Capítulo 31

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Salieron del bosque con la última luz del día. Los caballos resoplaban cansados. Debido a que temían que la noche les alcanzase mientras estaban en el bosque, cabalgaron todo el día al galope sin apenas parar a comer. Eve había pasado casi todo el día dormitando, y si estaba despierta estaba ensimismada. Por otro lado, Kyros no había perdido detalle; de hecho se las había arreglado para cazar un conejo para cenar.

Habían establecido el campamento entre los límites del bosque y de la ciénaga. Según Sur era un lugar relativamente seguro, ya que los Vloek no se aventuran fuera del bosque, pero las criaturas del pantano no se atrevían a acercarse tanto. Prepararon un fuego y sacaron unas mantas de los zurrones.

-Pondré el conejo a asar.- dijo Eve bostezando.- ¿Hay algo para sazonarlo?

Las alforjas no estaban en el plan. Habían sido un regalo del guardián. Una de ellas tenia distintas hierbas y mejunjes que solo se encontraban en el Bosque Maldito; en otra había utensilios para mantener las armas en un buen estado; y en la otra había ropa de abrigo y mantas.

-Aquí no hay nada.- dijo Nora.- ¿En la de las medicinas?

Eve tradujo sus palabras. Kyros negó con la cabeza, pero aun así saco un papel doblado. El alado intento leerlo, pero, aunque el alfabeto era el mismo que él conocía, la palabras no cobraban sentido. Se lo tendió a Eve esperando que ella pudiese comprenderlo.

-Es una carta.- dijo la mestiza. Le dio la vuelta. El nombre de Nora estaba escrito en fina caligrafía.- Es para ti.

La pelirroja abrió el sobre. Dentro había una piedra esférica de un intenso color negro brillante y un papel escrito con la misma letra que el sobre.

-Es de Sur.- dijo frunciendo el ceño.

-Léela.- pidió Eve curiosa.

Nora,

Estoy escribiendo esto el día antes de vuestra partida. A los guardianes solo se nos permite acoger a les guerreros una vez, así que será también la última vez que nos veamos. Os he guardado algunos objetos que os pueden ser útiles durante el camino, pero os recomiendo que guardéis en vuestros zurrones lo más útil; el viaje será movido y no sabéis si lograreis mantener los caballos. Si lees esto es porque lograras quitarme la llave dorada. Esa llave abre un pasadizo por debajo de los Cuatro Tronos, es más seguro, pero no hay comida y es un laberinto natural. Confió en que sepas decidir cuál opción es mejor. Tú serás la líder de esta generación. Cuídalos.

He metido en este sobre una canica. Lo mejor que puedes hacer de momento es olvidarte de su presencia, pero no la pierdas. Encontraras una igual; entonces se desvelara todo.

Espero que la próxima vez que nos veamos sepas como vencerme. Sur.

No vayáis al oeste del bosque bajo ninguna circunstancia.

Sur había puesto especial énfasis en la última frase. Nora observo la canica intentando descifrar porque sería tan importante. Eve le quito la carta y se la tradujo a Kyros.

Estuvieron gran parte de la cena decidiendo que hacer. Eve insistía que debían acercarse al oeste antes de ir al Palacio; mientras que Nora decía que era demasiado peligroso, además de la advertencia de Sur. Al final Kyros intervino.

- Aunque ir al oeste es muy atractivo,- dijo casi enfadado pues sus compañeras se habían olvidado de él.- no es buena idea; el bosque es peligroso y las provisiones limitadas.

Eve tradujo sus palabras a regañadientes. Nora reprimió una carcajada.

- De todas formas - dijo mientras removía las brasas.- no significa que no iremos nunca. Desde aquí es prácticamente imposible que lleguemos a tiempo, pero la zona oeste es la más estrecha del bosque. Desde fuera no hay apenas peligros.

Eve suspiro.

-Sea como sea ahora no podemos ir.- dijo alicaída.- Cambiemos de tema. ¿Cómo hacemos las guardias?

- Estamos en campo abierto, tendrán que ser en parejas.

- Somos tres, si hacemos las guardias de dos en dos apenas dormiremos.- protesto la mestiza.

Nora abrió la boca para decir algo, pero Kyros carraspeo molesto. Eve se disculpó y tradujo las palabras de la pelirroja.

-Los idiomas van a ser una molestia.- dijo para sí.

Los muchachos intercambiaron unas palabras. Cuando terminaron Kyros se levantó y dibujo en el suelo una tabla.

-Dice que conoce un sistema. Usualmente se hace cuando hay cuatro o más personas, pero podría funcionar.

El alado señalo algunas de las casillas.

-Guardias de dos horas con cambio cada hora. Tendremos tres horas de sueño cada uno.

Nora observo le dibujo y busco otras posibilidades. Pero no se le ocurrió otra forma más eficaz.

-Perfecto. Tú y yo nos encargamos de la primera,- dijo a Eve.- luego me cambiare con Kyros.

Se repartieron los turnos de la guardia y recogieron todo lo que podían guardar cerca por si había que huir. Kyros saco alguna de las plantas y potingues que había en las alforjas y los guardo en su zurrón, luego se durmió. Nora espero hasta que escucho la respiración regular del alado.

-Evelyn,- dijo.- ¿puedo hablar contigo?

La mestiza estaba esperando a que Ceniza regresase de su caza.

-Claro.

-¿Qué ha sucedido?

-¿Cómo?

-¿Qué ha pasado?- repitió seria.- La última vez que te vi huías fuera del bosque cargando a tu hermana. Y... Y ahora mírate.- Nora respiro hondo.-Has encontrado algo en el bosque. Y es la razón por la que vas hacia el Palacio.

Eve la observo pensando cómo responder.

-No te voy a obligar a hablar, tampoco voy a intentar detenerte. Pero recuerda que viajas con más personas.

- Encante a Ella.- dijo simplemente.

- ¿Ella? ¿Quién es ella?

-No lo sé.- dijo cabizbaja.- Ella dijo que mi madre había ido al bosque. Mi madre veía más allá, eso significa que sabía que yo estaría en este mismo lugar desde antes de mi nacimiento; si me ayudo dejándolo todo preparado entonces debo estar haciendo lo correcto.

Eve se retiró la venda de la cara dejando al descubierto su rostro marcado y sus ojos plateados. Se dejó caer sobre el suelo al tibio calor de la hoguera. Por alguna razón era capaz de distinguir el rostro de Nora mejor que el de nadie. Quizá era solo un recuerdo, o quizá solo se lo imaginaba. Tal vez por esa sensación cálida que emitía la pelirroja Eve recordó su hogar. Entonces le conto todo. Le conto porque había huido realmente de la Capital Emergida, le conto como había acabado en aquella caravana de mercaderes. También le conto como se había destrozado la cara, su encuentro con Ella y como había sentido como la vida de su hermana de deslizaba entre sus dedos y como de su pira surgió Ceniza. Se desahogó. Confió plenamente en Nora soltó todo lo que había reprimido los últimos meses. Mientras, la pelirroja, simplemente escuchaba; era todo lo que necesitaba.

Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora