La quinta vez que Sur llamo a su puerta Nora le dejó pasar ya exasperada.
- ¡Dije que no quería saber nada más! Mañana volveré a casa.
-Por favor. Solo escucha. Si no estás convencida después puedes marcharte, no te lo impediré. Pero escúchame, solo una vez más.
- ¿Qué me vas a decir ahora? ¿Que el mundo me necesita? ¿Qué metieron las manos en mi vida por un buen motivo? Por favor no lo intentes.
-No. - dijo. - Te... Te contaré qué quiere mi Maestra. No todo. Todo lo que pueda. Y... Como puedes recuperar a tu hermano y a todos los que has perdido hasta el momento.
Nora le miró desconfiada. De nuevo aquel hombre parecía sincero y asustado. La pelirroja no entendía que era capaz de asustar a Sur, quien había caminado entre los condenados sin una pizca de miedo; pero, fuese lo que fuese, no quería encontrárselo. Pero la idea de recuperar a sus amigos y familia era demasiado tentadora.
-Te escucho. -dijo.
- Gracias. - respondió Sur aliviado. - Verás, hace casi un siglo, durante el imperio humano, los herederos de la corona eligieron a ocho soldados.
"Oficialmente esos soldados liderarán las tropas para conquistar el Palacio de Cristal; pero en realidad, su verdadero objetivo era robar el objeto que los dioses le habían regalado a la Gran Doncella como premio por crear los montes y los bosques. En ese entonces no existía el bosque maldito ni la ciénaga de los sueños. Todo era una extensa llanura habitada por tribus y pueblos independientes; así que las tropas no tuvieron problemas en pasar. Sin embargo, en el momento en el que pisaron el territorio de la Gran Doncella casi todos los soldados perdieron la voluntad de luchar. Muchos desertaron y se unieron a los pueblos independientes, otros, se volvieron nómadas.
Aunque se quedaron sin tropas, los ocho soldados no se rindieron de su cometido y lograron infiltrarse en el palacio. Pasaron semanas ocultos, buscando el regalo de los dioses. Finalmente lo encontraron en una sala escondida detrás del trono. Allí encontraron dos gemas perfectamente esféricas que emitían un suave brillo. Temiendo las trampas decidieron dividirse; cuatro de ellos fueron a por la primera gema y los otros cuatro a por la segunda, cogiéndola al mismo tiempo.
En el momento en el que levantaron las gemas comenzó la batalla. Unos defendían que las gemas tenían que ser devueltas inmediatamente, los otros que debían ser destruidas. La pelea fue horrible. Aquellos que habían sido amigos y hermanos ahora luchaban a muerte. Quienes deseaban destruir las gemas resultaron vencedores. Pero solo dos de ellos sobrevivieron. Cogieron ambas gemas y huyeron. Sin embargo, al salir del palacio se encontraron un paisaje muy diferente. Para defenderse, la Gran Doncella, había levantado cuatro enormes montañas alrededor del palacio.
Más allá emergió la Ciénaga de los Sueños, creada por el odio y desesperación de sus dos compañeros perdidos. Fue la primera maldición. Paso mucho tiempo hasta que encontraron la salida de aquel laberinto. Pero fuera les esperaba la segunda maldición. Los condenados. Todos aquellos que vivían más en la llanura se habían convertido en monstruos. Allí pereció el penúltimo de los soldados. Y allí donde cayó surgió la tercera maldición. El Bosque Maldito.
El cuarto logro huir y regresar a su país natal. Pero jamás entrego las gemas a su rey como debería haber hecho, pero tampoco fue capaz de destruirlas. Las separó en dos mitades cada una. Entrego cada fragmento a cada uno de los herederos del rey, asegurando que no eran más que piedras preciosas, y que eran una compensación por fallar a su deber..."
-Si recuperas los cuatro fragmentos mi maestra será capaz de traer de vuelta los muertos. - termino Sur. - Ya sé que hay muchos agujeros en la historia. Hay muchas cosas que no puedo decirte, pero te aseguro que todo lo que ha salido de mi boca es la única y absoluta verdad.
Nora estaba confusa. Lo que Sur había contado era difícil de creer.
- Dame una prueba de que lo que dices es verdad. - dijo. - Si logras demostrar que lo que has dicho es cierto, entonces escucharé lo que tú Maestra tiene que decirme.
Con ilusión en sus ojos Sur guio a la pelirroja por los pasillos interminables de su hogar. Nora observó que no sólo su habitación, sino toda la casa era blanca. También había gran cantidad de Niños del bosque haciendo diversas tareas. Entonces llegaron a una habitación que no estaba iluminada.
-Cuidado, - dijo Sur. - Hay escaleras.
Nora se sumergió en la oscuridad y bajo con cuidado detrás de Sur. Al final del túnel se veía una tenue luz azulada. Cuando cruzaron el arco de la puerta Nora se quedó sin habla.
Cientos de raíces que se cruzaban y entrelazaban entre sí formaban las paredes y el techo del lugar. Pero lo más impresionante era el cristal que había en el centro. Se podía ver claramente que dentro había un humano de unos veinte años. Más o menos la edad de Nora. Sus ojos eran totalmente negros y su rostro estaba congelado en una mezcla de odio y terror. Sus brazos y piernas se habían convertido en raíces y se entregaban con el resto. Pero la pelirroja no se fijó demasiado en aquello. Los ojos de la mujer estaban fijos en el collar que lucía aquel hombre. Una pluma de marfil. Como la que no hacía demasiado ella misma había entregado a Evelyn. Recorrió con la mirada el cuerpo de aquel hombre. Tenía un tatuaje en el pecho. Unas alas y un hacha. El mismo diseño que había en su escudo. Aquel hombre fue un ciudadano del Reino Oculto. Y no un ciudadano cualquiera, solo los más cercanos al rey tenían derecho a lucir ese escudo.
Nora retrocedió un poco y trago saliva.
- Te creo... -dijo con dificultad. - Iré con tu maestra.
Sur la miró ilusionado.
- Gracias. No...- empezó Sur.
- Pero. - interrumpió Nora. - Tengo que recuperar algo. No tengo la fuerza para pasar por el bosque... Si él no lo logró, difícilmente pasaré de este bosque.
- Te puedo enseñar. A sobrevivir en el bosque, a luchar con los Vloek.
-No. Necesito más poder. - Nora suspiro con fuerza. - Ha llegado el momento. Invocare el Sjekira.
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Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]
FantasyHay muchas leyendas en este mundo. Cientos. Miles. Algunas prohibidas por los reyes, otras por los dioses. Pero solo una de ellas se repite en todas las culturas. Y solo una está prohibida en todo el mundo. Más allá del Bosque Maldito, pasando la Ci...