Con el paso de los días se instauró una rutina. Por las mañanas Kyros seguía a Este al bosque y aprendía sobre la capacidad curativa de las plantas; también aprendía como tratar las heridas y quemaduras. Había llegado al punto de conocer casi todas las plantas del bosque y sus características. Eve, sin embargo, pasaba las mañanas dormitando. Desde que sus poderes despertaron comenzó a sentirse más cansada por las mañanas; ahora apenas era capaz de permanecer despierta. Por las tardes ambos entrenaban. Al principio entrenaban con armas improvisadas hechas con palos y piedras que encontraban por el suelo y las sesiones no duraban más de media hora, pero un día apareció una cuarta habitación repleta de armas y armaduras. Ahora su entrenamiento ocupaba toda la tarde y normalmente salían con moratones y arañazos. Por la noche, mientras todos dormían Eve practicaba el uso de su magia.
Aquella noche era especialmente tranquila, apenas se oían los aullidos de los condenados. La muchacha estaba esperando a Ceniza sentada en una de las sillas del jardín. Estaba colocándose un paño sobre los ojos. Las primeras semanas solo se tapaba los ojos durante el día, ya que la luz del sol le hacía daño; pero se vio obligada a ocultar sus ojos también en la noche, si se exigía mucho o intentaba crear algo que requería demasiada energía, sus ojos empezaban a brillar y perdía el control. Sin embargo su campo de visión no se redujo. Todavía veía con los ojos tapados.
También descubrió que su poder no era magia, ni hechicería, ni brujería. La magia trataba de la materialización del poder interno del usuario a través de un catalizador; la hechicería utilizaba la energía de la naturaleza a través de conjuros y objetos mágicos; y la brujería extraía la fuerza vital de los seres vivos. Pero aquello no era ninguno de los tres artes. No utilizaba objetos ni catalizadores, pero tampoco utilizaba la vida de los de su alrededor. Utilizaba, sin embargo, su propia energía.
El graznido de Ceniza la saco de sus pensamientos. El ave traía los restos de un ratón en sus patas. Eve acarició la cabeza del animal y la observó terminar su comida. Durante los últimos meses su vínculo había crecido; era como si se hubiese aparecido un puente entre sus mentes. La muchacha aprendió que el animal se podía transformar en casi cualquier animal, pero prefería transformarse en ave o en animales pequeños y ajiles. Con un suspiro perezoso Eve se levantó, se aseguró que el pañuelo que le cubría los ojos estuviese bien atado y se adentró en la parte más oscura del jardín.
Había montado un pequeño campamento. Allí guardaba todo lo que creaba con magia. Tardó mucho en poder hacer algo que no fuese una masa deforme. Los objetos que creaba desaparecían si ella lo deseaba, pero una noche que se quedó despierta hasta el amanecer y descubrió que si la luz del sol los alcanzaba se transformaban en objetos reales y perdía todo control sobre ellos. Descubrió también que sus poderes tenían mucho que ver con la noche, en concreto con la luna, cuanta más brillaba en el cielo más fuerza tenia ella.
Esa noche había luna nueva, así que la joven decidió dedicarse a explorar el extenso jardín de Este. A pesar de que les había encerrado allí, jamás se habían sentido atrapados. El territorio de la guardiana era muy amplio y había suficiente espacio como para perderse en él. Eve había aprovechado el jardín para aprender a cazar y para aumentar su campo de visión.
Localizo un corzo pastando relativamente cerca, no estaba muy lejos del límite del jardín, pero si lograba cazarlo antes de que se alejase demasiado tendrían carne de calidad durante unos días. Coloco una flecha en su arco y se acercó lentamente a su objetivo. Ceniza voló y se colocó al otro lado del corzo para rodearlo. La muchacha avanzo agazapada entre la maleza hasta que tuvo el animal a tiro; respiro hondo y tenso la cuerda del arco, sin embargo, cuando estaba a punto de soltar la flecha, el corzo alzo la cabeza y vio a la muchacha. Eve soltó la cuerda, pero el animal ya había saltado hacia atrás. La flecha impacto cerca de su corazón, pero no fue suficientemente certera como para matarlo en el acto. El animal corrió en dirección contraria. Eve lanzo una maldición por lo bajo y persiguió al corzo.
-¡Ceniza!
La lechuza descendió sobre el animal y araño su pelaje; inmediatamente, el corzo giro y escapo. La mestiza aprovecho la distracción para lanzar otra flecha. Esta se clavó en una de las patas traseras, haciendo tropezar al animal, que ya no se pudo levantar. La muchacha celebro el triunfo y se acercó a recoger su presa, pero su alegría se desvaneció cuando se dio cuenta que el animal había superado el límite del jardín. No podía dejar al corzo moribundo allí, en el mejor de los casos el resto de animales salvajes lo devorarían, pero también existía la posibilidad de que el olor a sangre del animal atrajese a los condenados, las bestias no se acercaban al jardín de Este, pero tal vez, motivados por el hambre, sí que se aventuren más allá.
Casi sin pensar decidió intentar cogerlo ella misma. No estaba demasiado lejos de la frontera, si era capaz de agarrar una pata antes de que la barrera la empujase podría aprovechar la fuerza de la magia de Este para mover al animal.
Convencida de que su plan funcionaria se dispuso a intentarlo. Creo una barrera propia alrededor suyo para aguantar un poco más y cargo sobre la frontera. La muchacha logro pasar el límite del jardín y, esperando una fuerza que se opusiese, empujo con todas sus fuerzas sin preocuparse de mantener el equilibrio; sin embargo, esa fuerza no llego y la muchacha rodo por el suelo. Eve, confusa, se puso en pie y deshizo su propia defensa. Intentando averiguar lo que había pasado entro de nuevo y volvió a salir varias veces, pero en ningún momento la barrera de Este la devolvió al jardín.
Entonces se escuchó el aullido de un lobo relativamente cerca. Había aprendido a diferenciar la voz de un lobo a la de un vloek. Aunque los lobos eran más débiles que los condenados, no eran menos peligrosos, así que la muchacha acabo la vida del corzo con su puñal y cargo con el hasta la casa. Sin embargo, se detuvo cerca de las mesas del jardín. Había alguien sentado, observándola, y, aunque le sonaba su figura, no era capaz de reconocerla. Dejo su presa en el suelo y lentamente se acercó empuñando su arco cargado.
- Querida,- dijo la mujer.- no me apuntes con eso.
Eve bajo el arco al reconocer a la mujer.
-¿Este?- pregunto extrañada.
La guardiana tenía el mismo aspecto, pero no parecía la misma; parecía mucho más... poderosa. Era una persona distinta. Ya no parecía la anciana que había cuidado de ellos, ahora se asemejaba más a las criaturas mágicas que aparecían en los cuentos que su nana le contaba. "Los cuentos no son más que historias olvidadas" dijo la voz de Nora en su mente.
- Pareces sorprendida... Toma algo de té.
Eve acepto la bebida que le ofrecía la mujer y tomo asiento.
-¿La barrera...?- dijo confusa.
-Nunca hubo una. Simplemente confié en que no me desobedecierais.
- Pero Kyros...
-Eso lo hice yo misma. Fue necesario para que os tragaseis el farol, aunque no puedo negar que disfrute lanzándolo por los aires.- añadió con una carcajada.
-¿Y por qué nos hiciste creer que estábamos encerrados aquí?- pregunto Eve casi enfadada.
-Porque erais débiles. Además de demasiado obedientes. Aprende a desafiar lo que te imponen. Al final te resultara muy útil.
-¿Quién eres y que quieres de nosotros?- dijo Eve agresiva comprendiendo que la guardiana no quería simplemente ayudarles.
La anciana soltó una carcajada y se levantó.
-Todo en su momento.- respondió Este, luego de unos segundos añadió.- Despierta a Kyros y recoged vuestras cosas. No os quiero más por aquí, os iréis mañana en cuanto amanezca.
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Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]
FantasíaHay muchas leyendas en este mundo. Cientos. Miles. Algunas prohibidas por los reyes, otras por los dioses. Pero solo una de ellas se repite en todas las culturas. Y solo una está prohibida en todo el mundo. Más allá del Bosque Maldito, pasando la Ci...