Capitulo 23

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Había pasado casi un mes desde que Nora había llegado al bosque. La primera semana no había sido capaz de ponerse en pie, pero ahora era capaz de moverse sin problemas. Sur había intentado sanar sus heridas, pero él no era capaz de curar con magia.

Con ayuda del guardián y los Niños del Bosque, la muchacha había regresado donde los Vloek les habían atacado. Todavía estaban allí todas sus cosas. La mayoría estaban destrozadas. El contenido de las mochilas estaba esparcido por el lugar. La pelirroja buscó entre los objetos. Debajo de una pila de hojas secas y lodo había una plaquita de plata. Nora limpio con delicadeza la mugre que cubría el dibujo. El objeto era del tamaño de su palma y tenía el dibujo de unas alas y un hacha.

- ¿Qué es? - pregunto Sur curioso.

-Es el escudo del Reino Oculto. - explico. - Somos nómadas y vivimos en las sombras, así que para reconocernos tenemos un escudo como este. Cuando un niño nace se crea uno específico para él, y cuando muere su escudo es destruido.

- ¿Entonces ese es el tuyo?

-No. Este tiene cientos de años. Es el único que no se puede destruir.

Nora busco de nuevo entre sus pertenencias y saco un colgante. El abalorio era un escudo más pequeño y solo tenía las alas.

-Este es el mío. - dijo mientras se lo colgaba del cuello. - Ese perteneció a la primera monarca. Ella le encantó para que protegiese a los reyes. Esto es el Sjekira. Para invocar su poder hay un ritual, pero...

- Pues pongámonos a ello. Conseguiré todo lo que necesites. Solo dilo.

-No es tan fácil. Es un arma muy poderosa, si solo fuese juntar ingredientes y bom ya tienes el poder, cualquiera podría tenerlo. No. Tienes que ser el rey; tienes que estar preparado para soportar el peso del reino; tienes que ser elegido. - Nora suspiro y se frotó la cara. - Solo... Volvamos.

Cuando llegaron a la casa era ya mediodía. Los niños del bosque habían preparado la comida y les esperaban en el salón. Habían guisado un conejo con algunas verduras del jardín. Comieron en silencio. Tras unos segundos Nora hizo amago de levantarse.

- ¿Por qué no quieres invocar el Sjekira ya? - dijo Sur. - He estado vivo suficiente tiempo como para saber leer a las personas.

-Yo... No puedo. No es mi derecho. Yo soy reina del Reino Oculto, sí, pero solo por ser la esposa de Noah. Cuando Noah... murió no eligió al próximo líder, y estábamos en guerra. Así que yo tomé su lugar. Yo dirigí el reino, yo guíe a las tropas... Yo... guíe a las tropas directo hacia el corazón de nuestros enemigos. Íbamos a por el rey; si el moría habíamos ganado la guerra. - parecía que le costaba hablar y sus ojos estaban húmedos. - Pero... Había... Había un traidor. Yo no lo sabía, debía saberlo, pero no lo sabía. Así que los guíe a una trampa. Ellos nos estaban esperando. No fue una batalla. Fue una masacre. Éramos cientos, ahora apenas pasamos de los cincuenta. Después de eso nos buscaron. Nos dieron caza. Ellos mataron a ciudadanos normales, a niños... Solo unos pocos logramos huir. Pero el reino conocía mi cara, me estaban buscando... Y no tardarían en encontrarme, y conmigo al resto de ciudadanos. Así que puse en cargo a un veterano y... hui; tan lejos como pude. Y ahora... ¿cómo podría volver ¡tres años después y decir que yo quiero ser la reina?! ¡¿Como debería mirar a los que perdieron sus familias por mi culpa y decir que reclamé la Sjekira incluso si no era mi derecho?! Necesito su poder, pero no lo quiero. No lo merezco. ¡Yo no fui elegida! - la muchacha suspiro y se secó las lágrimas- No sé qué hacer. Alan siempre me guío cuando estaba perdida, pero ahora... Ahora estoy sola.

-Si tu pueblo te abrió la puerta cuando regresaste herida y derrotada, te la abrirán de nuevo cuando regreses triunfante. - el guardián de levantó y salió del salón. - Además... Si no hubieses sido elegida, habrías perdido el medallón hace tiempo. Es muy caprichoso...

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El entierro de Ileen duro toda la noche y al amanecer Evelyn le pidió un trozo de cuero aguja e hilo a Este y se encerró en su habitación. De vez en cuando escuchaba la voz de la mestiza o el graznido de la lechuza, pero ninguna de las dos salió. Kyros fue a llevarle la comida a medio día, sin embargo, se encontró a la muchacha profundamente dormida.

Kyros estaba cansado. Llevaba ya demasiados días allí y no había avanzado nada. Se había limitado a traer cosas de aquí para allá y observar como pasaba el tiempo. Sus huesos habían curado, pero seguía débil. Podía escuchar la voz de su hermano burlándose de él. El muchacho lanzó su bastón con furia.

-No siquiera soy capaz de ponerme en pie sin este estúpido bastón. - se lamentó. - Ni siquiera lograré volver.

-El destino siempre te muestra tu camino. - dijo Este tranquila mientras triturada unas verduras.

El muchacho se empezaba a hartar de tanta palabrería sin sentido, pero casi nunca respondía; la mujer había sido amable con el dejando que se quedase en su casa.

-Supongo...- dijo mientras recogía su bastón y salía a la puerta.

Hasta que no empezó a bajar el sol la muchacha no se mostró. Había transformado su falda en unos pantalones amplios y se había fabricado una manga de cuero para que Ceniza se posase. Eve acariciaba con ternura al animal, que emitía un sonido similar al ronroneo de un gato.

- ¿Eve? - pregunto Kyros.

- Estoy bien. - dijo. - No te preocupes. Ceniza me ayudó a coser. Aunque me pique un poco los dedos.

La muchacha se acercó a una ventana y apoyo al ave en el alféizar. Aunque las cicatrices no habían vuelto a la normalidad, sus ojos habían perdido aquel tono plateado y ahora eran totalmente blancos. La lechuza extendió las alas y se internó en el bosque.

- Necesita cazar. - explico Eve.

- También es nuestra hora de cenar. - dijo Este. - Sentaros.

Eve comenzó a comer en silencio. Mantenía los ojos cerrados y una triste sonrisa. Kyros la miraba de reojo preocupado. Al cabo de un rato la muchacha dejo caer la cuchara sobre el cuenco.

- ¿Sabéis? - dijo con voz temblorosa. - En mi país hay una tradición muy arraigada.

Kyros apenas entendió nada de lo que dijo, pero dejo de cenar para escuchar a la mestiza.

- Cuando alguien muere se prepara una celebración. Se reúne la familia para comer y despedirse; pero esos momentos están tan llenos de risas como de lágrimas. Nos despedimos recordando los mejores momentos de nuestros seres queridos. Nos reímos con sus anécdotas. Recordamos su forma de ser. Para mostrar que podremos seguir sin ellos... Que, aunque se marchen podremos continuar...- una sola lágrima cayó por la mejilla de la muchacha. - Pero Ileen... Era tan pequeña... Tenía tan pocos recuerdos...

El graznido de Ceniza la interrumpió. Eve se limpió las lágrimas rápidamente y se levantó.

-Lo siento. - dijo. - Me voy a mi habitación.

Kyros quiso seguirla, pero Este le detuvo.

- Déjala. Acaba de perder a alguien muy querido...

Esa noche un crujido despertó al alado, que se levantó intentando no hacer ruido. Encontró a Eve saliendo a hurtadillas de la casa con Ceniza sobre su brazo. Sigiloso, Kyros la persiguió hasta un lugar no muy lejano. Entonces la muchacha acercó sus labios a la lechuza.

-Cambia. - susurró.

La mestiza se apartó de un salto y la lechuza comenzó en deshacerse en cenizas. El polvo se revolvió y volvió a acumularse. Donde antes estaba Ceniza ahora había un descomunal lobo. Eve se subió a su lomo con un ágil movimiento.

Asustado Kyros retrocedió y piso una rama. La muchacha se giró y le miró a los ojos. De nuevo su color había cambiado. Ahora no cabía duda, sus ojos eran totalmente plateados con una enorme pupila.

-No me sigas. - ordenó seria. Luego se perdió entre los árboles.

- Estoy hasta las narices de obedecer. - dijo Kyros para sí. - Nunca he perdido un rastro.

Apoyándose en su bastón entro en la maleza detrás de Evelyn.


Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora