-Envié a los guardianes al bosque, con la esperanza de que lograsen encontrar una forma de acabar con la maldición, pero jamás lograron encontrar la manera... Sin embargo, lograron conectarme con el exterior. No es una conexión real, no se como ha cambiado el mundo en los últimos siglos. Pero se todo lo que le sucede a las joyas y a los alrededores. Poco después de abandonar mis dominios, el ladrón sobreviviente se las entrego a su rey y enveneno su mente con mentiras. El rey, temiendo que yo fuese un demonio que robo el poder de los dioses y que aquella era mi fuente de poder, mando destruirlas inmediatamente.
"Lo intentaron todo. Calentaron las joyas hasta que estaban al rojo y luego las enfriaron rápidamente, esperando que eso las hiciese mas vulnerables a los golpes. Todos los nobles del reino humano hacían cola para ver quien lograba destruirlas, los magos de la corte intentaron romperlas con sus encantamientos, los brujos querían agotar su magia hasta que se convirtieran en polvo. Pero nadie logro destruir mis joyas. Después de todo, los dioses las crearon y solo un dios puede destruirlas. Pero un día llego un hechicero. Era joven, pero su intelecto y habilidad para la hechicería era mayor que la de los maestros de la corte.
"Su solución era sencilla. Las gemas eran demasiado poderosas para destruirlas; así que sello su poder en su interior. Una vez debilitadas romperlas fue tarea fácil. Las dividieron en dos fragmentos cada una y el rey, avaro, las guardo como prueba de su valentía. Considero que era una gema demasiado preciosa para desperdiciarlas estudiando. Las guardo para aumentar su propia riqueza. Las mostraba como trofeos contando la épica batalla que llevo a la derrota de la Bruja del Bosque, el demonio temido y odiado, olvidando a aquellos que cayeron en la batalla, apropiándose de una victoria que ni siquiera había sucedido.
"Cuatro hijos tubo. Los cuatro lo adoraban por la hazaña de librarse del monstruo que plagaba sus peores pesadillas. Un monstruo que el mismo había creado. A su muerte le entrego un reino a cada hijo y, con cada reino, un fragmento de las joyas que me robaron. Para que las utilizasen como piezas de joyería, como regalos, o para que simplemente las olvidaran en un rincón. Jamás las trataron como algo de importancia. Pero su poder seguía en su interior. No fueron destruidas, solo separadas. Pues son el tiempo en si mismo y el tiempo son las joyas. Una para el pasado y otra para el futuro. Gemelas idénticas, pero diferentes al miso tiempo. Y así pasaron de mano en mano.
"Los fragmentos de La Joya del pasado, inmutables permanecieron en su lugar, sin cambiar nada; el primero paso de padre a hijo, y aun hoy perdura en el mismo lugar, en manos de la familia real del Reino humano; el segundo, siglos después, fue utilizado para sellar la paz, una paz entre humanos y yexanas que permanecerá sellada durante generaciones, y nada podrá romperla.
"Los fragmentos de La Joya del futuro son volubles y caprichosos, mostrando a sus portadores el futuro que desean o el que temen, provocando ira y pelea; el primero fue considerado trofeo y perteneció a los mejores cazadores, hasta que, al finalizar el periodo de supremacía humana los emperadores alados lo utilizaron como dote, siempre perteneció al emperador, susurrando en su oído, incitando la guerra y el conflicto, sin embargo este año cambio de dueño, el patriarca de la familia Avo Sinda pago toda su fortuna por él, buscando la verdad que ocultan sus reflejos; el segundo se perdió en los bosques de las Tierras Salvajes, provoco cientos de guerras entre los clanes, cegando a sus lideres con riquezas falsas, los chamanes, creyendo que estaba poseída por un mal espíritu, la enterraron en la corteza del Gran Árbol de la vida.
"Esa es la verdad, los fragmentos duermen y piden auxilio, deseando volver a encontrarse con su otra mitad, pues hasta que el tiempo no sea restaurado, la evolución no continuara y las razas no podrán avanzar. Así fue como llegasteis aquí, vosotros respondisteis a su llamado. Los ocho guerreros elegidos por los Fragmentos. Vosotros cruzasteis El Bosque Maldito, os enfrentasteis a La Ciénaga de los Sueños y superasteis la cordillera de Los Cuatro Tronos. Cuatro se perdieron en el camino, pero vosotros continuasteis hasta aquí. Se bien que vinisteis por el don que otorgo, pero no lo lograre hasta que las joyas estén de vuelta en mi poder. También sé que esperáis que reviva a vuestros muertos, pero recordad que eso no se puede hacer. Cuando la luna ilumine un cuerpo, ella se llevará su alma y esta no podrá regresar jamás. Pero os pido que no volváis atrás, pues, aunque los muertos no puedan ser revividos, pero los que todavía están vivos aún pueden ser salvados.
"Por ello, yo, como representante de la voluntad de los dioses, dueña de Las joyas del Tiempo, me inclino ante vosotros y os ruego, ¿recuperareis el tiempo que fue robado?, restaurareis lo que fue separado y regresareis al palacio triunfantes?
A pesar de las palabras de la diosa, ninguno dudo, no había lugar a discusión, no había otra respuesta. Daba igual la situación o los deseos de cada uno. Nada importaba. Solo aquella mujer que, inclinada, rogaba por ayuda. Se arrodillaba ante fugitivos y ladrones y les pedía ayuda. Los cuatro guerreros aclamaron al cielo que ayudarían a la diosa; y nada sería capaz de detenerlos.
"Entonces aceptad mis regalos. Solo dos de ellos, pues si os entrego mas no seréis capaces de salir. Mi primer regalo será el don del entendimiento; no importa que palabras lleguen a vosotros, no importa que palabra deje vuestra boca, pues todos las comprenderán y vosotros los comprenderéis a ellos. No importa donde vayáis, no importa con quien habléis, a sus oídos todo lo que digáis cobrara sentido. Mi segundo regalo será mi bendición; para que la enfermedad nunca os alcance; pero recordad, mi bendición no os hará invencibles.
"Partid pues mis héroes. Alzaos y cabalgad. No importa quienes sois o de donde venís. No importa vuestro pasado o futuro. Alla donde estéis, buscad. Los Fragmentos del Tiempo os esperan, abandonados en algún lugar, deseosos de unirse de nuevo. Pero recordad, nunca habéis de contemplar vuestro reflejo en su superficie, pues esto destrozara vuestra mente y desgarrará vuestro cuerpo. Si eso sucede nunca lograreis salvaros del juicio divino que recaerá sobre vuestra alma.
Fin del libro primero.
Continuara en
Los Fragmentos del Tiempo: La joya del pasado.
ESTÁS LEYENDO
Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]
FantasyHay muchas leyendas en este mundo. Cientos. Miles. Algunas prohibidas por los reyes, otras por los dioses. Pero solo una de ellas se repite en todas las culturas. Y solo una está prohibida en todo el mundo. Más allá del Bosque Maldito, pasando la Ci...