Nora estaba sentada en una sala vacía frente al escudo del Sjekira. La mujer jugueteaba con el artilugio indecisa. Las palabras de Sur rondaban su cabeza. Finalmente se decidió y coloco el escudo contra sus labios y cerró los ojos.
- Sjekira, el más poderoso entre todos suplico tu poder para ayudarme en la batalla. -susurro. - Protección de reyes, fuiste nombrado Osvoboditel Otroků por Noah y Svjetlo Vodiča por Liana. Permíteme darte otro nombre y ayúdame en mi reinado.
La pelirroja sintió un leve mareo, como si tirasen de su cabeza hacia los lados; y, finalmente, un pinchazo cerca de la nuca. Nora soltó un quejido agudo.
-Lo siento. - se disculpó la mujer que trenzaba su pelo. - La he pinchado con el alfiler.
-No pasa nada. Gajes del oficio. - respondió Nora sonriendo.
La mujer continúo trenzando su pelo en un majestuoso recogido. Alan entro en la habitación con una amplia sonrisa. Llevaba su mejor atuendo y estaba recién peinado.
- ¿Qué tal va mi hermana? - dijo.
- Compruébelo por sí mismo. Esta bellísima.
Nora se levantó y se miró en el espejo. Su vestido, blanco como la nieve le encajaba a la perfección. Tenía el cuello de barco y las mangas, aunque largas, estaban rajadas y dejaban ver sus brazos. Llevaba unos pendientes que el herrero le había regalado.
- ¿Has traído lo que te pedí? - dijo emocionada la pelirroja.
- Si, pero no entiendo tu afán de llevar arma y armadura en tu propia boda. Aunque sea decorativa.
- Ya te lo he explicado mil veces. - insistió la muchacha mientras cogía las piezas de metal que le tendía su hermano. - Un guerrero no deja de serlo, ni para su boda.
Con ayuda de la mujer que le había peinado se colocó la finísima pieza sobre el hombro y el pecho. Era una armadura falsa echa de hilos de metal y joyas engarzadas. Tenía varias cadenas que bajaban hasta la muñeca y se enganchan en una pulsera de plata. También se colocó un cinturón de cuero oscuro y colgó un puñal pequeño en su cintura.
- Eso es peligroso. - se quejó Alan.
-No tiene filo. Ni siquiera podría cortar papel. Es simbólico.
De repente entro Nadia a la habitación armando un gran alboroto. Llevaba un vestido morado y el pelo suelto. La joven mostraba una hermosa sonrisa y rostro alegre y despreocupado.
- ¿Donde está la futura reina? - pregunto animada. - No me puedo creer que te cases antes que yo. Y con Noah no menos...
La miró de lado socarrona. Luego saco un bellísimo prendedor plateado de una cajita de madera y se lo coloco en el pelo a Nora. Los presentes miraron con ternura la escena y luego se retiraron.
- Fuiste mi pluma durante muy poco tiempo...- la mujer se secó las lágrimas y sacudió la cabeza. - Mi preciosa aprendiz... Pronto me tendré que dirigir a ti de otra forma. ¿Estas lista?
Nora miró a Nadia a los ojos. Por una milésima de segundo la imagen titiló, pero enseguida volvió a la normalidad. Un mal presentimiento se mostró en la cabeza de la joven novia, pero ella lo apartó y sonrió radiante.
- Nerviosa. Pero si, estoy lista.
Nadia tapó con un paño de seda el rostro de Nora y la guio por los pasillos del orfanato, que había sido decorado con flores y ramas. Un suave olor a romero inundaba el edificio. Cuando salieron al patio la luz cegó a ambas mujeres. El jardín había sido transformado en una sala con sillas llena de gente. Nora logro ver entre la gente a Noah, que entraba por el pasillo contrario. Se veía resplandeciente, llevaba un atuendo similar al suyo, solo que había prescindido de la pieza del hombro y llevaba una pechera completa. También tenía el rostro cubierto, como mandaba la tradición. Cuando todos se colocaron en posición entro una anciana vestida con una armadura ceremonial. A pesar de que el tiempo hacia llaga en su fuerza, la mujer imponía respeto. La anciana se colocó entre Noah y Nora y comenzó a hablar.
ESTÁS LEYENDO
Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]
FantasyHay muchas leyendas en este mundo. Cientos. Miles. Algunas prohibidas por los reyes, otras por los dioses. Pero solo una de ellas se repite en todas las culturas. Y solo una está prohibida en todo el mundo. Más allá del Bosque Maldito, pasando la Ci...