Capítulo 26

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Cuando Eve despertó la oscuridad había vuelto a envolverla. Sintió el peso de Ceniza sobre su pecho y sus plumas haciéndole cosquillas en los brazos. La muchacha acarició al animal suavemente intentando despertar al animal. Tras un rato el animal comenzó a revolotear y poco a poco despertó.

-Avisa que estoy despierta. - pidió.

Ceniza emitió un leve graznido y alzó el vuelo. Segundos después apareció Kyros con el ave posada sobre su brazo. El joven sonrió al verla despierta.

- ¿Estas bien? - dijo.

Eve se incorporó con cuidado y asintió.

- Sigo de una pieza, así que no debería quejarme. - respondió, luego recordó que Kyros apenas la entendía y rectifico. - Si. Tengo hambre.

- Sé. Tres días de suelo.

- Sueño. - corrigió casi inmediatamente la muchacha. - Espera, ¿Llevo dormida tres días?

-Ya lo creo señorita. - interrumpió Este desde la puerta. - No me puedo creer lo temerarios que fuisteis. Kyros me ha contado todo, no te esfuerces por hacer la historia más agradable. Tu tuviste la culpa en un principio, y luego al mocoso cojo se le ocurrió seguirte. ¿Qué hubiese pasado si uno de los dos muere? ¡¿O los dos?! No os podéis creer la suerte que tuvisteis en salir vivos.

La mujer estaba furiosa. Gritaba a los jóvenes a veces en idiomas que ninguno conocía. Gesticulaba y movía los brazos con una efusividad poco esperada para su edad.

- ¡Se acabó! - dijo finalmente. - Ninguno de los dos será capaz de abandonar mi casa hasta que yo lo decida.

- ¡Pero no puedes! - protestaron. - ¿Nos estás encerrando aquí?

- ¡Si! - respondió enfurecida. - No os alejareis de mi hasta que yo considere que podéis sobrevivir por vuestra cuenta.

- Esto es absurdo. - replico Eve.

- Ya podemos valernos por nuestra cuenta. Logramos sobrevivir en el bosque la otra noche.

- ¡Por pura suerte!

- No- dijo Eve. - Fui capaz de hacer magia, lo que significa que podre defenderme.

- Muy bien. – dijo irónica. - Vamos, haz algo te tu asombrosa magia, impídeme que os encierre a ti. Y tú, atácame, suelta ese bastón y camina por tu cuenta.

- Pero... - intento interrumpir Eve.

- ¡NO! Nada de peros. No podéis. ¿Y sabéis por qué? ¡Por que sois débiles! ¡Inútiles en la batalla! Hace tres días tuvisteis suerte, pero eso no se repetirá. Si no queréis morir al poner un pie fuera de esta casa, estaos callados y obedeced.

- No puedes retenerme aquí. Yo me iré cuando yo quiera. – dijo exasperado Kyros.

Y así, enfadado y ofendido por las palabras de la anciana, el alado abandono la habitación y salió de la casa para demostrar que la mujer no podía retenerle. Sin embargo, cuando fue a cruzar la línea del bosque una fuerza invisible lo lanzo de vuelta dentro de la casa sin que el muchacho pudiese hacer algo. El joven continúo intentando salir, luchaba con todas sus fuerzas contra aquella magia, pero lo único que logro fue llenarse la boca de tierra y barro. Finalmente se dio por vencido y regreso a la habitación de Eve donde ambas mujeres observaban al muchacho.

- ¿Y bien? - dijo la guardiana conteniendo la risa.

Kyros suspiro.

- No puedo salir. - dijo vencido.

- ¿Quieres intentarlo tú? - le pregunto a Eve.

- Creo que pasare por hoy.

- Bien. Levantare el hechizo... Pero primero han de ocurrir tres cosas. Primera; ambos debéis aprender a defenderos cuerpo a cuerpo, sin bastón. - enfatizo mirando a Kyros. - Segunda; Eve tiene que controlar sus poderes por completo, eso se extiende a Ceniza. – el pájaro, que hasta ahora había estado acurrucado en los pies de la cama, se estrió y profirió un graznido en forma de protesta. – Tercero; Kyros tendrás que aprender a curar. Todo grupo de guerreros ha de tener el médico, y tú eres el más indicado, así harás algo mientras te terminas de recuperarte. ¿Entendido?

- ¿Grupo? - dijo el joven extrañado ¿Qué gr...?

- ¿Entendido? - interrumpió Este.

- Si... - respondieron resignados los muchachos.

+++

Sur escucho un sonido de cristales rotos en el salón en el que se encontraba Nora. El guardián, preocupado de que un intruso hubiese logrado pasar sus defensar y romper uno de los cristales, corrió a socorrer a la pelirroja. Sin embargo, cuando llego a la habitación, se encontró con Nora sujetando una enorme hacha que había destrozado la mesa de cristal. Por un lado, el arma tenia un hacha de doble filo con dibujos tallados en el metal; y, por el otro lado, tenia la punta de una flecha con dibujos similares. El hacha era mas larga que un humano normal. Posiblemente superaba los dos metros y, en el medio, tenia un mango hecho de metal verdoso.

- ¿Qué es eso? - pregunto sorprendido Sur.

- Es el Sjekira. – dijo la mujer jadeando.

- ¿Pasaste la prueba?

- No lo creo. - explico intentando levantar el arma. - No puedo con él. Además, no está completo. Ayúdame a moverla.

Sur se acerco a ayudar a Nora, pero, cuando intento tocar el Sjekira se quemo la palma de la mano. El guardián se alejó sujetando su palma.

- ¿Qué paso? - dijo alarmado.

- ¡No lo sé! – exclamo la joven. – ¡Muévete estúpido trasto!

Entonces, como respuesta a sus palabras, el arma se trasformo de nuevo en el pequeño escudo de plata. Nora lo recogió del suelo sin ser capaz de entender lo que había sucedido. Volvía a tener su peso y forma de siempre. Sin darle demasiadas vueltas la joven se guardo el objeto y corrió junto al guardián.

- ¿Estas bien? -pregunto preocupada.

- Si... No ha sido nada.

Dos Niños estaban agarrados a la pata del pantalón de su amo y observaban la escena como si fuesen niños pequeños agarrados a las faldas de su madre. Cuando todo se calmó salieron corriendo. Al momento volvieron acompañados con muchos de sus hermanos, que se pusieron a recoger los cristales y a reparar lo que se había roto. Uno de ellos trajo un recipiente con agua fría y un paño limpio.

-Gracias. ¿Qué fue todo eso? - pregunto confuso mientras se limpiaba la quemadura.

- El Sjekira. – explico la joven. – Pero algo debe haber ido mal. Me sometí a la prueba, pero no la llegue a completar. Sin embargo, cuando desperté ya tenia el hacha en la mano. Nunca había pasado. Quizás no soy lo suficientemente digna...

- No te preocupes por eso ahora. -dijo Sur quitándole importancia. - Te has cortado. Déjame curarte.

Uno de los Niños les acerco otro paño y el guardián lo tomo para curar los cortes de la pelirroja. Nora lo observo de medio lado. Una teoría comenzaba a formarse en su mente.

-Estabas presente cuando llegaron al palacio los primeros ocho guerreros, ¿verdad?

- No te muevas. – ignoro Sur. – Podría hacerte daño.

La muchacha estaba empezando a comprender el lenguaje secreto de aquel hombre. Al parecer había muchas cosas de las que no se le permitía hablar, y fuese quien fuese quien lo prohibió, Sur le temía; pero había encontrado otras formas de "contar". Siempre que preguntaba algo el guardián la ignoraba; sin embargo, si la muchacha se equivocaba solía soltar una carcajada por lo bajo, o suspirar. Pero si la muchacha acertaba se ponía muy recto. Nora no sabia si eso lo hacia adrede o no, pero la pelirroja se aprovechaba de aquello.

-Por favor. – dijo entonces. – Enséñame todo lo que puedas enseñarme. Quiero saber la verdad sobre este mundo.

Los fragmentos del tiempo: El Palacio de Cristal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora