Capitulo 28

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Nora estaba entrenando. Días atrás, Sur le había dicho que no podía enseñarle nada más, así que la mujer no tenía otra cosa más que hacer. Ya era capaz de levantar el Sjekira, pero todavía pesaba demasiado como para pelear bien con ella, pero era perfecta para ataques pesados. Hoy había decidido entrenar con una lanza. Nunca había sido su arma favorita, ella prefería la espada y el hacha corta; pero quería acostumbrarse a llevar armas de largo alcance, sobretodo en aquel bosque.

-No te distraigas.- dijo Sur.

Al principio Nora no había creído que el guardián fuese fuerte; su actitud y aspecto eran más similares al de un sacerdote de Vilenjaci, pero cuando cogía un arma parecía una bestia. Se movía con muchísima precisión y fuerza, no importa qué tipo de arma utilice.

-No utilices solo la punta, ataca con la parte de atrás. No te detengas si tu primer ataque falla.

Nora se retiró el pelo de la cara y se lanzó de nuevo al ataque. Empuñando su arma con ambas manos ataco hacia delante, pero Sur esquivo dando un paso hacia atrás. Siguiendo el consejo de su contrincante giro la lanza y ataco con el otro lado de la lanza. Sur la detuvo sin esfuerzo y la empujo hacia un lado; aprovechando esa fuerza Nora giro sobre sí misma y agarro la lanza con una sola mano. Sur evito el ataque dando una voltereta hacia atrás.

-Muy bien. Piensa mientras luchas, idea una estrategia sobre la marcha. ¿Cuál es la debilidad de los Vloek?

-La garganta.- respondió Nora jadeando.- Hay que tener cuidado de los colmillos, pero no tanto como de las garras.

Durante los entrenamientos Sur aprovechaba para asegurarse de que Nora había memorizado los datos que le había ido enseñando. El guardián continúo atacando a la pelirroja sin descanso. Lanzo su arma y aprovecho el rebote para recuperarla y volver a atacar. Nora logro esquivar el primer ataque y bloquear el segundo. Sin dejar tiempo a respirar, la muchacha agarro la lanza de Sur y tiro de ella, desarmando a su rival. La pelirroja ataco apuntando al costado del guardián, pero el logro sujetar la lanza. Con un rápido movimiento Sur le arrebato el arma y contraatacó tumbando a Nora.

-Bien hecho.

-No lo suficiente. Estoy muerta.

Sur sonrió y ayudo a la mujer a levantarse.

-¿Y bien? ¿Cómo puedes vencerme?

Cada vez que acababan de entrenar preguntaba siempre lo mismo. Y Nora jamás había logrado descubrir la respuesta. La pelirroja suspiro y recogió las armas.

-Es algo que te falta. Piénsalo.

Nora resopló. Lo había intentado todo. Se había comido la cabeza intentando encontrar la respuesta pero, por más que ideaba planes o preparaba estrategias, no lograba vencer al guardián. Resignada recogió las armas y las devolvió a sus estantes, luego se retiró a su habitación donde los Niños le habían preparado un baño caliente. La mujer se sumergió hasta que el agua le llego a la nariz. Se quedó mirando al techo ensimismada, habían sucedido tantas cosas desde que decidieron dejar el reino. A menudo se preguntaba como estaban las hermanas; sabía que no habían logrado huir, pero Sur dijo que se encontraban a salvo.

-Han pasado seis meses.- dijo para sí misma con una sonrisa.- Si Eve ha podido seguir practicando con el arco ahora será toda una maestra e Ileen habrá crecido bastante... Desearía poder volver a verlas. Quizás cuando todo esto acabe puedo llevarlas al orfanato. Eve sería una alumna excelente...

Nora sacudió la cabeza. "No debo desvariar" pensó "Ni siquiera si están bien.". Aunque la pelirroja no paraba de preguntar por las hermanas, Sur no había podido decirle nada más. Sabía que después de separarse, al igual que ella, habían logrado llegar al hogar de un guardián; pero no se sabía más desde entonces. Aun divagando en sus pensamientos salió de la bañera y se secó. Observo con tristeza su cuerpo en el espejo. Estaba lleno de moratones y cortes; pero lo que disgustaba a Nora eran las cicatrices. Decenas de ellas cubrían su cuerpo. En sus días de guerrera pocos lograron herirla lo suficiente como para dejar marca y Nora muestra esas cicatrices con orgullo. Las que la disgustan son las que le hicieron antes de que ella pudiese defenderse; cuando todavía no conocía a Alan o a Noah. Se giró y observo su espalda, totalmente cubierta de cicatrices alargadas, con una mezcla de asco y odio; esa en concreto había intentado hacerla desaparecer por todos los medios posibles, pero seguía allí, se negaba a marcharse. Aquellas citarices se las había hecho su ultimo amo.

Un golpeteo en la puerta del baño la distrajo de su reflejo. Nora se tapó con una toalla y abrió con cuidado. Un grupo de Niños entro con ropa limpia para la pelirroja. Desde que había llegado a esa mansión, Sur le había proporcionado toda la ropa y comida que ella desease. Tampoco había intentado averiguar algo sobre ella.  En otro tiempo no confiaría en Sur; pero, aunque no llegaba a considerarlo amigo, podía fiarse de el.

La muchacha se vistió y salió de su habitación. El olor de la cena inundaba el pasillo. Nunca había algo sofisticado para comer, pero siempre estaba deliciosa. Cuando llegó al salón, cuya mesa había sido sustituida por otra de mármol, se encontró con los platos ya colocados en perfecta disposición.

-¿Cuatro platos?- pregunto.

- Si,- dijo Sur. - han llegado invitados mientras te bañabas. -luego añadió con una sonrisa.- Puede que conozcas a uno de ellos.

Entonces Nora reparó en dos figuras que ya estaban sentados en la mesa. Uno era un muchacho de piel oscura con el pelo casi blanco que jamás había visto; pero cuando se fijó en la otra figura la reconoció. Había cambiado mucho. Tenía el pelo corto y cicatrices en el rostro, había crecido y transmitía un aura diferente; pero sin duda era esa niña que había convertido en su aprendiz hacía unos meses. Era la misma muchacha que había entrado en el bosque con ella. Quiso preguntarle que había pasado; pero lo único que logro fue lanzarse contra la mestiza y estrecharla entre sus brazos.

Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora