Evelyn sentía el viento en la cara y moviendo su pelo. Observaba atenta el mundo alrededor. Cuando nombró a Ceniza su vista se aclaró. No era capaz de ver los detalles de las cosas, pero era capaz de distinguir formas y colores.
-Para.
El animal freno de golpe y dejó que la muchacha se realizase de su lomo. Eve se cayó de rodillas y freno para coger aire. Ceniza le frotó el hocico contra la mejilla. Ella era diferente. Podía ver hasta el último detalle de su pelaje. Era como una mancha de color en un paisaje en blanco y negro.
-No había montado nunca un lobo...-dijo. - Gracias por la ayuda. Necesitaba irme de allí.
Una de las ramas del árbol más cercano rozo su brazo. La muchacha se acercó y se sentó entre sus raíces.
- Nunca había estado en un bosque tan activo... Los árboles siempre me ayudan, pero nunca los he visto moverse o hablar...
Ceniza se echó sobre sus piernas y dejó que Eve le acariciase la cabeza.
No somos un bosque normal. Nacimos de la maldición de un hombre. Todos nacemos de él y compartimos las raíces. Somos uno. Nacimos hace cientos de años... Aprendimos...
- ¿Por qué no logré despertar a los gemelos? -dijo casi para sí. - ¿Y por qué estaban cubiertos con raíces?
El bosque es peligroso si vives en el suelo. No todas las criaturas que viven en él te protegerán.
Un aullido no muy lejano llamó la atención de la mestiza. La loba se levantó de golpe y se puso a la defensa.
Pequeña... Saliste muy tarde de casa, es peligroso; toma esto, monta de nuevo en Ceniza y huye. Ella sabrá a donde llevarte.
Las ramas del árbol sobre el que descansaba crecieron y se trenzaron entre sí creando un arco y varias flechas de madera. Evelyn apoyo su frente en la corteza y tomo el arma agradecida. Luego volvió a montar sobre la loba. Inmediatamente, el animal comenzó a correr. Esquivaba grácilmente todo lo que se ponía en su camino. La muchacha miraba a su alrededor excitada. Volvía a ver; pero no veía como antes, veía más allá. Era capaz de ver el conejo escondido en su madriguera, o la rata que huye despavorida con un trozo de comida entre los dientes. Veía las hojas de los árboles caer, veía como el pecho de Ceniza se elevaba a cada bocanada de aire. No había luz, pero aun así veía. Y no solo eso; también escuchaba y olía. Era capaz de sentir todo lo que sucedía a su alrededor, hasta el más mínimo detalle.
Ceniza continúo corriendo por otra media hora. Los aullidos de los Vloek sonaban a sus espaldas, pero no eran capaces de alcanzarlos; no tardaron en dejarlos atrás. La loba llegó hasta un pequeño terreno donde había varios objetos tirados por el suelo.
Evelyn recorrió el lugar con las manos. Había manchas de sangre resecas aquí y allá. Las posesiones de los gemelos estaban dispersas por todo el lugar. La muchacha recogió su viejo arco del suelo y lo acarició con cariño. Luego busco entre el resto de los objetos. Cerca del lecho donde habían dormido estaba tirado el puñal de Ileen. Nora se lo había regalado cuando llegaron a la iglesia de Shatset. La empuñadura estaba hecha de cuero y tenía algo escrito en la hoja.
- Libera al encadenado. - leyó en voz alta.
Guardo el puñal en su funda y lo escondió entre los pliegues de su ropa. Entonces escucho unos pasos detrás suyo y vislumbro entre los arboles una figura que no conocía. Lentamente alcanzo una espada corta que estaba tirada cerca. Espero a que el desconocido se acercase lo suficiente y entonces con rapidez y precisión le coloco la punta de la espada debajo del mentón. El desconocido se frenó de golpe y tiro el palo que llevaba en las manos.
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Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]
FantasíaHay muchas leyendas en este mundo. Cientos. Miles. Algunas prohibidas por los reyes, otras por los dioses. Pero solo una de ellas se repite en todas las culturas. Y solo una está prohibida en todo el mundo. Más allá del Bosque Maldito, pasando la Ci...