Capítulo 22

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Kyros no había logrado dormir en toda la noche. El estado de Ileen había empeorado. La fiebre había subido de golpe y la niña había empezado a tener pesadillas, además, la herida de la espalda había empezado a supurar. El alado no tenía demasiados conocimientos en medicina, pero hacía lo que podía. Este pasaba horas encerrada en la habitación con Ileen intentando curarla con magia. Pero no había surgido efecto.

-Los Vloek tienen veneno en sus garras. - había dicho Este. - Aunque Ileen sea resistente a la miasma del bosque, en su estado, le afectará. El veneno de los Condenados drenó su energía, y ahora la maldición ha entrado en ella...

También estaba preocupado por Evelyn, que no había regresado. La noche había sido larga y los aullidos de las bestias ensordecedores.

Kyros estaba sentado en la puerta de la casa con su bastón al lado oteando entre los árboles rogando encontrar a la mestiza entre ellos. Pero ella no regresaba. Las horas pasaron y la preocupación del muchacho aumentaba. Este llevaba todo el día encerrada curando las heridas de Ileen.

De repente, la puerta se abrió con un fuerte estruendo. Este salió sudorosa. La perfecta trenza blanca que siempre mostraba la anciana estaba recogida en un despeinado moño y tenía la túnica manchada.

- ¿A regresado ya? - preguntó.

Kyros sacudió la cabeza. A pesar de que la anciana preguntaba repetidas veces si la joven había vuelto el alado notaba cierto desdén que le irritaba. En un principio fue Este la que dejó que Evelyn se fuese por su cuenta.

Todavía paso otra hora más sin rastro de la mestiza. Estaba Este preparando la comida cuando apareció entre los arbustos. Estaba totalmente empapada. Tenía los labios azules y tiritaba de frío. Algo había cambiado en ella, pero Kyros no era capaz de decir el que. El alado empujó a la muchacha dentro de la casa y le tendió una manta.

- ¿Dónde has estado? - pregunto con una mezcla de enfado y alivio.

-Hermana...- dijo tiritando. - Llévame... hermana.

El muchacho la miró con tristeza, pero asintió y, agarrándola del brazo, la guio junto con su hermana. Su respiración era muy inestable y sudaba por la fiebre. Evelyn tocó la cara de Ileen con delicadeza.

- ¿Por qué está así? - dijo Eve intranquila- Su herida estaba casi sanada.

En ese momento Este entro en la habitación.

-Kyros...- dijo. - Hay muchas personas aquí... Haz algo caliente para Evelyn.

El muchacho obedeció a la guardiana y las dejo solas en la habitación. Este le explicó a Eve lo que le sucedía a su hermana mientras la muchacha acariciaba su rostro, memorizando con sus manos hasta el último detalle.

- Yo... Lo he intentado todo. Nada, ni la medicina ni la magia, podrá salvarla. Es cuestión de días.

Sus palabras atravesaron el corazón de la muchacha como un puñal al rojo.

-Escucha. Su bendición está agotada, ya no puede protegerla. Si muere por culpa de la maldición se volverá un Vloek. Antes de que suceda...

Eve rompió a llorar. La guardiana tocó su hombro y la dejo sola. Los sollozos de la muchacha despertaron a Ileen.

- ¿Eve? - dijo con un hilo de voz. - ¿Qué te ha pasado?

La niña alzó la mano y acarició las gasas que cubrían el rostro de la mestiza. Con cuidado la muchacha se retiró el vendaje dejando a la vista las cicatrices que deformaban sus rasgos. Aunque estuviesen curadas por la magia de Este, pero seguían de un color rosado.

- Mi mamá conoció a la tuya. - dijo la niña. - Ella decía que un día tendrías las montañas en el rostro, y la luna en los ojos...- agarró con fuerza la cabeza de su hermana y la miró a los ojos. - Tienes las montañas en la cara, pero todavía no tienes la luna en los ojos. Sabía que esto ocurriría, sabía que la guerra llegaría, sabía que acabaríamos en el bosque; ella me dijo muchas cosas. Tu madre le dio un mensaje a la mía, y ella a mí... Cuando se descubra la mentira busca la verdad donde ellos la encontraron... Ella no quería que lo supieras hasta que no fuese necesario.

- ¿Qué significa? - dijo confusa. - ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué...?

Eve no entendía realmente que sucedía. Su hermana siempre había sido una niña curiosa que toqueteaba y jugaba con todo lo que encontraba en el camino, pero ahora era otra persona diferente. Tenía un brillo de madurez que jamás había visto.

-Se lo que me pasará. Así como tu madre y la mía después, yo puedo ver más allá. No te preocupes... Estaré bien. Haz lo que debas hacer...

Las manos de la muchacha se deslizaron y cayeron en el colchón. Los sollozos de Eve se volvieron más fuertes.

-No puedo... No puedo...

Ileen había vuelto a caer inconsciente. Eve no paraba de temblar. Sintió como unos brazos la rodeaban. La muchacha se enterró en el cálido abrazo y lloro con ganas.

- No tienes mucho tiempo. - dijo Este. - La transformación empezará pronto.

- ¡No! - respondió la mestiza. - No puedes pedirme esto... No quiero... No quiero herir a mi hermana.

- Ya no tu hermana. - dijo Kyros con suavidad.

El alado cogió la mano de la muchacha y la colocó sobre el pecho de la niña. Ya no se elevaba. Ya no respiraba.

-Ella ya no está.

Evelyn se quedó en silencio, como si la hubiesen golpeado. Sentía como si el mundo se cayese sobre ella. Sentía como su corazón todavía latía, pero cada vez más débil.

- Dale esto. - dijo Este entregándole un vaso. - No duele.

Eve lo cogió con las manos temblorosas.

- Iros. Por favor...

La guardiana y el alado obedecieron dejando a las hermanas solas. Eve se arrodilló junto a la cama y rezo con todas sus fuerzas. Rezo a los cuatro dioses, a la muerte y a la vida. También le rezo a Ella y a su madre. "Dadme fuerza" pedía "Por favor dadme fuerza para perdonarme a mí misma." A continuación, se secó los ojos y le dio a beber el líquido a Ileen. Eve apoyó su cabeza sobre el pecho de la niña y escucho como su corazón se detuvo definitivamente.

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El humo de la pira de Ileen se elevaba más allá de las copas de los árboles. Solo estaban presentes Kyros, Evelyn y Este, pero no por ello fue menos solemne. El alado se sentía extraño. Jamás llegó a conocer a la niña y en aquellos momentos lo único que deseaba era sanarse y poder volver a cumplir su venganza; pero no podía ignorar aquel sentimiento amargo. La tristeza y el odio lo habían acompañado desde que Júpiter fue ejecutada, pero aquello era diferente...

-Kyros. - dijo Evelyn sacándolo de sus pensamientos. - Déjame un cuchillo.

- ¿Como? - pregunto sin entender lo que había dicho.

-Cuchillo. - repitió Eve lentamente gesticulando con las manos.

Extrañado el joven se le entrego el objeto sin quitarle un ojo de encima. La muchacha comenzó a cortarse el pelo con movimientos rápidos y lanzarlo a la hoguera.

- Volveré todo a la normalidad...- susurró. - Lo prometo.

Entonces, de las cenizas de su cabello emergió una hermosa ave. Tenía la forma de una lechuza, pero su pelaje era oscuro.

Este es mi último regalo. Dale un nombre y te seguirá doquiera que vayas.

Evelyn estiro el brazo y dejó que el ave se posase sobre su brazo.

- Naciste del fuego, así que tu nombre será Ceniza.

Este dejó escapar una leve sonrisa. Cuando Eve se dio la vuelta las cicatrices que tapaban sus ojos habían desaparecido y los llevaba abiertos. Habían adquirido un brillante color plateado. La muchacha camino hacia la guardiana con paso seguro.

- Iré al Palacio de Cristal. - dijo. - Ella será mis ojos.


Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora