Capítulo 36

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La mañana siguiente Eve se permitió dormir hasta media mañana. Se sentó en la cama y acaricio a Ceniza que dormía a su lado. Pocos minutos después de despertar, alguien golpeteo la puerta.

-Adelante.

Entraron tres de las extrañas sirvientas del palacio. Las tres niñas vestían el mimo vestido y llevaban el mismo velo; a excepción de que las vestimentas de una de ellas eran negras; Eve la reconoció como la doctora que se había encargado de ella el día anterior.

La primera comenzó las tareas de la habitación, la segunda comenzó a servir el desayuno y la tercera se acercó a examinar la herida de Eve. Las curas de Kyros habían sido muy efectivas y solo quedaba una gruesa postilla, que muy posiblemente se convertiría en una cicatriz. Por suerte no se había infectado y había curado rápidamente, pero todavía había que mantener la zona limpia y tapada; para evitar que se abriese de nuevo.

-Buenos días, señorita Eve. La señora Nora y el señorito Kyros ya despertaron y están paseando por los jardines. Si desea unirse más tarde, por favor infórmenos y la guiaremos. – dijo una; luego añadió. - Tristemente, la Gran Doncella tampoco podrá recibirles hoy. Os manda sus sinceras disculpas y pone a vuestra disposición todos los servicios del palacio.

Otra sirvienta salió del baño y se colocó enfrente de Eve.

- Le he preparado un baño caliente y ropa limpia para el día. Junto con la ropa he dejado una campanita. Si me necesita no dude en hacerla sonar.

La doctora termino de revisar su herida y se colocó junto con las otras dos.

- Evite los movimientos bruscos en los próximos días, sobre todo los giros. - explico. - Con eso será suficiente para que termine de sanar. Ahora, con su permiso, nos retiraremos.

Eve asintió con la boca llena. Inmediatamente después, las tres se inclinaron y abandonaron la habitación. Eve termino de comer su tostada rápidamente y fue entusiasmada al baño. Estaba exactamente igual que ayer. Un vestido y una campana cuidadosamente colocados en un taburete detrás de un fino biombo, y al otro lado la bañera. La mestiza suspiro; en cierto modo ese lugar le recordaba a su hogar. Podía perfectamente imaginar a su hermana entrando en la habitación como un huracán. La muchacha sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos. No podía permitirse mirar hacia atrás.

No tardó demasiado en bañarse, aunque disfruto del lujo. Cuando salió aprovecho que en una esquina de la habitación había un pequeño escritorio con objetos para peinarse el pelo. Lo cepillo con cierta nostalgia. Había crecido bastante desde el día que se lo corto, pero todavía no llegaba a sus hombros. Como lo había cortado a ciegas, estaba desigual y bastante descuidado. Al cabo de un rato suspiro aburrida; podría ir en busca de Nora y Kyros, pero después de tantos días con ellos quería un momento de calma. Con eso en mente se vistió, cogió la campanita y salió en busca de algo con lo que entretenerse.

Ceniza estaba todavía dormida, así que salió ella sola. Su visión estaba bastante limitada, ya que el sol estaba muy alto; por lo que apoyo una mano sobre la pared y confío en sus instintos. Les habían dado permiso de disponer de los servicios del palacio, por lo que no debería de haber ningún problema, aun así, escondió el puñal de su hermana entre sus ropas por si lo necesitaba.

Recorrió los pasillos en busca de la salida. Encontró varias bifurcaciones y cruces. Los pasillos eran cada uno de diferente tamaño, hasta el punto de poder tocar ambas paredes con las dos manos al mismo tiempo, mientras que otros parecían más una habitación que un pasillo. Durante su paseo no encontró a nadie; aunque no le extrañó, los palacios y castillos normalmente tenían pasillos ocultos para que la servidumbre pudiese pasar sin ser vista; en su niñez había pasado horas en aquel tipo de corredores. Poco a poco se fue adentrando en el corazón del palacio, siguiendo sus propios pies, sin destino concreto. Vago por casi media hora sin llegar a un sitio concreto; y, cuanto más se acercaba el mediodía más se reducida su visión, así que apenas podía ver las sombras a su alrededor.

De repente el pasillo acabo abruptamente. Frente a ella se erguía una puerta enorme. Había algo a los dos lados, parecían guardas, pero cuando Eve acercó su mano noto que eran estatuas de fría piedra. Busco el pomo de la puerta sin éxito. Pensó que quizás no tenía, que simplemente había que empujarla, pero pesaba demasiado para que ella sola pudiese moverlo.

Decidió rendirse y volver en otro momento, cuando pudiese inspeccionar aquel extraño lugar a fondo. Se asustó cuando sintió un leve tirón de su falda. A sus pies estaba Ceniza. Aunque ella no viese nada, siempre era capaz de distinguir al animal. Era como un faro una noche de tormenta. Esta vez el animal se había transformado en un pequeño monito albino. Eve sonrió y dejó que se subiese encima de su brazo. Busco en uno de sus bolsillos y saco un pequeño trocito de cecina ahumada que había conseguido la noche anterior y se lo ofrecido. Ceniza lo acepto gustosamente y comenzó a roer el trozo de carne.

- Parece que he llegado a un camino sin salida. - le dijo a Ceniza. - ¿Sabes dónde están Nora y Kyros?

En animal la miro con sus enormes ojos y emitió un leve sonido; luego se subió a su hombro y señaló hacia delante. Eve siguió las indicaciones de Ceniza hasta que salió al jardín. Podía decir que el sol brillaba con fuerza; muy posiblemente estaba a punto de alcanzar su cenit. Inconscientemente se apretó la venda que cubría su rostro, temiendo las consecuencias de la luz en sus ojos.

Escuchaba las voces de sus compañeros no muy lejos, por lo que decían estaban entrenando. Desde que habían dejado la casa de Sur no habían vuelto a entrenar juntos. Entusiasmada Eve fue a unirse, estaba deseando una pelea amistosa. Debido a las características de aquellos ojos, sus habilidades durante el día eran casi nulas; pero estaba empezando a ser capaz de mantener el ritmo de la pelea.

Sin embargo, según se estaba acercando, sintió como alguien estaba a su lado. Era un hombre enorme y olía a sangre y barro. Emitió un rugido extraño e intento avanzar hacia la mestiza, que ya había desenvainado su puñal, preparada para defenderse. Eve sintió como el extraño se tambaleaba y respiraba entrecortadamente. La muchacha soltó en puñal justo a tiempo para coger al extraño antes de que cayese al suelo. Sintió la sangre de aquel hombre manar sin control de numerosas heridas.

- ¡Ceniza! - gritó. - ¡Busca ayuda!

El animal agarro la campanita que Eve su había enganchado en el cinto y la sacudió con fuerza. En pocos segundos un grupo de sirvientas apareció con una camilla y se llevaron al desconocido.

Nora y Kyros, alertados por el escándalo, se acercaron asustados.

- ¿Estas bien? - pregunto Nora preocupada al ver a la mestiza llena de sangre. - ¿Estas herida?

-No... No es mía. - dijo Eve confusa.

Kyros agarro a una de las niñas del brazo.

- ¿Que ha pasado? - pregunto serio.

La niña le miro impasible y respondió sin ningún ápice de emoción en su voz.

-El cuarto ha llegado.

Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora