso hombre se asomó entre las cortinas.

- ¿Qué tal te encuentras? -dijo con una amplia sonrisa.

- ¿Quién eres? - dijo confusa frotándose los ojos.

- No tengo nombre, pero me puedes llamar Sur. Considerarme un amigo, al menos por ahora.

Sur ayudo a Nora a sentarse y le ofreció un cuenco humeante que una de las criaturas sin rostro había traído.

- Toma. Tendrás hambre.

-Gracias- dijo Nora mientras cogía el cuenco. Luego volvió la mirada hacia las criaturas que los rodeaban. - ¿Qué son?

- Son los Niños del bosque. Yo mismo los cree a partir de ramas y hojas secas. Me ayudaron a cargarte hasta aquí desde donde te encontramos. Fue un buen trecho.

Como un torbellino todos los recuerdos de la última semana volvieron de golpe a su mente. Dejo caer el cuenco sobre sus piernas y agarro a Sur por la camisa.

- ¡Eve y Ileen! - grito. - ¿Lograron huir del bosque? ¡La niña que iban con mi hermano y conmigo! - se cayó de pronto. - Alan...

Soltó a Sur y hundió el rostro entre las manos.

-Oh, dioses... Alan...-dijo entre sollozos.

Sur la observó con tristeza.

-Las hermanas no lograron huir del bosque. - dijo con delicadeza. - Pero están a salvo. No te preocupes por ellas.

- ¡Las niñas! - dijo preocupada. - Tengo que ir con ellas. ¿Dónde están? Ileen estaba herida. Tengo que...

Nora se levantó de golpe y busco frenéticamente la puerta de la habitación. Sin embargo, antes de poder dar el primer paso, sus piernas le fallaron y cayó al suelo. Sur logro atraparla al vuelo y la devolvió a la cama. Luego se sentó a su lado.

-Escúchame, has estado muy enferma. Tus heridas no eran graves, pero la maldición del bosque es muy poderosa. Ahora céntrate en descansar y recuperarte. Te prometo que si te quedas aquí volverás a encontrarte con Evelyn, pero si sales por esa puerta te aseguro que lo único que te espera es más muerte.

Nora bajo la cabeza. Sur estaba en lo cierto, apenas era capaz de ponerse en pie, mucho menos luchar o correr. Pero aun así tampoco podía confiar en aquel hombre, así como así.

- ¿Por qué me salvaste? - pregunto.

Sur suspiro.

- Tenía esperanzas de que no preguntases eso.

- ¿Como? -dijo Nora a la defensiva.

- Mi... Maestra... Quiere algo de ti. No solo de ti, también de Evelyn. - parecía que le costaba hablar.

- ¿Qué quiere?

- Quiere que recuperes algo. No puedo decir más.

- ¿De nuevo? - dijo Nora. Se estaba empezando a enfadar. - ¿Acaso te das cuenta de cómo suenas? Cada palabra que dices me hace confiar menos. ¡Dime que queréis de mí!

- ¡No puedo! - exclamó Sur. - Desearía poder decirte, pero no puedo. Lo juro. Pregúntame lo que quieras, siempre que pueda contestar te diré la verdad. No importa que sea. Pero por favor, confía en mí.

Sur parecía realmente dolido, y no parecía que estuviese mintiendo. Parecía... Asustado. Nora suspiro.

-Está bien ¿Contestarás cualquier pregunta? ¿Cualquiera? - Sur asintió. - ¿Quién eres? De verdad. Quiero saber quién eres y qué haces aquí, en el bosque.

-Yo soy el tercero de los sirvientes de El Palacio de Cristal, vigilante de la entrada al Bosque Maldito y protector de la Gran Doncella. Uno de los cuatro guardianes que velan por este mundo y todos sus habitantes. Soy el guardián del sur. ¿Te vale está respuesta?

Nora le miró sorprendida sin entender nada.

- Vale...- dijo confusa. - ¿Qué es el bosque maldito? ¿Y quién es la Gran Doncella?

- El Bosque Maldito es el lugar en el que estamos ahora. La Gran Doncella es la mujer que vive en el Palacio de Cristal. Los humanos la conocen como... ¿La dama?... No, la Bruja; la Bruja del Bosque. Es la razón por la que entrasteis en el bosque.

- ¿Que eran aquellas cosas? Las que nos atacaron. - pregunto la pelirroja tras unos segundos.

- La maldición del bosque. Cuando llegamos al bosque los llamamos vloek, se traduce como Los Condenados. Este bosque está plagado de una miasma venenosa. Si entras en el bosque sin su bendición mueres en apenas unos segundos. La maldición convierte los cadáveres en Condenados.

- ¿Y porque a nosotros no nos afectó? - dijo Nora horrorizada.

-Mi maestra os bendijo el mismo día de vuestro nacimiento esperando que este día llegase. La maldición no puede afectaros, pero sus criaturas sí.

- Espera, ¿Como sabía tu maestra que vendríamos?

-La Gran Doncella no puede salir del Palacio, pero puede ver y tocar más allá. Ella... Puede afectar a los ideales de una persona, cambiar las ruedas del destino... Obligar a alguien a hacer algo sin que esa persona lo sepa... Ella os condicionó a querer venir aquí.

- ¿QUE? - Gritó la mujer. - ¿Toda mi vida condicionada por lo que una mujer quiere de mí? ¿Mis amigos? ¿Mi familia?

Sur agachó la cabeza avergonzado.

-No todo... Tu sigues siendo tú. Mi maestra se ocupa de cambiar lo menos posible.

- ¡Da igual! Habéis tomado parte de mi vida y esperáis que os ayude sin más ¿Cuántas personas habéis afectado? ¿Cuántos han muerto para que tu maestra logré aquello que quiere? ¡Mi hermano murió por venir a este bosque! Dime, ¿Habría muerto si no hubiésemos venido? ¿Si tu maestra no hubiese metido sus manos en nuestras vidas?

-Nora...

- ¡Responde!

Sur agarro la mano de la muchacha y la miró a los ojos.

-Nora, escucha...

- ¡RESPONDE!

- No. - dijo el guardián. - Si no hubieseis entrado en el bosque él habría vivido...

La pelirroja se soltó la mano de Sur.

- Largo... Vete... Dile a tu maestra que me da igual que me ofrezca. No la ayudaré.


Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora