Capitulo 1

209 10 31
                                    

Tras despedirse del grupo de mercaderes que los había acompañado por los últimos dos meses, la joven pelirroja azuzó el caballo que tiraba del carro para alejarse de ellos lo más rápido posible.

-Ya estamos lo suficientemente lejos. Déjalas salir. -dijo.

Su acompañante, un joven idéntico a ella, entro al carro.

-Chicas es seguro. Podéis salir. -dijo golpeando una de las cajas.

La tapa se desplazó y de dentro salieron dos chicas. Una alta y esbelta, de unos diecisiete años con el pelo extremadamente largo y negro como la noche y la piel pálida con unos tonos azulados; la otra, de unos doce años, era bajita con el pelo muy rizado y de un color marrón oscuro y la piel color miel. Ambas estaban vestidas con harapos sucios y llevaban cadenas en los tobillos.

-Lo primero es encargamos de vuestras pintas-dijo la pelirroja- Alan, coge las riendas. Les echaré una mano.

Entro al carro y cerró las cortinas. Luego saco unas tenazas de un agujero escondido debajo de las tablas del suelo.

-Acercad los pies y no os mováis ni un milímetro.

Las niñas obedecieron y la pelirroja les corto las cadenas, cuando vio la piel debajo, chistó molesta.

-Os han dejado marca. Tardará en quitarse. Pero no será permanente. -miro hacia las niñas y les sonrió dulcemente. - No os preocupéis. Nos encargaremos de esto. No os pasará nada.

Se giró y rebusco en una de las cajas más cercanas.

-No hemos tenido tiempo de conseguiros ropas más decentes así que tendréis que conformaros con las mías. Os quedarán grandes. Sobre todo, a Ileen. Pero puedo apañarlas.

-Gracias. -dijo la mayor.

-No hay que darlas. Vamos. Cambiaos. Si nos paran y estáis así vestidas sospecharan.

Las niñas hicieron como dijo la pelirroja y se cambiaron. Con un cuchillo la joven rasgo la tela y adapto la ropa.

-Esto es otra cosa. -luego se volvió hacia la mayor. -Si alguien pregunta eres la mujer de Alan y ella tu hija que es muda. Pero evita responder preguntas. ¿Entendido?

La muchacha asintió.

-Os dejo que os estiréis un rato. Llegaremos a Itsas a última hora de la tarde. Dentro de un rato pararemos a comer. Dormid un poco. Ahí hay unas mantas.

La pelirroja salió y se sentó al lado del joven que estaba conduciendo.

-Alan, también deberías descansar un rato.

-Nora... Ya hemos hablado de esto. No estoy hecho de cristal.

-Pero...

-Nada de peros. No te preocupes. No estoy cansado.

-Como se nota que eres mi hermano. -se recostó en uno de los lados del carro- Cabezota...

-Esta noche ha sido muy larga. Duerme. Te despertare cuando paremos a comer.

Habían establecido un pequeño campamento a la sombra del carro. Habían conseguido muchas provisiones de los mercaderes y no necesitarían cazar durante un tiempo.

Las niñas se abalanzaron sobre la carne cuando Nora les tendió un cuenco.

-Hacía meses que no comíamos así- dijo la mayor aún con comida en la boca.

-Evelyn, ¿verdad? - pregunto Nora.

-Si -respondió la mayor mientras engullía un trozo de carne.

- ¿Me puedes explicar cómo han acabado dos mestizas sin autorización de vida en este maravilloso país?

Evelyn la miro desconfiada.

-No hace falta que contestes. -dijo Alan mientras se sentaba. - No nos interesa lo que nos quieras ocultar. ¿Sois hermanas?

-Ileen y yo fuimos criadas juntas, pero no compartimos la misma sangre. Venimos del Archipiélago de los Yexan, es el país que está al noroeste.

-Ese lugar es considerado un paraíso para todo aquel que tenga algo de cerebro, ¿Porque alguien querría irse? -dijo Nora. Luego miro hacia Alan. - Nosotros teníamos pensado mudarnos allí cuando... Bueno, en unos años. Pero cerraron las fronteras y nadie sabe por qué.

A Evelyn le brillaron los ojos con curiosidad, pero no pregunto nada. La comida continua en silencio durante un rato, hasta que Ileen se levantó del sitio y comenzó a curiosear en el carro. Evelyn la reprendió en su propio idioma, pero Alan se rio.

-Déjala curiosear. No hay nada que se estropee en ese carro.

Ileen continúo rebuscando en el carro algo que le llamase la atención hasta que encontró un trozo de madera con cuerdas que lo cruzaban de un lado a otro enredándose entre ellas. Como apenas podía moverlo por su tamaño tiro con insistencia de la falda de Nora y señaló el objeto.

-Es un enara. Un instrumento musical que fue popular en la capital cuando yo era joven.

Cuando Evelyn tradujo las palabras de Nora a la niña le brillaron los ojos.

- ¡Música!¡Música! -dijo mientras tiraba todavía con más insistencia de la falda.

Nora saco el instrumento del carro y se lo coloco sobre las piernas. Deslizo los dedos sobre las cuerdas con delicadeza. Al vibrar las cuerdas emitían un sonido similar al del aleteo de un ave. Tocó varias notas largas antes de pasar a una melodía vertiginosa.

Los viajeros escucharon con gusto la música que la joven pelirroja les ofrecía. Cuando la última nota se perdió en el aire Ileen se lanzó con mil preguntas que Nora no pudo comprender.

-Será mejor que continuemos o nunca lograremos llegar a Itsas antes del anochecer.

Los cuatro recogieron el improvisado campamento y se pusieron en camino de nuevo.

Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora